Martha Rodríguez nada sabe de los estudios que emiten organismos internacionales como el Informe Global de Crisis Alimentarias (Grfc), hecho en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO, entre otras agencias de la entidad, el mismo que alertó de la crisis en seguridad alimentaria que atraviesa los pobladores de Colombia, ella solo sabe que tiene hambre y que para que sus dos hijos de siete y tres de edad no sientan ese vacío en el estómago ha tenido que ser tan recursiva como pueda.
“En la panadería que trabajo, me regalan a veces los panes que se empiezan a endurecer y esos se los llevo a los niños, se los doy con changua negra (agua, sal y cebolla) o con un pedazo de salchichón”, dice la mujer que explica que de los $20,000 pesos que le pagan por turno como mesera, $6.000 se van en transporte y con lo restante trata de reunir los $400.000 para pagar la habitación en la que viven los tres desde hace más de un año en Soacha, cuando les tocó dejar su tierra en Tumaco, Nariño, luego de que asesinaran a su esposo en una vereda de la región.
Ella representa una, de los 135 millones de personas que tiene inseguridad alimentaria aguda en al menos 20 países y territorios que han presentado conflictos, reportadas en el informe. Colombia, Congo, Costa de Marfil y Senegal, se sumaron por primera vez a lista de países que vive una crisis alimentaria, según el reporte en 2024. Identificadas en el Informe Global sobre Crisis Alimentarias de 2024. La mal nutrición va en aumento en Colombia.
Hay 15 departamentos con mayor riego, según la medición de la inseguridad alimentaria realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) y la FAO en 2023, la más grande de Latinoamérica, evaluando a 86 mil hogares y 242 mil personas.
Los resultados evidencian que la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave aumentó en 15 departamentos en 2023, aunque solo en 8 de ellos las variaciones fueron estadísticamente significativas (Vichada, Quindío, Cauca, Guaviare, Tolima, Casanare, Cundinamarca y Huila). El mayor crecimiento se registró en Vichada, donde el indicador pasó de 30,7% en 2022 a 39,7% en 2023. En los demás casos, los aumentos oscilaron entre 3,7 y 7,2 puntos porcentuales.
Los niños no solo se mueren de desnutrición, sino que lentamente su salud va empeorando por una malnutrición, que incluso se puede evidenciar en sobrepeso y esta lleva a obesidad, diabetes, hipertensión, problemas renales, entre otros. “Mis niños están gorditos”, dice Elsa López, una mamá que vende bolsas en una esquina popular de Medellín, los niños no todas las semanas comen tres veces al día, eso depende de las ganancias que reciba su madre.
Es importante tener en cuenta que hay tres niveles de inseguridad alimentaria, el primero, es cuando no hay certeza de que se pueda comer al menos tres veces al día, el nivel moderado hace referencia a cuando se come dos veces al día y el severo cuando se pasa un día sin probar bocado. Alrededor de unos 1,3 millones de personas, es decir, como todos los habitantes del departamento de Magdalena, equivalente al 3% de la población que vive en Colombia, experimentó inseguridad alimentaria de nivel severo.
“Trato de dormir a mis hijos antes de las 5 la tarde porque no tengo qué darles de comida”, la mamá paisa narra las técnicas que usa para que no se haga evidente la necesidad. Les da coladas de harina en las mañanas y en las tardes con papa, solo una vez a la semana les da huevo. Cree que el salchichón que le vende su vecina es proteína y como no tiene para la fruta compra refrescos instantáneos. Ahí se evidencia una malnutrición por falta de oportunidades socioeconómicas. Los niños quizás no están bajos de peso, pero evidentemente no están bien alimentados.
Los colombianos que más mal han comido en el último año son aquellos que viven en áreas rurales. En San Martín de Loba, Sur de Bolívar, Yurley camina con un niño en brazos y el otro de la mano, sobre la 1:30 p.m. de un sábado.
