La violencia que sacude a Bogotá es escalofriante y se conoce el origen. El grupo criminal del Tren de Aragua se metió a las entrañas de la capital y mediante el terror quiere apoderarse de la ciudad. Sus integrantes son despiadados asesinos que exhiben en video sus crímenes. Tiene la orden, desde Venezuela, de matar a los “prestados” delincuentes de otras organizaciones, que son secuestrados y brutalmente “triturados” para meterlos en bolsas, como sello criminal.

La orden de matar estaba a cargo de alias Alfredito, un diminutivo que poco se compadece con la psicosis asesina de este criminal. Los testimonios advierten que los homicidios en la localidad de Kennedy, sur de Bogotá, tiene a este demonio como perpetrador, con una sentencia tras cada asesinato: van por más “prestados”.

En Bogotá se han encontrado 16 cuerpos embolsados, arrojados como basura en las esquinas de la ciudad. Los investigadores de homicidios encontraron patrones comunes en los estudios de necropsia que ayudaron a establecer si el asesino era el mismo. Los signos de violencia, en extremo agresivos, demostraron que existe un conocimiento forense y una experiencia en ese tipo de torturas.

Las víctimas son secuestradas, les fracturan los brazos, las piernas, la mandíbula y las amarran por la espalda de modo tal que cuando se cansan de padecer y sueltan el cuerpo se ahorcan. “Ellos tienen una técnica, que seguramente reciben con entrenamiento, intentan imitar elementos criminales de Centroamérica usados por los maras, luego meterlos en bolsas es para deshacerse de la evidencia”, dijo un investigador a SEMANA.

Alfredito

Rafael Alfredo Brito, alias Alfredito, fue capturado junto a Víctor Manuel Salazar, alias Capi, los dos señalados de un brutal asesinato de un joven en la localidad de Kennedy, en el sector conocido como La 38, una larga calle que se convirtió en frontera invisible y donde se concentra, a plena vista, la más compleja criminalidad de ese sector. Todos saben y denuncian lo que ocurre allí, pero no pasa nada, la ausencia del Distrito es perturbadora.

Alias Capi y alias Alfredito. Los dos fueron capturados y presentados ante un juez por los delitos de homicidio y tortura. No aceptaron cargos a pesar de verse en video mientras torturaban a la víctima.

Alias Alfredito tiene 24 años de edad, nació en Venezuela y llegó a Colombia con la orden directa de matar. En el brazo carga un tatuaje con la frase “Solo Dios puede juzgarme”, irónico para alguien que decide quién vive y quién muere. Su barbarie arrancó con una tragedia. Su esposa e hijo fueron asesinados en Venezuela y convirtió su dolor en una aterradora venganza, se autodenominó, de manera incoherente, como la “gasolina del tren de Aragua”.

Los testimonios que obtuvo la Fiscalía en la investigación por los homicidios y cuerpos embolsados en Bogotá dejan a este asesino como un peligroso delincuente que solo rinde cuentas a los cabecillas del Tren de Aragua en Venezuela. Es el brazo armado de esta organización criminal y aparece en los videos que graban los sicarios como prueba de sus actividades, también como trofeo que exhiben en burdeles para advertir que están presentes y que la orden que tienen es matar.

“Estando allí, de un momento a otro, estas personas exhiben un video donde ellos aparecían y se burlaban, estaban torturando a un joven de camisa negra indicando que se trataba de Jonathan, luego observé imágenes donde a esta persona la empacaron en unas bolsas negras”, señala una declaración que obtuvo SEMANA.

El mismo alias Alfredito, de acuerdo con los investigadores, aseguró ser responsable de 46 asesinatos en Bogotá. Las pruebas de su sevicia y locura fueron grabadas por sus propios compatriotas, mientras torturaban a otro ciudadano venezolano que, ahorcado, les decía “Yo robo celulares, no vendo nada”, con la ilusión de que le perdonaran la vida. Luego su cuerpo fue encontrado en una bolsa, asfixiado y triturado.

Las lesiones en Jonathan, como fue identificada la víctima que quedó en el video, eran tan crudas que requirieron un estudio forense más detallado. “Le fracturaron la columna, la cara y en la espalda quedaron heridas tipo tranvía, que se originan de golpes con un determinado elemento contundente y que deja una expansión de sangre similar a una carrilera de tren”, explicó un investigador.

En las audiencias preliminares, los dos capturados fueron enviados a la cárcel. Las autoridades advirtieron que avanzan en las investigaciones por los casos de embolsados en Bogotá.

El tren

Esta locomotora del crimen, conocida como el Tren de Aragua, tiene origen en Venezuela y algunos expertos la consideran, guardadas las proporciones, como el Clan del Golfo en ese país. El problema es que sus actividades se concentran en las principales ciudades y se nutren del tráfico de drogas, el sicariato, el secuestro, la extorsión y el hurto.

Las actividades criminales, en el inventario de esta banda, ya estaban enquistadas en las ciudades, por eso debieron ganar terreno y lo hicieron a través de la muerte. El director seccional de fiscalías en Bogotá, José Manuel Martínez, explicó a SEMANA de qué manera el Tren de Aragua logró extender sus tentáculos en la capital del país, nuevamente con la violencia.

“La evidencia fílmica que se recopiló coincide con los hallazgos forenses sobre la violencia, el modus operandi de la organización, sumamente complejo, que lleva a una violencia exacerbada sobre las personas por una pugna. Esta organización está plenamente identificada como estructura criminal”, dijo Martínez.

El mapa que tiene la Fiscalía de la presencia del Tren de Aragua se extiende desde la localidad de Santa Fe, Mártires hasta Kennedy, Bosa y Usme. En otras palabras, el centro y el sur de Bogotá están bajo dominio de esta sádica organización criminal, que hace lo mismo en países como Brasil, Chile y Argentina, allí también grabaron las torturas.

Como Jonathan fue identificada la víctima asesinada en Kennedy. Primero lo secuestraron, lo amarraron y luego lo torturaron. Su cuerpo fue embolsado y arrojado a la basura.

La estrategia

Un trabajo conjunto entre Policía y Fiscalía contra el homicidio en Bogotá dejó los primeros resultados: una reducción histórica de este delito. En 20 años, según el general Jorge Eliécer Camacho, comandante de la Policía Metropolitana, el descenso en los casos de homicidio no había sido tan bajo.

“Tenemos una tasa del 6,0 por 100.000 habitantes, que es la más baja de todo el país en el primer semestre de este año; igualmente, hay una reducción del homicidio del 15 por ciento comparado con el año anterior”, dijo el oficial.

La estrategia incluyó identificar los casos, trabajarlos de manera individual, pero sin ignorar que se podría estar frente a una gran estructura criminal. La dinámica de investigación funcionó y de los 16 casos de embolsados, cinco fueron esclarecidos y se avanza con los demás.