Suena el segundo Tik Tak de este martes primero de febrero en SEMANA y suena por los lados del primer ministro inglés, el pintoresco señor Boris Johnson, cuya exótica facha personal con su pelo rubio de corte carpa y los pantalones violetas que le gusta ponerse, son pálidos reflejos de la polémica que despierta ahora su comportamiento personal.
Porque no fue una, como creíamos, sino varias las fiestas celebradas en los jardines del número 10 de Downing Street en medio de la pandemia, eso raya ya en un cuestionamiento ético. Esta semana hemos visto todo un espectáculo en el parlamento británico con su defensa. Qué diferencia rememorar los históricos debates de un Winston Churchill en medio de los vientos de la Segunda Guerra Mundial o los de Margaret Thatcher cuando replanteaba las teorías económicas del mundo.
Nada que ver con lo que hemos visto de Johnson defendiéndose de los señalamientos de falta de liderazgo y de buen juicio a juzgar por los jolgorios que hizo a espaldas de la opinión pública inglesa que, en cambio, vivía angustiosos días confinada y aislada de sus seres queridos. Lo que hemos visto en cabeza de Johnson es una defensa muy frágil que ha producido un aluvión de peticiones exigiéndole la renuncia, por lo que ya pasará la historia como el ‘party-gate’ o los ‘party-gates’, porque son varios.
Pero además de los informes políticos en cabeza de la prestigiosa Susan Gray, secretaria permanente del gabinete, se viene el informito de Scotland Yard, que adelanta con su propia investigación con sus sabuesos y que puede terminar en multas por la extraña modalidad de haber violado las reglas sociales en contra de la pandemia contra varios miembros del Gobierno.
Renuncie o no renuncie, el señor Johnson ya ha quedado lo suficientemente mal ante la opinión pública de su país. Difícilmente podrá seguir conduciendo su gobierno ahora que Reino Unido ha resuelto replantear todas sus convivencias frente a la covid. Resuelva lo que resuelva el señor Johnson, sus fiestas siempre van a dejar una duda en luz entre los ciudadanos: la de que a estas alturas ya no se sabe si lo que Johnson ordena para el país resulta ser totalmente contradictorio a lo que hace a escondidas.