SEMANA: ¿Qué tal el chicharrón que les soltó la Mesa para escoger a las víctimas que irán a La Habana?F. H.: Nuestro trabajo es escoger un número de víctimas representativo de un inmenso y complejo universo para que vayan a hablar con las partes. Cuando nos critican, a veces se olvida que cumplimos un mandato. Debemos cumplir con los criterios impuestos por la Mesa. SEMANA: ¿Cómo están haciendo esas listas?F. H.: Estamos escuchando el debate nacional y estamos escuchando a las partes con respeto y cuidado. Junto con la Iglesia y la Universidad Nacional, estamos elaborando con el mayor rigor listas que representan no solo las víctimas según diferentes victimarios, sino también en términos de la regiones, las etnias, los hechos victimizantes y género. También estamos buscando individuos que puedan contribuir a una discusión constructiva en la Mesa de Conversaciones, así ayudando a que se lleguen a acuerdos que beneficien a todas las víctimas del país.SEMANA: Algunos los han criticado mucho por no dar suficiente participación o peso a las víctimas de las FARC, en particular en el foro de Villavicencio. ¿Qué dice? F. H.: Hicimos muchos esfuerzos a través de reuniones con representantes de víctimas de las FARC para incorporar a este grupo diverso a todos los Foros. Los invitamos. La puerta siempre estuvo muy abierta. Es verdad que en el primer foro el número fue modesto. Sin embargo en los foros siguientes hubo una mejor representación. SEMANA: Las FARC dicen que según Naciones Unidas entre 75 % y 85 % de las víctimas serían responsabilidad del Estado y los paramilitares y 17 % de ellas. ¿Es así?F. H.: Es verdad que ha habido muchas víctimas del Estado y los paramilitares. Pero Naciones Unidas no maneja cifras de víctimas por victimario. Hay muchas víctimas no registradas, especialmente en casos como la violencia sexual. Y muchas se sienten víctimas de todas las partes.SEMANA: Las FARC han pedido incluir víctimas de agentes económicos y sociales. ¿Está de acuerdo? F. H.: Hay víctimas de algunos actores del sector privado, por ejemplo en el asesinato de sindicalistas. Y la gran mayoría de las víctimas del conflicto son los más pobres. Según los últimos datos, entre los desplazados, el nivel de pobreza es más de 90 por ciento y el de pobreza extrema, más de 60 por ciento, ambos muy por encima del promedio nacional. Pero al incluir a todos los pobres estaríamos ampliando el universo de víctimas de 6 millones a casi 18 millones de personas. Somos conscientes de que hay una relación muy estrecha entre la falta de desarrollo, la falta de oportunidades económicas, la pobreza y el conflicto. Eso se va a visibilizar en términos de que vamos a tener víctimas que vienen de los sectores más pobres.SEMANA: En los foros se ha hecho evidente que hay divisiones y tensiones entre las víctimas…F. H.: Sobre eso quiero decir dos cosas. Primero, creo que es malo enfatizar solo en ese punto. ¿Por qué no se visibiliza también que muchas tienen una visión de reconciliación, o se ven como víctimas de varios victimarios? Segundo, hay gente que dice que no se debe politizar a las víctimas. Tengo reservas sobre eso. Las víctimas son personas políticas, tienen todo el derecho a ser políticas. Hay grandes ejemplos, como Iván Cepeda o Juan Fernando Cristo, entre muchos otros. Decir que las víctimas son manipulables no me parece adecuado. SEMANA: En todo caso, la politización es evidente.F. H.: Lo malo es cuando se trata de usar a las víctimas para ganar puntos. En cada lado del debate hay personas que intentan ganar la ascendencia moral diciendo 'nosotros tenemos menos víctimas y ustedes tienen más'. Esto es muy contraproducente para crear reconciliación o, al menos, para ganar entendimiento y comprensión. Y desconoce una gran cantidad de víctimas.SEMANA: ¿No está de acuerdo, entonces, con dividir a las víctimas según su victimario?F. H.: No estoy de acuerdo con la tendencia de ver a las victimas exclusivamente a través de un lente que mira quién fue el victimario y que enfatiza números y porcentajes. Eso es entendible en el contexto de una negociación donde cada parte quiere resaltar la mayor culpabilidad del otro. Pero es problemático porque desconoce la complejidad del mundo de víctimas. Puede que a algunos no les guste escucharlo, pero muchas víctimas no ven gran diferencia entre la fuerza pública, la guerrilla y otros grupos armados. Además, esta visión desconoce las victimas como individuos que merecen respeto y reconocimiento. No son números para ganar o perder puntos en un balance de responsabilidad.SEMANA: Esa competencia por ganar la ascendencia moral no es lo más conveniente en un proceso de paz…F. H.: Desconoce que no hay ángeles acá. Hay responsabilidades enormes entre todos y tratar de minimizar eso diciendo 'tú hiciste 10 y yo hice 6' es macabro. Se necesita humildad, el reconocimiento de todos de que han hecho cosas terribles, que tienen que pedir perdón y que eso empieza con uno. Si se quiere ganar ascendencia moral, es cuestión de ser el primero y el más sincero y generoso en reconocer y pedir perdón, no en ser el primero en apuntar al otro como al diablo.SEMANA: ¿Refleja esa polarización lo que está pasando en el movimiento de las víctimas?F. H.: No sabe cuántas voces hubo en los foros de víctimas – no siempre las que más se oyen– de todos los que quieren poner fin a esa dinámica de odio, de los que están cansados de todos los actores armados.SEMANA: ¿Hay un riesgo de que el debate sobre víctimas aumente la polarización en el país?F. H.: Estamos en una encrucijada en la que ese debate puede ayudar al entendimiento y la reconciliación o puede tener un efecto exactamente opuesto. Eso lo tienen que tener en cuenta todos. Los extranjeros invitados al foro de Cali señalaron que los colombianos deben sentirse orgullosos de que haya tantas víctimas, ya sean del secuestro, de la desaparición forzosa u otro hecho victimizante, que dicen estar dispuestas a perdonar. En otros conflictos, lo común es más radicalización de grupos de víctimas. Por eso, la cuestión es dónde ponemos el énfasis. Lo mejor es construir sobre esto, no sobre las diferencias.SEMANA: En el fondo, lo que está diciendo es que no solo entre las víctimas, sino entre las partes debería haber cambios de actitud…F. H.: Nietzsche decía: "Cuídate de combatir monstruos porque puedes terminar como monstruo". Quizás hay un elemento de eso en lo que ha pasado en Colombia. Ahora, sigue habiendo una retórica que nutre el rencor y la desconfianza entre gobierno y guerrilla. El gobierno, como gobierno y como Estado, tiene una responsabilidad especial y podría dar un primer paso en traer, de forma consistente, nuevos discursos alentadores al país.