Suena el primer Tik Tak de hoy miércoles, primero de marzo en SEMANA, y suena por los lados de Viva Air, que, por cualquier lado que se mire, ha salido no mal, sino pésimo.
La aerolínea, afirma que el Gobierno Petro la quebró al no haber aprobado con la debida oportunidad de diligencia la alianza que estaba solicitando con Avianca.
Pero del Gobierno para abajo, incluyendo los 36.000 pasajeros varados hasta anoche en aeropuertos del país y parte del millón de pasajes correspondientes a los que alcanzó a vender Viva, incluso a sabiendas de que tenía que dejar a sus pasajeros en tierra, hay indignación general.
¿Quién tiene razón? Pues en cuanto a la rabia e impotencia de los pasajeros, no hay duda de que están más que justificados, pero el Gobierno comienza a defenderse de las acusaciones de Viva diciendo que haber dejado a los pasajeros varados es una manera de presionar para que les den vía libre a su fusión con Avianca.
Lo cierto es que de muy mala fe siguieron vendiendo pasajes y cupos para maletas hasta la noche del lunes, sabiendo que Viva no amanecería viva.
Ciertamente, el covid bajo drásticamente el ritmo de los viajes y la guerra en Ucrania, que encareció el combustible, dejó a la compañía en graves problemas financieros, además de la devaluación del peso. Porque mientras los pasajes se pagan en moneda local, los costos se sufragan en dólares.
Estos fueron factores todos que finalmente le reventaron a la aerolínea hace siete meses y cuando empezó a pedir auxilio.
Ahora, además de a los pasajeros, comienzan a despedir a parte de sus 5.000 empleados. Aerocivil negó esta integración de Viva con Avianca alegando que representaba riesgos para la competencia.
El hecho es que sí, Avianca movió el año pasado a 24,6 millones de pasajeros solamente en Colombia, mientras que Viva lo hizo con 8,1 millones, lo que suma 32,7 millones de pasajeros, en contra de Latam, que movió a otros 24,6 millones.
Es decir que la fusión de Viva con Avianca dejaría a estas dos aerolíneas con el 57 % del mercado nacional y en algunas rutas hasta con el ciento por ciento, y es cierto que, en materia de transporte aéreo y como en casi todo, la competencia y la libertad del cliente a escoger es la esencia de la calidad en el servicio.
Ser dueño de más de la mitad del mercado nacional aéreo sin duda encoge la competencia, sin embargo, en el mundo capitalista existe también la prioridad de salvar a las empresas que estén en problemas financieros y que tengan algún otro tipo de viabilidad.
Porque es mejor que existan más empresas creando empleo, que menos. Pero la opción de Avianca no es la única que tiene Viva, porque hay otras aerolíneas interesadas en comprarla.
En el fondo existe una indefinición inexplicable de la Superintendencia, de manera que cualquiera que hubiera sido la determinación que hubiera tomado, probablemente se habría evitado esta catástrofe y Viva se habría salvado por otro conducto.
Entonces, esto salió mal, como decíamos al comienzo, por punta y punta. Una Superintendencia que no movió un dedo y una aerolínea que demuestra un irrespeto absoluto por miles de pasajeros que hoy duermen literalmente tirados en el piso de los aeropuertos. Esto de Viva, viva no tiene absolutamente nada.
Tik Tak: Gustavo Petro y Alejandro Gaviria, a manteles
¿Por qué invitó el presidente a almorzar a su exministro de educación, al otro día de despedirlo? Mientras surgen teorías, crecen las diferencias acerca de la forma como fueron removidas de sus cargos las dos ministras mujeres. Ellas dicen que no les dijeron que las sacarían, mientras el Gobierno jura que sí. Escuche a María Isabel Rueda.
A las 6:10 a. m. suena el segundo Tik Tak de hoy miércoles primero de marzo en SEMANA y suena por los lados del sorpresivo almuerzo que ayer tuvieron en Casa de Nariño el presidente Petro y su exministro de Educación, Alejandro Gaviria, es decir, el despedido almorzando con su “despedidor”.
Lo que no quiere decir que este último ―o sea, Alejandro Gaviria― vaya a abandonar sus objeciones de fondo sobre la reforma de la salud, pero algo tiene que estar preocupando mucho al presidente Petro desde que al día siguiente de despedir a uno de sus ministros estrella, sin duda alguna por sus críticas al proyecto del Gobierno en cuestión de salud, lo sentó a manteles.
¿Será que el mandatario le preocupa que su exministro, ahora en libertad, aumente el tono de sus críticas frente a un proyecto? Que aunque el ministro de Hacienda ya le da el visto bueno, por lo menos a las cuentas financieras que trae el Gobierno, es evidente que dinero para financiarlo no hay, con grave riesgo para la prestación de salud de los colombianos.
Es como si el presidente temiera que Gaviria se ponga a dar entrevistas explicando pedagógicamente qué es lo que arriesga el país si pasa esta reforma, pero también teme que su ministro de Hacienda, que es el temor fundamental, llegue a consumar su anuncio de renunciar si Gaviria era retirado de su cargo y Petro sabe que Ocampo sigue siendo el ancla de la confianza del mundo financiero en la responsabilidad fiscal de este Gobierno.
Hacerse pasito es lo que Petro puede estar considerando ofrecerle a Gaviria invitándole almorzar a Palacio, porque está consciente de que le quedan más de tres años de gobierno por delante y a los siete meses ya se le comenzó a desbaratar su gabinete presidencial. Como quien dice que el exministro no le ponga más sal a la herida, pero yo no veo a Alejandro Gaviria plegando velas ante sus convicciones de que lo que mal comienza, mal termina.
Por otro lado, la polémica alrededor de la forma despectiva y casi grosera como fueron despedidas las dos ministras mujeres es apenas coherente con la fama misógina del Gobierno de Gustavo Petro. Y además obliga a preguntar ¿Quién miente? ¿Si las ministras, quienes aseguran que se enteraron de su destitución por la locución presidencial? ¿O si es el Gobierno? Porque la cada vez más poderosa secretaria presidencial, Laura Sarabia, lo niega y más bien asegura que los tres ministros supieron con la debida anticipación que no iban más.
Lo cierto es que este Gobierno ha resultado mentirosito y, para la muestra, ese botón de las fotos de las redes del presidente de Colombia con hospitales destruidos que no correspondían a la realidad. Si es capaz de mentir en eso, ¿en qué no lo será?
Sus contradicciones las cierra con broche de oro invitando a almorzar al otro día de botarlo a Alejandro Gaviria, “Usted no me sirve criticando por dentro del gobierno, pero tranquilo, espero que ya por fuera me siga aportando sus valiosas opiniones”. A ver, ¿quién entiende al señor Gustavo Petro?