La historia de la República ha tenido momentos de predominio ideológico, unas veces de las ideas liberales y otras de las conservadoras. Por ejemplo, el país despertó al siglo pasado con lo que los historiadores llamaron la Hegemonía Conservadora, que, con breves paréntesis de Rafael Reyes y Carlos Enrique Restrepo, se prolongó desde 1886 hasta 1930.
Luego vino la República Liberal (1930-1946) de Olaya Herrera, López Pumarejo y Eduardo Santos, reseñada como un periodo de profundas reformas sociales en beneficio de la mujer, los trabajadores y los campesinos. La época de la Violencia entre 1946 y 1958 arreció con sectarismo las diferencias políticas más que ideológicas.
No obstante, la cohabitación de liberales y conservadores en el Frente Nacional (1958-1974) y la prolongación de prácticas clientelistas heredadas por muchos años de este periodo borraron los linderos ideológicos entre los partidos y, a la final, ha dado lo mismo que ganen unos u otros, porque se siguieron imponiendo los gobiernos compartidos.
Y aunque la contienda de hoy por la presidencia y el Congreso no es una puja de los partidos políticos –que, por cierto, están en su peor momento–, sí se han vuelto a marcar los linderos ideológicos que representan las tres coaliciones. De hecho, los medios de comunicación y la gente de a pie hablan de las coaliciones de izquierda, de centro y de centroderecha casi más que de los mismos precandidatos.
Esta es la primera vez que el presidente de la república comenzará a tomar forma desde el proceso de las consultas entre las coaliciones que se realizarán en marzo próximo, el mismo día de los comicios legislativos. Serán tan determinantes las consultas entre las coaliciones en esta ocasión que ya los entendidos hablan de un proceso a tres vueltas para la elección del mandatario de los colombianos.
Centro Esperanza
La Coalición Centro Esperanza es una convergencia de fuerzas liberales que, además de profesar ciertas convicciones que consideran patrimonio del centro ideológico, también incorporan diversidad; pero, ante todo, juegan a hacer una clara diferencia con los extremos de derecha e izquierda.
Es diversa, pues ahí se encuentran viejos sectores liberales como el de Juan Fernando Cristo, con los herederos del Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán Sarmiento, y un sector de izquierda recio como el de Jorge Enrique Robledo, por muchos años líder absoluto del Moir.
También cuenta con la representación de un hombre, ese sí de abiertas ideas liberales, como Alejandro Gaviria, ateo, defensor de la eutanasia y de la interrupción del embarazo, y de una mayor participación de la mujer en posiciones de vanguardia en la sociedad. Gaviria, más profesor universitario y librepensador que político o candidato, es un hombre de vanguardia con una interpretación de avanzada del mundo de hoy.
Los del centro son abiertamente defensores de la implementación del acuerdo de paz de La Habana, hecho al que le atribuyen la virtud de poder abrir puertas de entendimiento entre todos los sectores políticos y sociales para llevar el país a la prosperidad.
Sergio Fajardo, quien para muchos podría ser el ganador de la consulta, ha hecho carrera los últimos meses con una frase llamativa: “Chao, expresidentes”, indicando que quienes tuvieron el privilegio de dirigir los destinos del país no deben interferir en el debate electoral. Y también está Íngrid Betancourt, líder independiente que sufrió durante seis años el rigor del secuestro a manos de las Farc.
Izquierda diversa
Hay claras diferencias entre las tres coaliciones, comenzando por los perfiles de sus protagonistas. En la izquierda del espectro está el llamado Pacto Histórico, una convergencia de líderes que vienen de las exguerrillas (M-19 y Farc), sindicalistas, organizaciones de mujeres, minorías étnicas y sexuales, entre otros.
El máximo jefe del Pacto Histórico, Gustavo Petro, fue un líder guerrillero del M-19, encarcelado por el delito de rebelión y que en sus propuestas de gobierno habla claramente de tomar propiedades de particulares, pagándolas con recursos del Estado, para ponerlas al servicio de los pobres. “La tierra en Colombia tiene baja productividad no por el campesinado, sino por los terratenientes improductivos: una vaca cada dos hectáreas. Volver la tierra productiva implica entregar tierras a los campesinos y al empresariado agrario”, ha dicho Petro.
