Son numerosos y valiosos los trabajos académicos que se han ocupado en hacer seguimiento a la política exterior liderada por el presidente Duque. La mirada es bien diversa y depende del lente ideológico, temático, sectorial y político que se tenga. Sin embargo, todos coinciden en subrayar la excepcionalidad del periodo, marcado por un nuevo acomodamiento de los centros de poder a nivel internacional, cambios dramáticos en la manera de comunicar mensajes masivamente y, naturalmente, el propio impacto de la pandemia en todos los rincones del planeta.
Tradicionalmente, los retos mas complejos provienen de los cambios imprevistos, como lo es y se escala día a día la difícil relación entre USA y China. Colombia por fortuna ha sabido mantenerse ajena a esta circunstancia y logró restañar la buena relación que siempre ha mantenido con los EE. UU., después de las dificultades ocasionadas por la participación activa de algunos miembros del partido de gobierno en la campaña del presidente Trump. Las relaciones tanto con el Partido Demócrata como con el Partido Republicano están hoy en buen nivel.
Destaco como uno de los mayores logros en política internacional y referente a nivel global, la decisión, el coraje y la grandeza de la política reflejada en el estatuto conducente a la regularización de cientos de miles de inmigrantes venezolanos que se han visto compelidos a abandonar su patria obligados por la persecución o las penurias de las que son víctimas de la dictadura de Maduro. Inmigrantes es lo que nos ha faltado en nuestro país para ser más universales, tolerantes y desarrollados.
La pandemia ha sido manejada con abnegación, sin poder negar que siempre nos parecerá escaso el apoyo para mitigar las crueles realidades que ha vivido, como consecuencia de ella, buena parte de nuestra población. El manejo de la consecución internacional de las vacunas se observa diligente y no politizado, la aplicación de las medidas diplomáticas para viajes de colombianos al exterior y para permitir el ingreso de propios y ajenos a nuestro territorio se ha basado en presupuestos científicos y humanitarios, y no en geopolítica disfrazada de diplomacia de salud, como viene ocurriendo en otros países.
La pandemia, las relaciones con EE. UU., la Unión Europea y otros actores clave del ámbito internacional, la proyección en los foros multilaterales, entre otras áreas destacadas de la acción internacional de Colombia han requerido atención permanente. En todos, se ha logrado construir una agenda positiva, con excepción de Venezuela, cuyo régimen hasta hoy no cede ni siquiera en asuntos humanitarios. Este es el gran reto que tienen el presidente y la nueva canciller, que sin dejar de levantar la voz por la destrucción de la democracia se coadyuve y ojalá lidere un espacio que se abre ahora a la comunidad internacional para que apoye y sea garante de unas elecciones plurales y transparentes.
Tampoco puede olvidar nuestro Gobierno los casi 3 millones de compatriotas que sufren toda clase de limitaciones y carencias en el país vecino. Comparto la ruptura de las relaciones diplomáticas, pero creo que debemos propiciar que las víctimas civiles de uno y otro lado encuentren canales para aliviar temas que se deben propiciar en cualquier circunstancia política, como pueden ser académicos, comerciales, consulares y culturales que no deberían nunca sufrir desmedro por mentes que como las de la dictadura Maduro-Cabello, les imponen toda clase de impedimentos y prohibiciones.
La política económica exterior ha sido acertada. Las emisiones de bonos han sido rentables y convenientes. Se han conseguido, frente a las difíciles circunstancias derivadas de la pandemia, importantes líneas de crédito con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el BID, lo cual ha permitido respirar sin tener que recurrir a auxilios extraordinarios en las UCI del sistema financiero.
Inevitable e injusta la baja de las calificadoras de riesgo, que nos obligará a trabajar con mayor ahínco para que no se afecte la inversión que se condiciona a cumplir con este requisito.
Hay más retos a la vista. Entre ellos alcanzo a avizorar la etapa final de los dos procesos a raíz de las demandas interpuestas por Nicaragua contra Colombia ante la Corte Internacional de Justicia en el año 2013 y a la sentencia de 2012, en el asunto sobre soberanía y delimitación marítima. Se pueden sumar mayores estragos si esa Corte decide delimitar nuevamente la plataforma continental entre los dos países, algo por sí insólito, y esta vez la aspiración nicaragüense es hacerse a espacios más allá de las 200 millas, que va mucho más allá de las áreas que la misma Corte pretendió otorgarles en 2012.
