Suena el primer Tik Tak de este martes 9 de agosto en SEMANA y suena por los lados de la inevitable llegada de la reforma tributaria, porque apenas comenzamos a digerirla los colombianos, pero todavía no se llega a la parte más complicada o al meollo del asunto.
Lo primero que llamó la atención de los colombianos fue el anuncio de los impuestos a las bebidas azucaradas, a los alimentos procesados y a los embutidos porque, de alguna manera, todos forman parte de la canasta familiar.
Por ejemplo, el impuesto a las gaseosas, que la reforma justifica por los lados del daño del azúcar en la salud, pues influye desde luego en la canasta familiar porque es uno de sus componentes clásicos, así como el popular corrientazo. Otros componentes pueden ser las galletitas, que se nos van a encarecer, así estén endulzadas con edulcorantes.
El salchichón, las salchichas, los chorizos, las morcillas, el jamón, los confites y los paqueticos que muchos comen en las mediasnueves. No se salvarán ni las clásicas obleas, porque cae también en el listado el arequipe, ni se salvan los deliciosos barquillos, tampoco los helados, así sean dietéticos; pero en el renglón 13 del listado se lee concretamente los merengues, y en el siete, los chicharrones.
De manera que tener un chicharrón en las manos ―expresión que se utiliza comúnmente para ilustrar la situación de estar ante un lío muy complicado― ahora va a salir carísimo. El argumento es que todos estos alimentos nutricionalmente son desequilibrados, dice la reforma.
Todo este impuesto al consumo está justificado en la reforma por eso, como un impuesto saludable, pero más complicado aún es el análisis del desmonte de las exenciones y de la resurrección del impuesto al patrimonio, que muchos economistas serios consideran antitécnico y que esta vez tiene carácter permanente, no transitorio como los anteriores.
El impuesto al patrimonio que en principio regirá para los patrimonios superiores a los 3,000 millones, un impuesto al carbono y a los plásticos de único uso, que obviamente se verá en el incremento de los precios de los productos empacados, como el queso, las carnes, los pollos, el pan, los jabones, y como se había anunciado, serán grabadas las pensiones mayores a los 10 millones de pesos.
Todo esto recae principalmente sobre personas naturales y, si bien no tanto sobre las empresas, sí sobre los empresarios que se verán afectados, porque los dividendos y las ganancias ocasionales tendrán un aumento del ciento por ciento en su impuesto. Con todo, el Gobierno tuvo que bajar sus aspiraciones, por lo menos durante el primer año, de 50 billones a 25.9 billones, pero progresivamente se planea llegar a los 50 originales en el año 2026.
Ahora, como sucede con toda reforma tributaria, pues no todo lo que entra al Congreso sale igual después de haber sido procesado, para utilizar el mismo lenguaje de la reforma. Pero reforma tributaria es reforma y no podemos aspirar a que una nueva, por benigna que sea y esta desde luego no lo es, deje de afectar nuestros bolsillos, así por su curiosa enumeración de nuevos alimentos grabados, esta puede ser bautizada irónicamente como la tributaria “merengue”.