Suena el primer Tik Tak de este miércoles 21 de septiembre en SEMANA y suena por los lados del discurso del presidente Gustavo Petro en Naciones Unidas, que puede realizarse bajo dos ópticas, la de lo que realmente dijo y para qué sirve, por un lado, y el desmayo que produjo entre muchos de sus simpatizantes, que lo alabaron de manera casi alucinada.
La verdad, no fue una vergüenza, no se puede decir eso porque no le falta razón a Petro en que la lucha contra las drogas ha fracasado, pero tampoco se puede afirmar que fue histórico o que partió la vida de Naciones Unidas en dos, o el planeta en dos: antes de Petro y después de Petro.
Por su bien, ojalá el discurso de Petro ni siquiera llegue a figurar entre las intervenciones más recordadas de Naciones Unidas por razones anecdóticas o por su polémico contenido. Antes de ir a fondo con lo que dijo en su discurso para analizar si tiene razón, quienes se desmayaron de la emoción y están alucinando, o quienes dicen que fue un desastre, o quienes dicen que ni lo uno ni lo otro... Miremos algunos de esos casos de discursos en Naciones Unidas que pasaron a la historia, no siempre para bien.
Por ejemplo, en octubre de 1960 el entonces premier de la Unión Soviética Nikita Jrushchov se quitó sus zapatos y le daba golpes a su curul con él, como si fuera un arma disuasiva, ofendido porque la muy valiente representante de Filipinas había denunciado a la sesión que los misiles militares salían de las fábricas soviéticas cual salchichas.
También está clara en la memoria la intervención de Fidel Castro en 1960, que duró cuatro horas y 26 minutos, sentando un récord Guinness como el más largo de todos los discursos que se han pronunciado ante Naciones Unidas.
O cuando en 1974, Yasir Arafat, al frente de la Organización para la Liberación Palestina, pidió un Estado palestino independiente y dijo que acudía a hablar en la sesión con el arma del luchador en una mano y un ramo de olivo en la otra y que, por favor, no le dejaran soltar el ramo.
O cuando en 1975, el entonces presidente de Uganda, Idi Amín (ese del que había una leyenda que le gustaba comerse a los niños asados), en un ataque, Amnistía Internacional se negó a hablar en inglés y puso a otra persona a leer su discurso como un desplante a Estados Unidos.
O cuando Hugo Chávez, en 2006, dijo en la Asamblea General que ahí olía a azufre, para comparar al entonces presidente George Bush con el demonio. O en 2009, el discurso de 109 minutos del líder libio Muamar Gadafi, quien para atacar al Consejo de Seguridad de la ONU dijo que se debería llamar más bien Consejo del Terror, claro que hoy esas palabras no vienen mal porque Rusia es miembro de ese Consejo de Seguridad, el invasor a Ucrania.
En 2010, el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad provocó el retiro de 33 delegaciones de la sesión cuando dijo que en Estados Unidos se había orquestado o se habían orquestado los ataques del 11 de septiembre de 2001 para salvar al régimen sionista de Israel.
No sabemos si en esta curiosa lista estemos diciendo algún día que en el año 2022, el entonces presidente de Colombia, Gustavo Petro Urrego, fue a Naciones Unidas a acusar de hipócritas a quienes piden defender la Amazonía, pero nada hacen para cambiar los paradigmas contra su principal enemigo: el narcotráfico. ¿Quién sabe? A lo mejor estaremos citándolo en la lista anterior algún día.
Escuche el segundo Tik Tak de miércoles 21 de septiembre:
Tik Tak: discurso de Petro en la ONU: ¿como de desmayo?
Algunos aún deliran con las palabras de Petro en la ONU. Otros, más realistas, lo ponen en sus verdaderas dimensiones: mucha poesía, poco realismo, y nada de fondo que él se hubiera inventado. Lo curioso es que, por la noche, tuvo que salir a aclarar el discurso. Escuche a María Isabel Rueda.
Suena el segundo Tik Tak de este miércoles 21 de septiembre en SEMANA y suena por los lados del discurso del martes de Gustavo Petro en Naciones Unidas, que de entrada tuvo un primer mérito: su brevedad.
A Petro seguramente le habría gustado echarse las cuatro horas de Fidel Castro o más para superar ese récord Guinness, porque le fascina divagar con reflexiones, como que no hemos sido el lobo solitario, sino la manada, donde ha estado la hembra siempre cuidándole la vida. Pero no es la primera vez que alguien dice ante Naciones Unidas que estamos perdiendo la guerra contra las drogas.
Antes de Petro lo habían dicho César Gaviria y Juan Manuel Santos, y hasta el expresidente Cardoso de Brasil, y sin tanta agresividad ni con el poético lenguaje de la hermosa flor de la coca. Como de su discurso surgió la primera conclusión de que Petro proponía legalizar la coca, más tarde, ya por fuera del escenario de la ONU, tuvo que salir a aclarar su discurso en el sentido que él no estaba proponiendo la legalización de la droga, sino su regulación, y cambiar la guerra contra la coca por una visión de problemas de salud pública.
Alguien había escuchado decir eso antes, como dicen, me suena. ¿Pero será capaz el presidente Petro de Colombia de convocar al mundo a terminar la guerra contra las drogas? O quizá lo que pase a la historia sea su frase “menos drogas, menos ganancias y más amores”.
Pero Gustavo Petro defendió la mata de coca con la hermosura de su flor, la amapola, cuya siembra es una de las razones por las cuales se tumba la selva amazónica. Luego, comparó la cocaína con el carbón y el petróleo preguntando ¿cuál de los tres es más venenoso? Una comparación que no ha gustado en el mundo. “Aunque el dictamen del poder ha ordenado que la cocaína sea perseguida como la más venenosa, así ella solo cause mínimas muertes por sobredosis y más por las mezclas que provoca su clandestinidad dictaminada”, dice Petro.
¿Será capaz el presidente colombiano con esta reflexión de movilizar el planeta en busca de soluciones factibles al narcotráfico y el cambio climático? ¿Y será que algún país rico le coge la caña para rebajar la deuda externa para que nos liberen presupuesto para salvar a la humanidad y a la vida del planeta? Cambien deuda por vida, les dijo Petro a los países ricos.
Esa poesía está muy lejos de la realidad. No parece que el discurso del presidente colombiano sea el corte del antes y el después en la lucha contra las drogas. Porque él no se inventó que es un problema de salud pública, ni tampoco la lucha contra el cambio climático. Porque aunque él ha sido coherente en su campaña de independizar a Colombia del petróleo, sembrando maíz no vamos a reemplazar la importancia de este recurso para la humanidad.
Por lo demás, la necesaria gradualidad de una transición energética tampoco se la inventó Petro. Lo que sería absurdo es que a la guerra contra las drogas le sumemos ahora una guerra contra la minería como materia prima. Y es inocultable en la intervención petrolera ayer en la ONU su ambición evidente de irse convirtiendo en el líder latinoamericano que Hugo Chávez no alcanzó a ser.