Suena el segundo Tik Tak de este jueves 11 de agosto en SEMANA y suena por los lados de la propuesta del presidente Gustavo Petro de desmontar las nóminas paralelas que existan en las entidades públicas para eliminar ese gasto, en muchos casos, superfluo, sobrante y suntuario.

Lástima que esa reflexión no se la hubiera hecho el mismo Petro cuando fue alcalde de Bogotá. Época en la que cundía la nómina paralela mediante unos contratos de prestación de servicios bastante abundantes.

Este sistema no debería ser considerado del todo perverso, porque bien utilizado sirve para contratar sin las gavelas de un empleo formal, que lo vuelve muchísimo más caro a personas especializadas, que bajo un pago acotado y bajo un plazo fijo, pues realicen unos trabajos concretos, pero que no los dupliquen.

Eso sucede cuando la intención es hacer politiquería con la contratación temporal. Ahora, en la propuesta de Petro, hay una polémica alrededor de la pregunta de qué sucederá con los miles de personas que alrededor del país tienen contratos de servicios profesionales con el Estado. Quedarán en la calle o, como es de esperarse que sea lo que va a suceder con la propuesta petrista, consistirá en que lo temporal se vuelva definitivo.

Es decir que la nómina oficial del Estado aumente en gran magnitud, porque los contratistas se convertirán en empleados de nómina. Este no es un resultado imposible. El gobierno actual, como lo ha dicho, es una entusiasta defensor y promotor del Estado empleador.

Todo lo contrario, el espíritu de un contrato de prestación de servicios, conocido por la Corte Constitucional como una modalidad de trabajo de tipo excepcional para atender precisamente funciones ocasionales y que, por necesitar conocimientos especializados, son trabajos que no pueden ser atendidos por los empleados de planta.

Y quién descarta, además, que cuando los contratistas ocasionales de hoy se vuelvan trabajadores formales del mañana, después no aparezca una segunda generación de contratos de prestación de servicios, según la filosofía cepalina de este gobierno de un Estado empleador.