Después de dos meses de un rígido confinamiento en la provincia de Hubei, el centro de la epidemia de COVID-19 en China, los trenes que transportan obreros a sus fábricas empezaron a correr el miércoles. El gobierno empezó a eliminar los últimos controles que obligaban a decenas de millones de personas a permanecer en sus casas. Se levantaron los retenes en puentes y autopistas para permitir el paso de autos y camiones por primera vez en dos meses.
Los habitantes de Wuhan, la capital provincial donde se declaró el coronavirus en diciembre, podrán salir de la ciudad, pero no de Hubei, hasta el 8 de abril. Se levantaron las restricciones que impedían salir de otras ciudades en Hubei desde fines de febrero, cuando China bregaba por contener el brote.
A medida que Estados Unidos y los países de Europa y América ajustan sus restricciones, el gobernante Partido Comunista empieza a levantar las suyas para reanimar la economía después de proclamar su victoria sobre el coronavirus. Con todo, la orden a las autoridades es impedir un nuevo pico de infecciones cuando la gente regrese a trabajar en Hubei o migre a otras provincias. Se toma la temperatura a los viajeros y se les obliga a usar apps en sus teléfonos que rastrean sus historias clínicas y sus viajes a zonas de riesgo. Un tren salió el martes por la noche de la ciudad de Huanggang, hasta entonces en confinamiento, con 1.133 obreros a sus fábricas en la provincia de Guangdong, el centro de las industrias exportadoras chinas en el sureste, informó el Diario Popular, el periódico principal del Partido Comunista. Había médicos en el tren para controlar el estado de los pasajeros y no se preveían paradas antes de Guangzhou, la capital provincial, por precaución. El Diario Popular dijo que los autobuses esperaban a los trabajadores para llevarlos a las fábricas en Shenzhen y otras ciudades. "¡La reanudación del trabajo y la producción es urgente!", dijo el diario.
En la mayoría de la gente, el nuevo coronavirus provoca síntomas leves o moderados que desaparecen en dos a tres semanas. En algunas personas, sobre todos los adultos mayores y las que padecen trastornos de salud subyacentes, puede provocar enfermedades más graves, como la neumonía, e incluso la muerte. La mayoría de la gente se recupera.