Un día, en un seminario en Alemania, al embajador de ese país en Colombia, Peter Ptassek, le preguntaron cuál era el lugar en donde era más feliz en todo el mundo. Todos respondían que pensaban en prados, ríos, montañas. En ese momento, cuenta él, no compartió su secreto. Ahora que la pandemia tiene a millones de personas en sus casas, el diplomático decidió darle a SEMANA esa respuesta. Se trata de un lugar en las profundidades del Huila, en donde —para él— todo el resto el mundo desaparece. "Este desierto me despertó emociones de toda clase, pero sobre todo miedo, como si fuera un eco del pasado", cuenta. La vez que fue compartió un tiempo en familia, con su hijo de seis años. "Una hora me pareció como un día completo". Por eso, para el especial de SEMANA sobre cómo viven los lugares turísticos la soledad del coronavirus, decidió compartir su recuerdo sobre ese refugio: la Tatacoa. 

*** El Huila vive momentos díficiles por cuenta del coronavirus. En el caso de Villavieja, el municipio que alberga al desierto, el 80 % de la población del casco urbano depende de los cerca de  250.000 visitantes que cada año llegan a conocer la Tatacoa. Pero en 2020 han recibido menos de 50.000 y, por culpa de la cuarentena, ya se perdieron dos de las mejores épocas del calendario, Semana Santa y junio. Cuando de la noche a la mañana llegó el confinamiento, Tania Peñafiel, administradora del hotel boutique Yararaka, propiedad de su familia, le tocó pasar tres días enteros cancelando reservaciones nacionales y extranjeras. Hoy no tiene ni un huésped agendado hasta el 31 de diciembre y sus empleados bajaron de 4 a 2, un vigilante y la persona del aseo. Sin recibir un peso, tiene que sacar 4 millones de pesos cada mes para pagar las obligaciones fijas: desde los compromisos bancarios hasta el cloro de la piscina.

La zona de Cuzco en el desierto de la Tatacoa es conocida por sus colores rojos y ocres. Foto: Secretaría de Cultura y Turismo del Huila. La situación es tan compleja que ya están pensando en la alternativa de vender si de aquí a julio no se reactiva la actividad turística, lo cual dejaría definitivamente a unas 15 familias sin una fuente de ingresos. El desempleo es fuerte y "muchas personas se han devuelto a las zonas rurales", dice el coordinador municipal de turismo, Yilver Lozano. A Guillermo García también le tocó prescindir de sus tres colaboradores en el Observatorio Astronómico Star Light, un emprendimiento "de turismo científico" que apenas lleva un año y recibía unos 15.000 visitantes por mes, la mayoría extranjeros. Con la actual situación se ha dedicado a hacer transmisiones en vivo de los planetas, no para generar ingresos, sino recordación. Como muchos otros, ha recurrido a la ayuda de los bancos para buscar solventar sus obligaciones, pero sin fortuna. "Nos niegan los créditos por estar en actividades de alto riesgo”.

Hoy luce desolado el parque principal de Villavieja, el punto de reunión de los turistas. Foto: Coordinación de Turismo de Villavieja. El pasado 31 de mayo, Javier Tovar pudo volver abrir su restaurante Sal…si puedes, que estuvo cerrado 70 días por la cuarentena. Antes del confinamiento vendían hasta 40 platos diarios. "En el fin de semana que reabrimos solo vendimos 5". Para mantener a sus empleados activos, los rota en parejas cada fin de semana. Llegó a un acuerdo con ellos para pagarles solo la mitad del sueldo con la promesa de darles el resto cuando la situación se componga. Tovar aplicó para obtener las ayudas del Gobierno, pero aún no tenía respuesta cuando habló con SEMANA. “Nunca había pasado por una situación como esta. Mi pensamiento siempre ha sido que hay que salir adelante, pero necesitaremos paciencia”, dice. ¿Cómo vive el Huila la crisis? De los 37 municipios que conforman el departamento del Huila, 18 tienen vocación turística. El sólido patrimonio cultural e histórico de la región y su variada geografía la proyectaron como un destino estrella de Colombia en tiempos de paz. Sin el azote de la guerrilla, parte de su territorio dejó de estar prácticamente vedado para los viajeros y el sueño de recibir cada día más visitantes colombianos y, sobre todo, extranjeros estaba empezando a tomar cuerpo. Sin embargo, llegó la pandemia y con ella una crisis económica que ha dejado todo en pausa e incertidumbre. La lista de esos 18 destinos huilenses la encabezan, por supuesto, los dos más emblemáticos: el municipio de San Agustín, donde está el parque arqueológico declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995, y Villavieja, que tiene el formidable paisaje de la Tatacoa, el árido bosque de 330 kilómetros cuadrados que llaman desierto y que es un paraíso para los amantes de los cielos estrellados. Hoy las esculturas milenarias siguen ahí y las estrellas cumplen su cita todas las noches, pero ni en San Agustín ni en Villavieja hay turistas, y después de casi tres meses de confinamiento, la situación de sus habitantes es crítica.