La candidatura de Alejandro Gaviria se empezó a planificar en ciertos círculos hace más de un año. La idea sonaba atractiva para las élites bogotanas y los políticos de siempre: lanzar a un candidato que pudiera dar un discurso de independencia y de cambio, y que el desgaste fuera menor. Así, llegaría con el apoyo de los partidos tradicionales a la Presidencia.
El plan sigue intacto. Lo que ha pasado es que se ha tropezado con la realidad política. Desde que se lanzó ha sido contraevidente y ha dicho que no es el candidato de César Gaviria, ni del Partido Liberal. Sin embargo, la mayor prueba de ello es que el exrector de Los Andes prefirió decirle no a Sergio Fajardo y a la Coalición de la Esperanza, que alejarse del expresidente Gaviria.
Por el contrario, corrió a sus brazos en busca de los dos millones de votos que cree que tiene el Partido Liberal y que serán endosados a él. No está contando con que Petro ya se ha quedado con una porción del anhelado botín electoral. Hoy estamos frente a la versión Alejandro Gaviria 2.0 y el intento de los mismos de siempre de mantenerlo vigente a toda costa, a pesar de que marca alrededor de un 2 % en las encuestas.
El periodista Daniel Coronell definió muy bien a Alejandro Gaviria en el año 2008 en su columna de entonces en SEMANA: “Últimamente ha decidido catalogarse como “antiuribista”, solo para descalificar a los verdaderos críticos del Gobierno. Dentro de ese propósito, Alejandro ha incurrido en algunas mezquindades”.
Coronell agregó: “Gaviria quiere presentarse como un opinador independiente, cuando en realidad es un criptouribista. Se retiró del Gobierno, pero sigue siendo –con todo derecho– partidario del presidente y de la mayoría de sus políticas. Su renuncia a la subdirección de Planeación obedeció exclusivamente al nombramiento de su padre como gerente de las Empresas Públicas de Medellín. Las incompatibilidades legales forzaron su renuncia y no un grito de independencia frente a la administración”, sentenció de manera categórica.
Es cierto. En su momento, Alejandro Gaviria se distanció del gobierno del expresidente Álvaro Uribe, después de haber sido funcionario, por conveniencia. Igual pasó cuando se lanzó a la Presidencia e intentó distanciarse de Juan Manuel Santos y César Gaviria, presentándose como independiente, pero los hechos también lo dejaron al descubierto. Las firmas se las ayuda a recolectar el Partido Liberal, Gaviria ha dicho públicamente que es su candidato ideal y Santos fue quien le dio la ‘patadita’ de la suerte, en un almuerzo, el fin de semana anterior al hacer pública su aspiración.
Ahora, Alejandro Gaviria tendrá que aceptar una realidad política y lo paradójico es que quizá terminará haciendo alianzas con desprestigiados partidos tradicionales, representando a los políticos de siempre. Una jugada de Gaviria y sus patrocinadores, en medio del desespero y la preocupación de no haber despegado. ¿Cuánto oxígeno podrá tomar? Todo depende de sus contendores presidenciales en la centroderecha.