Suena el segundo Tik Tak de hoy martes 16 de agosto en SEMANA y suena por los lados de la escandalosa y muy diciente ausencia de Colombia de una sesión extraordinaria de la Organización de Estados Americanos (OEA).
La sesión era especialmente significativa. Tenía por objeto que el concejo permanente de la entidad se pronunciara sobre el evidente y comprobado hostigamiento del presidente nicaragüense, Daniel Ortega, contra la Iglesia, contra los periodistas y contra sus opositores políticos. En total, 27 de los 34 miembros de la OEA votaron a favor, uno en contra y cuatro países, más o menos predecibles, que se abstuvieron: Bolivia, El Salvador, Honduras y México.
Pero Colombia ni siquiera se hizo presente, lo mismo que Nicaragua. Es decir, nuestro país tuvo la misma actitud de Estado de régimen, persecutor y violador de todo tipo de derechos humanos. La disculpa tampoco funciona, que es que el designado embajador ante la OEA, el exmagistrado Luis Ernesto Vargas, aún no se ha posesionado y que, por lo tanto, él no tiene responsabilidad en esta fiesta.
¿Pero acaso no hay en el equipo de la delegación colombiana ante la OEA más gente? ¿Por qué no había ningún funcionario presente? Una cosa es que Colombia haya nombrado en el nuevo gobierno a un embajador en Nicaragua, con la esperanza de que entre los dos países, que bien lo necesitan, se restablezcan las relaciones que hoy son inexistentes. Y se reducen al tire y afloje de demandas ante la Corte de La Haya.
Pero otra cosa muy distinta es que Colombia empieza a dar muestras de complicidad con un régimen especialmente célebre por su intolerancia política, desde un gobierno que es absolutamente dictatorial. Tan ofensiva es esta ausencia de Colombia y el gesto que mostró a favor de Nicaragua, que dos excontendores de Petro se pronunciaron en forma muy categórica.
Para Sergio Fajardo, por ejemplo, el anuncio de Colombia o la ausencia de Colombia es vergonzosa, y el régimen nicaragüense “es aberrante y violador sistemático de los derechos humanos”. Por su parte, Federico Gutiérrez insinuó una complicidad con el régimen nicaragüense de parte de Colombia y le atribuyó a las nuevas afinidades ideológicas que pesaron, según Gutiérrez, en este caso. Recordemos, además, que el nombramiento del nuevo embajador Vargas fue, quizás, el primero que hizo el presidente Petro. Seguramente con la premura de borrar del mapa, quitar de su cargo a quien era el embajador de Colombia ante la OEA, a su archienemigo, el exprocurador Alejandro Ordóñez.
Lo sacó rapidito, pero lo que no sabíamos era que esto terminaría con el inicio de una tolerancia a los excesos de Daniel Ortega. Veníamos de una oleada de opositores presos, pero ahora el grado de persecución a la Iglesia católica de parte de Ortega es tan inaudito que hasta hay obispos detenidos en las casas de episcopales. Pero lo raro es que el papa Francisco ni “mu”. ¿Por qué será el silencio de la Iglesia ante esta persecución evidente de Ortega contra la Iglesia?