En los últimos diez años, en América Latina se viene observando un cambio en la forma como se movilizan los ciudadanos dentro de sus respectivos países. Quienes antes iban en bus de una ciudad a otra, ahora lo están haciendo en avión. El fenómeno, en parte, se explica porque ha aumentado el poder adquisitivo de los ciudadanos, gracias al periodo de expansión económica que vivió el subcontinente –con el auge de las materias primas–, lo que ha permitido que los pasajeros puedan optar por viajar por aire en lugar de recorrer grandes trayectos por carretera. Sin embargo, esta no es la única explicación de la tendencia. También ha tenido que ver la caída en los precios de los tiquetes –pues los costos de la industria aérea han bajado– y la mejora en la infraestructura aeroportuaria, algo en lo que han invertido muchos países de la región. En México, según datos de la Secretaría de Comunicaciones y Transporte, el número de personas que viajó por aire en la última década creció 68 por ciento, mientras que los viajeros que se movilizaron en bus apenas aumentaron 21 por ciento. En Brasil, de acuerdo con la Agencia Nacional de Transporte Terrestre, 7 millones de pasajeros cambiaron las ruedas por las alas entre 2005 y 2014. En ese mismo periodo, las compañías aéreas brasileras crecieron en 132 por ciento. Actualmente, los viajes por avión en el gigante suramericano representan cerca del 62 por ciento del total. En Colombia está ocurriendo un fenómeno similar. La Asociación del Transporte Aéreo en Colombia (Atac) señala en un informe que en los últimos diez años el número de viajeros aéreos creció 184 por ciento y que el año pasado fueron 34,4 millones. Por el contrario, los pasajeros que se transportaron en bus aumentaron solo 20 por ciento en este mismo periodo, según las cifras del Ministerio de Transporte. Dado el enorme atraso en la infraestructura vial del país, esta migración del bus al avión ha tenido efectos muy positivos en Colombia, no solo por la mayor comodidad que representa, sino por los tiempos de desplazamiento más cortos y por lo que significa conectar muchas regiones de la nación. Expertos del sector señalan que esta transformación se ha dado también gracias a los cambios que ha sufrido la industria aérea. Para Alfonso Ávila, presidente de Easyfly, el modelo de negocio conocido como ‘punto a punto’, es decir, sin conexiones, cambió la forma de viajar entre las regiones colombianas. Este modelo de conectividad ha sido tan exitoso que entre 2008 y 2015 Easyfly ha triplicado su flota, cuadruplicado su red de rutas y quintuplicado el número de pasajeros transportados. Esta aerolínea tiene 25 rutas regionales. Viajar directo de Valledupar a Barranquilla, o de Medellín a Montería, o entre Cúcuta y Bucaramanga, sin tener que pasar por Bogotá o hacer cualquier otra escala, ha significado un gran cambio y ha hecho que los pasajeros tengan una alternativa diferente al bus. Este sistema de operación punto a punto tomó fuerza en Brasil desde hace unos diez años y poco después se desarrolló en México. En Colombia ha sido más reciente y la compañía Easyfly ha abanderado ese esquema, en el que el tamaño del avión es clave. Se trata de aeronaves de máximo 50 pasajeros que van con cupo completo, lo que asegura la rentabilidad de la ruta. Otros modelos de negocio también han facilitado el acceso de más colombianos al avión: las aerolíneas de bajo costo, como Viva Colombia –la compañía aérea más joven del país–, que rompió tarifas y obligó a sus competidores a ofrecer precios más competitivos. Juan Emilio Posada, presidente de esta compañía, considera que la reducción en los costos del transporte aéreo ha sido un factor determinante para este sorprendente aumento de los viajeros. “Gracias a nuestras tarifas hemos disparado muchas rutas, y eso ha hecho que el avión le esté quitando pasajeros al bus”, señala. La estrategia de esta compañía ha sido tan exitosa que, en el primer año, la operación del aeropuerto José María Córdova, desde donde funciona, creció un 70 por ciento. Se estima que hay un potencial de 9 millones de pasajeros que podrían migrar del bus al avión en Colombia. No sería raro, pues la diferencia en el costo del tiquete entre ambos servicios se está acortando cada vez más. Por ejemplo, un pasaje aéreo en el trayecto Bogotá-Cartagena, comprado con suficiente antelación y en temporada baja, se puede obtener en Avianca o LAN por menos de 200.000 pesos, mientras que en bus este recorrido de 20 horas cuesta entre 180.000 y 200.000 pesos, según la hora y las características que ofrece la flota. En las rutas con más demanda, como Bogotá-Medellín o Bogotá-Cali, estas dos compañías ofrecen promociones que compiten con los precios de las flotas terrestres. Por ejemplo, es posible obtener pasajes en estas dos rutas a 90.000 pesos, mientras que en bus ronda los 100.000 pesos. En temporada alta la situación es muy diferente. En el caso de las aerolíneas de bajo costo como Viva Colombia, los precios siempre están por debajo del bus. Por ejemplo, un trayecto Bogotá-Barranquilla que en flota cuesta unos 180.000 pesos, vale en esta aerolínea 155.000 pesos. En el caso de Easyfly también las tarifas suelen competirle al bus. En esta transformación del sector aéreo también ha tenido que ver la mejora en la infraestructura de los aeropuertos. La Aerocivil puso en marcha un plan de 2,8 billones de pesos para ampliar y modernizar alrededor de 50 terminales aéreos en todo el país. Algunos aeropuertos regionales han tenido un enorme crecimiento en el número de viajeros en el último año. Por ejemplo, los terminales de Saravena (Arauca) y Tumaco (Nariño) registraron aumentos por encima del 53 por ciento; Corozal, alrededor del 40 por ciento; Armenia, 39 por ciento y La Macarena (Meta), 37 por ciento. También se destacan los casos de Pasto y Cúcuta con aumento de viajeros por encima del 20 por ciento. Este auge de la industria aérea en Colombia tiene, sin embargo, enormes retos para consolidarse definitivamente como una gran opción de transporte. El principal tiene que ver con la reducción de costos de las propias aerolíneas. Pero no es el único. Para que más pasajeros sigan migrando del bus al avión hay que resolver otros asuntos. Posada cree fundamental revisar las tarifas de los taxis a los aeropuertos, especialmente en las ciudades donde los terminales quedan más apartados. Los 65.000 pesos que paga un pasajero de Medellín a Rionegro es un banderazo muy alto con el que comienza el viaje. Los aeropuertos y las aerolíneas también tienen grandes desafíos en reducir los tiempos de espera en las salas de los terminales, en los procesos de registro (check-in) y entrega de maletas. Para Gilberto Salcedo, director de Atac, uno de los temas más críticos que tienen que enfrentar las aerolíneas son los elevados costos por los servicios en los terminales aéreos. Ese es el caso de Bogotá, que está entre los más altos de América Latina. Ahora bien, esta preferencia por el transporte aéreo ha sido alimentada en Colombia por la deficiente red de carreteras. Una vez el país se ponga al día en esta materia y tenga las esperadas dobles calzadas no sería raro que el bus vuelva a dar la batalla.