El primer Tik Tak del martes suena por los lados de la suerte que le espera al expresidente Álvaro Uribe en la Corte Constitucional. Por ahora, ya hay quienes aseguran cómo será la votación, lo cual es imposible que ya se sepa porque así se haya filtrado la ponencia, a manos del magistrado Alejandro Linares, la mayoría de los magistrados no han tomado la decisión aún.

El tema es de técnica jurídica, un poco complicada. Pero en un intento de explicarlo de la manera más sencilla, diríamos lo siguiente: el proceso de Uribe comenzó en el sistema inquisitivo de la Ley 600 y luego pasó al sistema acusatorio de la Ley 906. Una sección ante la Corte pretende que se haga equivalente la indagatoria hecha en la Ley 600 con la imputación de cargos, hecha en la Ley 906. Es como una cosa hecha en la Tierra, con otra hecha en Júpiter.

Sucede que el espíritu de ese cambio de legislación fue precisamente el propósito de separar a quien investiga de quien juzga para que fueran dos instancias distintas, lo cual es el sistema inquisitivo hacia la misma entidad. En el acusatorio quedó separado en aras al debido proceso. Por eso, hoy la Fiscalía acusa y el juez decide. Eso significa que no se puede hacer equivalencia entre imputación e indagatoria, lo cual la ponencia quiere hacerle a Uribe y de ninguna manera implica que se pierda todo lo adelantado por la Corte y la actuación del proceso deba empezar de cero.

¿Qué efectos tiene en la práctica que no haya esa equivalencia? Que será la Fiscalía la que decida si se imputa a Uribe o se solicita el archivo. Pero casos como este revelan la importancia de una corte variopinta y pluralista, más apoyada en las capacidades jurídicas que en tal y como lo quieren hacer ahora para reemplazar a Alberto Rojas, sea más importante la ideología de quienes la componen compatible con la del doctor Rojas, restringiendo así los criterios y restando vocación de cumplir las delicadas y trascendentales misiones que le esperan en la corte a quien llegue a reemplazarlo.

Lo ideal serían ternas de profesionales con orientaciones doctrinales disímiles. Si eso no fuera así, Uribe estaría condenado. Pero como en la Corte Constitucional hay pluralismo, Uribe tiene la oportunidad de que su destino no lo decidan las ideologías ni las picardías personales, sino el derecho profesionalmente aplicado.