Aunque él ha reiterado en varias ocasiones que un gobierno suyo no expropiaría, es recurrente su fijación contra los ricos, contra sus grandes fortunas. Muchos contradictores acusan a Petro de seguir la senda del socialismo del siglo XXI de Chávez, que destruyó las libertades y la economía en Venezuela.
El expresidente Álvaro Uribe, su archirrival, dice que Petro “fue profesor de Hugo Chávez”, para significar su talante. Petro es visto por algunos sectores de derecha como un exponente de esa izquierda latinoamericana de Chávez y Maduro en Venezuela, de Ortega en Nicaragua, de Evo en Bolivia y de los Kirchner en Argentina, triunfadores en política a partir de tesis populistas de izquierda y con claros intereses de perpetuarse en el poder.
Petro desmiente todo. Asegura que no es expropiador, que no agita la lucha de clases y que no se quedará más de cuatro años en el poder, aun cuando ha dicho también que cuatro años no son suficientes para poner en firme su proyecto político.
Gustavo Petro es el líder absoluto del Pacto Histórico, el de mayor reconocimiento y experiencia política, frente a sus aliados y contendores de la coalición. Francia Márquez y Arelis María Uriana, las dos precandidatas del Pacto Histórico, quienes representan a la mujer en el debate electoral y a etnias minoritarias, se han declarado abiertas defensoras de la despenalización del aborto. Ambas consideran que el Estado debe dejar a las mujeres en plena libertad para que “decidan sobre sus cuerpos”.
No obstante su etiqueta clara de izquierda dura, Camilo Romero, uno de los precandidatos aliados de Petro, niega que el Pacto Histórico sea una coalición de izquierda.“El Pacto Histórico no es una coalición de izquierda, es profunda y sobre todo diversa. Yo mismo soy de centroizquierda en esos términos arcaicos”, dice Romero. Y agrega que, más allá de derecha e izquierda, “somos una nueva ciudadanía, que se junta en propósitos comunes como medioambiente, feminismo o causa animalista”.
Centroderecha de las libertades
A la coalición de centroderecha, llamada Coalición de la Experiencia o Equipo por Colombia, la caracterizan aspectos como la presencia de hombres y mujeres con mucho ejercicio en el sector público, con visibles resultados en su gestión. Todos los precandidatos de esta alianza también son clarísimos defensores del mercado, de la propiedad privada, del orden, de la ley y la autoridad.
Aunque provienen de diversos orígenes políticos y de distintas regiones, también sus experiencias han sido particulares. Por ejemplo, Enrique Peñalosa, dos veces alcalde de Bogotá, no se declara ni liberal ni conservador. Es un visionario de lo urbano con reconocimiento internacional y defensor de los mercados. Pero claro que a menudo deja ver su talante conservador, por ejemplo, con el riguroso ejercicio de la autoridad frente al crimen.
Igual Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín, recordado por sus éxitos en materia de seguridad. Dice que a esta alianza la caracterizan convicciones como “la necesidad de garantizar la seguridad y protección de los individuos, el crecimiento económico y el ejercicio de la autoridad”.
David Barguil, el candidato del Partido Conservador, quien durante años se ha enfrentado al sector financiero exigiéndole más beneficios para los ahorradores, promete que, de llegar a la presidencia, hará una gran “revolución del crédito”.
Barguil, un hombre de provincia (Montería), dice que uno de los aspectos que más une a los precandidatos de Equipo por Colombia (la de centroderecha) es su compromiso por la defensa de la democracia y las libertades, que podrían estar amenazadas con la elección de un gobierno de izquierda como el de Gustavo Petro. El ejercicio de poder decidir, por primera vez, más por propuestas que por caras parece una novedad interesante en la política colombiana.