El sol que siente el pueblo ubicado a la orilla del Río Magdalena es implacable, ella salió desde las 8 de la mañana a recorrer las tierras a ver si encontraba algunos frutos de pan coger que da la región, después de cinco horas y media, solo llevaba dos guineos y un mango al que sus manchas cafés evidenciaban que un gusano les había ganado de mano. No solo los bajos ingresos que reciben los habientes de estas zonas apartadas del país está afectando la alimentación, también los cambios climáticos tienen afectados los cultivos.
Cientos de familias dejan de comer bien porque el conflicto armado que se vive en Colombia y que se viene agudizando obliga a la población a salir de sus territorios, cambiando hábitos y dificultando el acceso a sistemas de atención integral que favorezcan y garantices la alimentación diaria.
Las poblaciones vulnerables son las más afectadas con esa realidad. Algunos críticos del gobierno del presidente, Gustavo Petro, no comprenden como si su apuesta política está encaminada al tema social y a las comunidades más vulnerables, durante su administración se dieron estos preocupantes resultados.
Sin embargo, el resultado de la más reciente medición entregada por el DANE y la FAO, señalan que si bien es cierto la problemática se agudizó en 15 departamentos, en general la prevalencia de inseguridad alimentaria de moderada a grave disminuyó en Bogotá y en 17 departamentos, y las diferencias son estadísticamente significativas en 12 de ellos (Boyacá, Bogotá, Magdalena, Putumayo, Nariño, Arauca, Córdoba, Cesar, La Guajira, Atlántico, Caquetá y Chocó). Los casos más destacados son Atlántico, Caquetá y Chocó, donde el indicador se redujo en más de 10 puntos porcentuales en el periodo.
En Bogotá, la capital del país hay hambre y en lugares apartados como Vichada también, recordemos que de Puerto Carreño es la imagen que ha conmovido a miles de personas, cuando se evidencia que hay niños que tienen que ir al botadero de basura a buscar entre los desperdicios algo para comer.
Catalina Meléndez atendió al equipo de SEMANA, es médica de la Universidad de los Andes y salubrista de Harvard, para ella, empezar a culpar a cada gobierno del riesgo alimentario en el que se encuentran los colombianos es inapropiado, porque en realidad son deudas históricas que se han acumulado en el paso de diferentes administraciones que terminan agudizando la problemática.
Considera que la realidad que viven cientos de familias en nuestro país, es necesario visibilizarla, “y esto va a requerir de un trabajo multidisciplinario para lograr mejorar la calidad de vida de miles de niños que necesitan con prioridad atención, sobre todo en la primera infancia (entre los 0 y 5 años)”, señaló.
Meléndez fue clara al señalar que la realidad que afrontan las familias es el resultado de las decisiones que ha tomado tanto este Gobierno como anteriores. Indicando que una de las principales poblaciones que han llevado a que las estadísticas de mal nutrición aumenten es la de los migrantes, cuantificadas desde 2019.
Otro punto clave fue la inflación de los alimentos, que después de la pandemia empezó a mostrar un alza, pero que tuvo su pico más alto al inicio de la actual administración nacional.
El mismo comportamiento de las importaciones de los alimentos y otros factores que la para la experta en salud pública es necesario analizar a detalle y dejando de lado los intereses particulares de cada gobierno, y apostándole realmente a mejorar la vida de quienes serán las futuras generaciones.
Es importante que un niño mal nutrido hoy representa altos costos al Estado a futuro porque no aparte de que su desarrollo cognitivo es más lento, las enfermedades crónicas si se desarrollan con facilidad, por esa razón que come cada familia de puertas para adentro no es algo que solo le debe importar a un núcleo familiar, sino que es un tema que se debe resolver como sociedad.
Para Piedad Urdinola, directora del Dane, la información entregada permite que el país cuente con información fiable, base fundamental en la toma de decisiones y la orientación efectiva de programas y políticas públicas para garantizar el acceso a alimentos suficientes y saludables por parte de la población.
Por eso, el más reciente estudio se esmeró en abarcar un amplio número de participantes. Agustín Zimmermann, representante de la FAO en Colombia, al explicar que se contó con la participación de más de 86.000 hogares y más de 242.000 personas. Asimismo, el aporte principal de la metodología Fies es que permite que los resultados sean comparables entre países de todo el mundo.