Eso es lo que busca Nicaragua con la segunda demanda contra Colombia hecha en 2013. También, como se recordará, ese mismo año Nicaragua presentó una tercera demanda contra Colombia por el supuesto incumplimiento de la sentencia de 2012. Pues bien, la Corte Internacional de Justicia acaba de fijar fecha para las audiencias en el caso de la tercera demanda y probablemente haga lo mismo para el caso de la segunda. Esto quiere decir que, dependiendo de la agenda de la Corte, es probable que haya sentencia definitiva en uno o en ambos casos antes de agosto de 2022.
El Gobierno debe de estar preparado para hacer frente a los diversos escenarios, con firmeza y en consonancia con la protección y defensa plena de nuestra soberanía integridad territorial. El Gobierno heredó ya muy avanzada la defensa de la líneas limítrofes con Nicaragua, por fortuna algunos temas olvidados por el Gobierno pasado, han sido incorporados como los derechos históricos y legales de nuestros compatriotas raizales del departamento de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, y una defensa adecuada de la reserva de la biosfera Sea Flower, reconocida por la Unesco y no respetada por la CIJ, ambas instituciones parte de Naciones Unidas y no respetada por el absurdo fallo de la CIJ.
Tenemos que reconocer los resultados y esfuerzos de nuestro país en materia ambiental. Se cumple a pie juntillas con el Acuerdo de París, se lidera por parte del presidente Duque el Pacto Amazonas y se ejerce un muy importante liderazgo en el COP 26. Igualmente resulta importante la sanción de la Ley de Delitos Ambientales que se aprobó esta semana.
Resulta triste que a pesar de la necesidad imperiosa y de los esfuerzos y vocación de nuestro país, la integración latinoamericana esté aplazada. Respecto de candidaturas de colombianos, gestionadas en instituciones internacionales, se ha tenido éxito en 7 de ellas, el último en cabeza de Sergio Díaz Granados como presidente de la CAF. Tenemos pendiente la de Carlos Bernal Pulido a la CIDH.
Se debe buscar con políticas de Estado el fortalecimiento del Grupo de Lima, así como la de la Alianza del Pacífico; no podemos permitir que diferencias ideológicas y políticas internas puedan detener estos importantes procesos.
Colombia, México, Perú y Chile tienen que encontrar fortaleza en su unidad y no permitir que las diferencias ideológicas apaguen las expectativas de esta importante integración.
En cuanto a comercio exterior, tenemos que destacar el logro de las exportaciones no extractivas que han sido las mejores en los últimos 8 años. Se trabaja intensamente para mejorar la productividad y la mentalidad exportadora de la mediana y pequeña empresa, muy especialmente profundizando el Plan Vallejo - Express y las zonas francas. Indiscutiblemente, hay resultados importantes en la facilitación del comercio. En la reactivación económica mucho hay que hacer para solucionar los temas de déficit en la balanza comercial.
En política de inclusión y género viene trabajando la vicepresidenta con ahínco. Ahora ella, desde la Cancillería, tiene que saber que estas políticas públicas sin recursos pueden quedarse en la retórica. Afortunadamente ella lo sabe.
En materia de cooperación señalo resultados importantes. En ayuda oficial al desarrollo se ha registrado un aumento de más del 35 %, superando los US$2.600 millones y muy importante también es que hoy entiende nuestro país que la cooperación debe ir en doble vía.
Merece crítica y rechazo la incapacidad diplomática y comunicacional que ha tenido nuestro Gobierno para demostrarle al mundo el importante desempeño que viene adelantando en el cumplimiento de los acuerdos que resultan posibles fruto de la negociación de paz. El expresidente Santos debería cejar su campaña en el exterior de desprestigio al actual Gobierno y mostrar verdadera vocación de paz propiciando la reconciliación y no el enfrentamiento soterrado. Ya tiene el Nobel, que era su desvelo, ¿ahora qué quiere?
P. D. Elogio sincero merece la gestión del extraordinario canciller que fue Carlos Holmes Trujillo.