En las congestionadas vías de Colombia se escuchan pitos e insultos por doquier. Pareciera que la única preocupación es llegar a tiempo al destino que se dirige, pocos se detienen a pensar si quien va al lado realmente es apto para conducir. Está demostrado que un alto porcentaje de los conductores de carros y motos ni siquiera tiene licencia de conducción, nunca en su vida pasaron por una academia y así se arriesgaron a salir a las calles, convirtiéndose en una bomba que en cualquier momento se puede detonar.
En las carreteras del departamento de Huila un menor de edad, en 2015, se subió a la moto que tenían en la casa, su abuela iba de parrillera. Él no tenía licencia, pero creyó que era como montar bicicleta y con el argumento de que en el campo muchos manejan “sin necesidad de tanta pendejada”, se fue confiado. Por el camino se encontró con el conductor de una volqueta que tenía la licencia vencida. Se chocaron y la abuelita falleció. Los nombres se mantienen en reserva porque están en medio de un pleito judicial que pretende determinar quién es el culpable. Más allá de lo que decida un juez, la realidad es que ninguno debió estar manejando.
Para ese año la cantidad de personas que morían en accidentes de tránsito sin licencia era inferior al 30 por ciento, dos años después subió al 38. Es una tragedia que avanza sin frenos. Durante 2022 fallecieron 8.200 personas en siniestros viales, de las cuales el 48 por ciento no tenía licencia para manejar, con la agravante de que el 20 por ciento de ellos ya había sido sancionada, al menos una vez, por las autoridades de tránsito al ser descubiertas sin el documento.
Las cifras fueron proporcionadas por Lina Huari, directora (e) de la Agencia Nacional de Seguridad Vial. Ella con preocupación señaló que quienes suelen ser mayores víctimas mortales en este tipo de accidentes son personas que se movilizaban en moto. Cerca de 500 niños murieron el año pasado en accidentes de tránsito, el 58 por ciento iban sobre una motocicleta.
“Nos estamos matando”, dice Huari con tono alarmante y algo de frustración. No puede entender que las vías se conviertan en campos de batalla en las que las armas son manejadas por personas con problemas de puntería, asemejando los vehículos con armas y la puntería con la idoneidad, detonando dramas familiares. El 90% de las personas que fallecen en estos siniestros, son de estrato socioeconómico bajo. En su mayoría (83%) son hombres entre los 25 y 35 años de edad. Si se dejan de lado los números y se analiza poniéndole un rostro a cada uno de los casos, quienes están muriendo son padres de familia en edad productiva que llevan el sustento a la casa.
Lo que aseguran los analistas es que la razón por la que los hombres tienen tales desenlaces es por cuenta de los estereotipos sociales, en los que consideran que el arriesgarse en la vía los hace “más varoniles”. Es un mito que las mujeres son más “brutas” al manejar, explica Lina Huari. 65% de las mujeres fallecidas en accidentes de tránsito eran acompañantes de hombres que decidieron hacer cualquier tipo de maniobra irresponsable. No todos fallecen es verdad, pero las lesiones más comunes son amputación de extremidades, o daños cráneo-encefálicos irreparables. ¿Vale la pena sumir el riesgo por simplemente sacar excusas para esquivar la norma?