Con la aprobación de la Constitución de 1991 se estableció que en Colombia habría libertad religiosa y que, por lo tanto, las relaciones directas y estrechas entre el Estado y la Iglesia Católica –la más fuerte del país– no podrían ir más allá de los asuntos eminentemente de fe. Esa circunstancia, además, abrió la puerta para que otras casas religiosas tomaran un mayor protagonismo en la vida pública y, por supuesto, fueran ganando muchos más adeptos a sus filas. De acuerdo con información del Ministerio del Interior –a la fecha– en el país ya hay registradas 6.400 iglesias no católicas, de las cuales el 98,6 por ciento son cristianas.Ese crecimiento en cuanto a presencia territorial e influencia en diferentes estamentos de la sociedad, las cuales impactan en todos los estratos sociales, ha hecho de estas formas de expresión religiosa una fuente muy apetecida de votos. Son un caudal electoral, aún no cuantificado específicamente, que pueden marcar la diferencia en cualquier elección.Eso se escenificó, por ejemplo, cuando el 2 de octubre del 2016 se llevó a las urnas lo que se denominó como plebiscito por la paz –una forma de darle legitimidad política a los acuerdos firmados con las Farc en La Habana– y el NO, con 6’431.376 votos, se impuso con una estrecha diferencia al SÍ, que logró 6’377.482 sufragios.En ese momento los líderes de la fracción ganadora reconocieron que tuvieron un fuerte impulso (no cuantificado) de los sectores católicos y cristianos del país, lo que volvió a poner sobre la palestra pública el poder que tienen para mover a sus fieles e influir directamente en sus decisiones políticas. Hasta el Gobierno reconoció que con temas como la ideología de género se movió una gran parte del electorado que fue a las urnas a rechazar lo negociado con la ahora ex guerrilla.Puede leer: Uribe se divorcia de sus votos cristianosCon esa confirmación, de que desde el púlpito es posible inclinar en determinado sentido la balanza electoral, es que ahora los partidos políticos –y por supuesto los candidatos presidenciales a los que respaldan– quieren tener en sus toldas las iglesias cristianas, y por supuesto de otras tendencias religiosas, para movilizar en su favor a los feligreses que los siguen.Y es que el botín electoral es muy apetitoso. Según cálculos no oficiales que manejan estas mismas iglesias, en el país se calcula una población de entre 7 y 8 millones de colombianos que se declaran abiertamente cristianos y que, por ende, siguen los parámetros que se les indican desde los púlpitos de estas congregaciones.Alguien consciente de ese poder es la senadora actualmente avalada por el Partido Liberal, Viviane Morales, quien pertenece a la iglesia Casa sobre la Roca. Ella, de frente, le reconoció a Semana que “hay una movilización cristiana y una consciencia de participación que no había antes, por lo que vamos a tener una participación muy decisiva”.La puja por los cristianosEn esa puja, precisamente, es que andan los partidos buscando quedarse con esos ‘votos santos’. En el Centro Democrático del expresidente y senador, Álvaro Uribe Vélez, fue donde primero se prendieron las alarmas esta semana con una dura carta que Claudia Rodríguez de Castellanos, líder de la Misión Carismática Internacional, envió anunciando que dejaba las toldas uribistas.Eso quiere decir que el senador Orlando Castañeda y la representante Esperanza Pinzón no volverán en 2018 a las listas del Centro Democrático, pero los votos que tienen –en especial los de Rodríguez de Castellanos– ya se los están disputando otras colectividades.Cambio Radical, el partido del ex vicepresidente y ahora candidato por firmas, Germán Vargas Lleras, ya comenzó a buscar que este sector cristiano, que ya militó en la colectividad, regrese a sus toldas. Precisamente el aspirante presidencial confirmó en Twitter que “el pastor César Castellanos y su esposa, Claudia Rodríguez, me solicitaron una cita”.
Si bien Vargas Lleras dice que el tema no es electoral, pues la otra semana hará pública su propuesta sobre la familia y a los cristianos ese es un tema que consideran de primer orden, es inverosímil que el tema político no entre en la charla y, probablemente, resulte en una eventual alianza.Además, el ex vicepresidente también ha tenido reuniones personales con sectores del Partido Conservador abiertamente católicos, y con la senadora Viviane Morales y su esposo, el controvertido Carlos Alonso Lucio, para explorar la llegada de este sector, también cristiano, a sus toldas.“Sí, me he reunido personalmente con el doctor Vargas Lleras, pero también lo he hecho con el doctor Uribe”, le confirmó Morales a Semana, quien, de paso, dejó claro que su salida del liberalismo es inminente. Eso sí, su futuro político no es tan claro porque depende de que se apruebe el transfuguismo en la reforma política que hace curso en el Congreso.Claro que Uribe, quien ya sabe del poder electoral de las iglesias, no se ha quedado quieto. Por ejemplo, está muy cerca del ex procurador Alejandro Ordóñez, aspirante presidencial por firmas, quien es un lefebvrista radical (sector católico) que eligió a David Name Orozco como fórmula vicepresidencial. Él es pastor miembro de la Mesa de Unidad Nacional Cristiana y, por supuesto, puede mover sus feligreses tanto para Ordóñez como para Uribe.Y, para no dejar dudas, el pastor cristiano Miguel Arrázola, de la iglesia Ríos de Vida, está buscando el aval del uribista Centro Democrático para lanzarse a la Alcaldía de Cartagena.“En mi carrera política he respetado profundamente a los cristianos, a los laicos católicos, he vivido muy agradecido con el apoyo de la Misión Carismática y debo ser totalmente prudente”, dijo Uribe, lo que traduce que efectivamente está analizando este escenario.
Los otros movimientosEn los liberales, con la pérdida de Morales, también se están moviendo con fuerza para buscar algún sector que pueda reemplazarla y evite que se pierdan del todo los militantes cristianos. Si bien no han trascendido nombres, sí ha habido acercamientos con varios pastores, pero la tarea no será fácil por temas como el aborto o el matrimonio igualitario que la colectividad roja apoya y estas iglesias rechazan. Será otro pulso.En contexto: Los cristianos, el poder que inclina la balanza políticaEl movimiento Mira, por su parte, es una organización cristiana que dirige la controvertida María Luisa Piraquive y el ex congresista Carlos Baena. En esta colectividad, que tiene representación en varios estamentos de elección popular, quieren volver a repetir curules para el 2018 y no descartan alianzas. Y, para cerrar el panorama, basta recordar que el senador Jimmy Chamorro, de la U, también dirige una iglesia cristiana y está en proceso de buscar su reelección en el Capitolio.Todo esto demuestra que esas más 5.900 iglesias cristianas que tienen registro oficial jugarán un papel preponderante en las elecciones de Congreso y presidenciales del 2018, pues no son pocos los sectores políticos que les coquetean y, además, sus casi 8 millones de feligreses quieren ser decisivos en materia electoral. No se sabe si en algún momento aspirarán al poder directamente, pero quieren ser tenidos en cuenta desde ya. La conclusión es que los ‘votos santos’ son un botín que todos quieren alcanzar.