Pedro Manuel Mendoza Piña es un vendedor de lotería desde hace muchos años. Su sustento proviene de la venta de este producto día a día. Usualmente vende 100 billetes del Sorteo Extraordinario de Colombia. El 8 de septiembre pasado, dice, su distribuidor le entregó los respectivos billetes para la venta y cuyo sorteo tendría lugar el 25 de septiembre del mismo mes. “Siempre me los entregan 15 días antes de la venta y uno va vendiendo de a uno, de a tres, así”, le dijo a SEMANA.
Piña, vestido de camisa roja con rayas blancas, pantalón claro, empieza su labor a las 6:00 a.m. Transita por los alrededores de la calle 74 con 53, en la ciudad de Barranquilla, donde reside, con el convencimiento de venderlos muy pronto. “Llevo 27 años en esta esquina”, aseguró. Cada lotero tiene su propio método de venta. Hay uno que exige que le entreguen para la venta números que guarden relación con 1945 a 1970, dado que su público suele tener esas edades y son personas que suelen comprar el tiquete si su número del año de nacimiento está ahí. Son métodos que dan la experiencia.
En el caso de Piña, dijo, ya tiene una clientela establecida y no le toca ofrecer tanto las bondades de adquirir un tiquete como este. Además, suele vender en un sector que le permite ir más a la fija. El 28 de septiembre, día en el cual debía tener vendidos sus boletos, pues ya jugaba la suma del Sorteo Extraordinario de Colombia, él quedó con tres billetes que no pudo vender.
“Me vino la pensadera, la pandemia, los tres hijos, me atrasé con los recibos de la luz, con el del agua, y como el negocio se quedó paralizado con esto del coronavirus, 39.000 pesos es comer o no comer”, aseveró. Según dijo, buscó incesantemente vender los billetes antes del sorteo previsto para las 10 y 30 de la noche y finalmente no pudo vender los tres billetes. “Cuestan 13.000 pesos y no los compré porque 39.000 pesos es comida en mi situación. ¿Tú me entiendes? Entonces los regresé unas horas antes, a eso de las 7:00 p.m.”, agregó en el diálogo con SEMANA.
Según dijo Pedro Manuel Mendoza Piña, al otro día su jefe, a quien llama patrón, lo llamó. “Tuve 8.000 millones de pesos sin saberlo y se me esfumaron. Casi me da un infarto”, dijo con vehemencia al enterarse de que uno de los billetes que él no pudo comprar resultó el ganador de 8.000 millones de pesos. “Son 27 años en este oficio y como digo, casi me da un infarto. Le conté a mi esposa que ya eran cuatro grandes premios los que he vendido, algunos loteros nunca han vendido al ganador. Y yo ya llevo cuatro”.
De acuerdo con su relato, previo a tener en sus manos este tiquete ganador en Barranquilla tuvo otros. “Atlántico, Libertador, Lotería de Boyacá y ahora Sorteo Extraordinario de Colombia. Así es la vida, son cosas de la vida. Pido en nombre de Jesús que me ayude con mis problemas y para adelante”, dijo en este relato.
Al consultarle por sus sensaciones por esa suerte esquiva, Pedro Manuel Mendoza Piña insistió en que son cosas de Dios. “A Dios solo le pido que me ayude. Como le digo, tengo una esposa y tres hijos y tengo necesidades. Y esos 39.000 pesos me servían mucho. Luego el patrón me contó eso y es cuando casi me da el infarto. Son cosas de Dios y lo único que puedo decirles a los colombianos es que compren lotería para que se la ganen”.