Suena el primer Tik Tak de hoy lunes 11 de julio en SEMANA por los lados del mecanismo del fast track, estrenado para la aprobación, para no decir de la ferrocarrilleada, de las reformas constitucionales que hubo que hacer en virtud del Acuerdo de Paz con las Farc.

Porque ha surgido la teoría de que el nuevo presidente del Senado, Roy Barreras, estaría pensando en repetir el mecanismo para ahora aprobar las reformas del gobierno Petro, empezando por la tributaria, y por lo que ya no se sabe qué será, si la desaparición de la Procuraduría o de su empoderamiento, porque el presidente electo ha ido como el ping-pong de lo primero a lo segundo.

La verdad, escuchando con cuidado las declaraciones del senador Roy, él sí menciona el fast track por la celeridad que quisiera que se les metiera a los proyectos del gobierno, porque permite, como en el caso de las Farc, pupitrear las reformas. Pero un congresista tan avisado como Roy, que se las sabe todas en materia de trámite legislativo, también sabe que el fast track sería un mecanismo prácticamente imposible de repetir y ya les explico por qué.

En cambio, el senador Barreras habla de lo que sí es factible y constitucional, y Petro lo refuerza, de que lo que se utilizará sí será el mensaje de urgencia, un mecanismo constitucional que permite acelerar un proyecto de ley, no de reforma constitucional, específicamente, un proyecto de ley y del que han echado a mano casi todos los gobiernos, para hacer sinceros.

Las diferencias entre el mensaje de urgencia y el fast track no son pocas ni despreciables. El mensaje de urgencia implica que el gobierno puede enviar al Congreso, con lo cual el proyecto de ley al cual acompañe se convierte en prioritario; segundo, hay 30 días para aprobarlo, y tercero, si el presidente insiste, el Congreso tendrá que colarlo en el primer punto del orden del día, evacuarlo sin tratar cualquier otro asunto antes y las comisiones respectivas de Cámara y Senado podrían sesionar conjuntamente.

El mensaje de urgencia es una institución ordinaria y regular que estrenamos en la Constitución del 86 y repetimos en la 91, pero el fast track es bastante más complicado. El primero que lo sabe es Roy, porque a ver, primero implica el visto bueno de la Corte Constitucional, que ya lo dio en el caso específico de las reformas constitucionales derivadas del proceso de paz.

Entonces en el fast track, primero, los ocho debates que requiere una reforma constitucional, que precisamente están escritos para que sean la garantía de que a la Constitución no la vuelvan un acordeón a punto de reformas facilísimas, se reducen a tres... De ocho debates a tres, y al Congreso solo le dejan la alternativa de votar en bloque, una de dos, o sí o no. Así fue aprobada la JEP, o sea, no hubo debate sino ferrocarril, esta fue una de las razones por las cuales quedó todo tan cojo.

Sería gravísimo que también a la controvertida reforma tributaria le metieran el fast track, que no se discutiera por el Congreso si los impuestos que nos caerán a los colombianos implicarán, como ya lo anticipa la ministra de Agricultura, Cecilia López, que si la gente no puede pagar los impuestos tan altos que le van a cobrar, pues “venda su bien, mijito, para pagar los impuestos”.

De manera que lo que es por el senador Roy, no es cierto que vaya a haber fast track, él mismo lo descartó en la declaración en la que planteó la necesidad de un mecanismo rápido como el fast track, pero aterrizó en el mensaje de urgencia. Y una reforma tributaria sin debate en el Congreso, y eso lo saben Roy y Petro, su jefe, no le conviene la legitimidad de la reforma que viene y tampoco le conviene a la legitimidad del propio gobierno.