Suena el segundo Tik Tak de hoy jueves 18 de agosto en SEMANA y suena por los lados del dolor de estómago, muy fuerte, que finalmente de boca del propio presidente Gustavo Petro escuchamos como la disculpa oficial de su no asistencia a una ceremonia tan importante e institucional como es la de transmisión de mando y reconocimiento de tropas.
En ella, ni más ni menos, se corrobora la subordinación del estamento militar a su máximo comandante, el presidente civil de la República. Pues al presidente sería una grosería no creerle su versión de un quebranto de salud. Yo se la creo, pero sí podríamos recomendarle que la próxima vez que le toque desaparecerse por la razón que sea de una ceremonia oficial o de una ocasión especial como la posesión de sus ministros, su equipo más cercano no reciba la orden de echar mentiras: como que tenía una agenda muy ocupada y secreta que le impedía cumplir la cita en la escuela José María Córdova o, incluso, que no asistió a la ceremonia porque no estaban listos los decretos de ascenso de los nuevos mantos.
Todo eso se alcanzó a decir y la verdad no era sino contar que tenía un dolor de estómago y punto. Los seres humanos tenemos el derecho y, en últimas, hasta el destino de enfermarnos. Pero si se es presidente, lo peor es esconderlo y decir mentiras. Vivimos en épocas tan enredadas en Colombia que, por un lado, el presidente sufre un dolor de estómago muy fuerte y al día siguiente, como el que reza y peca empata, se va a un Consejo de Seguridad en Villavicencio a almorzar, sin dieta de convaleciente, al lado de algunos de los altos mandos.
Pero por el otro lado, el que debería ser el jefe de la oposición del gobierno Petro, Rodolfo Hernández, que terminó de mejor amiguis, apareció ayer en el Congreso con un ojo negro, porque dizque que se había tropezado con una puerta. Entre esas dos curiosidades anda por estos días el país.