Tenía 11 meses y su peso era de una recién nacida (4.000 gramos). Duró 10 días en la Unidad de Cuidados Intensivos de la clínica Reina Catalina de Barranquilla porque padecía de desnutrición severa. Aunque los médicos de este centro intentaron salvarle la vida, esta wayúu -que no alcanzó a cumplir su primer año de vida- murió el sábado pasado. Este martes, tres días después del dramático desenlace de aquella bebé, se conoció el caso de otro pequeño wayúu de 10 años que murió en la clínica de la Costa, también de Barranquilla. Aunque el menor padecía una patología pulmonar, su alto grado de desnutrición y sus bajas defensas afectaron su situación. Ambos pequeños procedían de distintos resguardos de la comunidad indígena wayúu de La Guajira, lugares en donde escasean el agua y la comida –una problemática agudizada con la sequía- y en el que además no tienen centros de salud que les presten una atención digna, razón por la que deben ir a buscar ayuda en otras ciudades. Lo más preocupante es que esta situación, que parecía ocurrir exclusivamente en la península, está sucediendo en otros lugares del país. El pasado 28 de enero un pequeño de un año falleció por desnutrición y por las consecuencias que eso trajo a su salud, en el resguardo de San José de Lipa de la comunidad indígena Hitnú de Arauca. “Preocupa que esta situación se convierta en un problema endémico, y no sólo es La Guajira”, manifestó este miércoles el defensor del Pueblo, Alfonso Cajiao Cabrera, al referirse al caso de ese menor. Funcionarios de la Defensoría visitaron el resguardo en Arauca y allí se encontraron con el padre del menor, quien les contó que pese a que existen dos puestos de salud en la zona, ninguno funciona y no hay ni un solo médico. Durante el recorrido, una enfermera de la IPS Sekeimo que acompañó a la comisión del organismo se encargó de prestar sus servicios a la población y se dio cuenta de que hay seis niños más con patologías de desnutrición crónica, erupciones cutáneas, conjuntivitis, neumonía, gastroenteritis y bronquitis. Los menores fueron diagnosticados como pacientes en alto riesgo y, por eso, fueron trasladados al Hospital San Vicente de Arauca. Como si esto fuera poco, en ese centro médico la Defensoría ubicó tres menores más con problemas de desnutrición. Y las madres de los pequeños –jóvenes de 13 y 16 años- también presentan problemas de salud por la precaria alimentación. Según el organismo defensor, a estos pacientes al principio les fue negada la atención médica por la falta de un documento de identidad, algo que a la luz de las normas es abiertamente ilegal. La preocupante situación deja en evidencia la débil acción de las instituciones encargadas de evitar que estos dramáticos episodios se sigan presentando en un país que presume de ser moderno, pero donde todavía se dejan que los niños mueran de hambre.