A comienzos de enero, la Organización Mundial del Turismo (OMT) presentó sus pronósticos para el sector. Entonces, los vientos seguían soplando a favor de esta actividad en el mundo. Mostraban, por ejemplo, que en 2020 el número de viajeros crecería entre el 3 y el 4 por ciento. Sin embargo, esta semana corrigió las cifras y los nuevos estimativos indican que la actividad podría caer entre el 1 y el 3 por ciento. Esto representaría pérdidas hasta por 50.000 millones de dólares y recorte de al menos 50 millones de empleos, según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por su sigla en inglés). Todo por el pánico desatado por el coronavirus. En menos de tres meses, el panorama cambió radicalmente, con cientos de reservas hoteleras y vuelos cancelados o aplazados, bares y restaurantes desiertos y numerosos eventos suspendidos. Todo esto a pocos días de la temporada alta de Semana Santa, clave en Colombia para el turismo. Según la Anato, gremio de las agencias de viajes, estas podrían verse afectadas del 15 al 20 por ciento en esta temporada. Pero esas cifras podrían aumentar por efectos de una mayor devaluación del peso.
Los cruceros también están en jaque por las medidas adoptadas por los Gobiernos. El colombiano suspendió desde esta semana los desembarcos para evitar nuevos casos de covid-19. No hay que olvidar los ingresos monetarios que produce la llegada de esos buques turísticos al país. Los hoteleros también hacen cuentas de sus pérdidas. Cotelco estima que entre el 8 y el 12 de marzo los hoteles han dejado de recibir ingresos por unos 45.000 millones de pesos. El sector no ha cuantificado las cifras, pero las proyecciones indican que este será un año oscuro. Las empresas de eventos han tenido que enfrentar pérdidas por cancelación de cientos de encuentros deportivos, culturales, musicales y empresariales. Ellas tienen en jaque el modelo financiero y sobre todo la confianza. Los efectos mundiales para el sector aéreo no tienen precedentes. En el mundo, las aerolíneas cancelaron en febrero más de 70 vuelos hacia China y otros países asiáticos con altos niveles de contagio. En América Latina, por ejemplo, Avianca anunció que reducirá temporalmente sus frecuencias a Europa entre 30 y 40 por ciento, y Latam tomó medidas similares.
De acuerdo con la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), las aerolíneas dejarán de percibir ingresos que oscilan entre los 63.000 y 113.000 millones de dólares si el impacto del covid-19 se mantiene por tres o por seis meses. Esas compañías han tomado medidas extremas para asegurar su supervivencia, como reducir vuelos, lo que significa dejar en tierra un gran número de aviones, reducir los costos con medidas de emergencia, mientras hacen todo lo posible por mantener las economías del mundo interconectadas. Las europeas EasyJet y Ryanair han quedado muy afectadas, mientras que Flybe anunció su quiebra e informó a sus clientes la suspensión inmediata de las actividades. Lufthansa, una de las más grandes del mundo, canceló 7.000 vuelos y puso 150 aviones en tierra. Air France reducirá el 3 por ciento sus operaciones de largo alcance y 17 por ciento de las domésticas, mientras que KLM disminuirá los vuelos de largo alcance en una cantidad similar. El año no pinta bien para el sector. Todos anticipan pérdidas millonarias y que muchas empresas no sobrevivirán al virus. Este, además de afectar la salud, le está pasando una costosa factura a un sector crucial alrededor del mundo.