Decir que es posible recuperar el río Bogotá parece, para algunos, una utopía. Limpiar 97 por ciento de sus aguas contaminadas por cuenta de los vertimientos y basura que arrojan los habitantes de su cuenca no es tarea fácil, pero tampoco imposible. Para lograrlo, sin embargo, se necesita del esfuerzo, el compromiso y la articulación de todos los actores que hacen parte de este proceso.

En 2004, el río Bogotá se convirtió en un asunto de interés nacional cuando el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, mediante un fallo de acción popular, les ordenó a la nación y al distrito descontaminar este cuerpo de agua. Además, declaró culpable al Estado colombiano por la catástrofe ecológica de toda su cuenca hidrográfica. Esta decisión judicial sin precedentes fue confirmada diez años después por el Consejo de Estado cuando emitió la sentencia del 28 de marzo de 2014.

Recuperar el río Bogotá se convirtió, entonces, en una obligación para los cerca de 12 millones de habitantes de su cuenca, así como para las empresas, las industrias y el sector público, pues la sentencia adopta una serie de órdenes que deben cumplir autoridades nacionales, departamentales, distritales y municipales. Desde ese momento se pusieron en marcha diferentes iniciativas a lo largo de la cuenca para alcanzar este objetivo.

Es por eso que visibilizar estos proyectos, la importancia, el potencial y la riqueza que alberga este cuerpo de agua, ha sido el propósito de Grupo Río Bogotá a lo largo de un año de trabajo.

Esta información se transmitió mediante cinco cartillas y documentales, videos semanales y notas periodísticas publicadas tanto en los portales digitales de SEMANA y Semana Sostenible, como en seis ediciones de la revista impresa.

El primer paso fue dar a conocer su historia, pues este afluente alberga innumerables mitos y leyendas desde épocas prehispánicas. Para los muiscas, por ejemplo, era un río sagrado. Le llamaban Funza, que significa varón poderoso o gran señor, y para ellos este afluente era el alma de la sabana. En sus aguas, que alguna vez fueron totalmente cristalinas, este pueblo indígena incluso hacía pagamentos con oro y rituales sagrados.

En la cuenca del río Bogotá habitan 542 especies de animales y hay 169 especies de plantas registradas. | Foto: Nicolás Acevedo Ortiz

Las 589.143 hectáreas de la cuenca hidrográfica del Bogotá son, además, un hervidero de biodiversidad. Allí habitan 542 especies de animales entre mamíferos, reptiles, aves y anfibios, y hay 169 especies de plantas registradas. Muchas de estas incluso son endémicas del altiplano cundiboyacense, es decir, que no existen en ningún otro lugar del mundo. La tingua bogotana, el cangrejo sabanero, el pez capitán y plantas como los frailejones o la margarita de pantano son solo algunos ejemplos de las especies únicas que alberga su cuenca y son cada vez más escasas por cuenta de la contaminación. Es por eso que mostrar la vida oculta de este afluente fue una de las prioridades de Grupo Río Bogotá.

Así mismo, este proyecto documentó los ecosistemas únicos que rodean este cuerpo de agua. Para ello fue clave recorrer varios de los municipios de las cuencas alta, media y baja del río Bogotá. Desde el municipio de Villapinzón hasta su desembocadura en el río Magdalena, en Girardot. Uno de los más importantes, sin duda, fue el páramo de Guacheneque, donde nace el río Bogotá a más de 3.400 metros de altura. Allí sus primeras gotas formaron hace cientos de años un inmenso cuerpo lagunar que hoy está fragmentado en 11 pequeñas lagunas por donde aún corre cristalino y prístino.

Luego de serpentear 11 kilómetros blindado de la contaminación, el Bogotá llega a Villapinzón y Chocontá, donde recibe el primer golpe por cuenta de las curtiembres ubicadas en estos municipios. Desde este punto, el afluente no para de recibir vertimientos, basuras y descargas de todo tipo, 90 por ciento arrojados por los bogotanos.

En la cuenca baja, el río Bogotá llega con un alarmante estado de contaminación. Tanto así, que para los más de 300.000 habitantes que habitan en los 15 municipios de este tramo es imposible interactuar con sus aguas. No obstante, la biodiversidad se abre paso en estos 120 kilómetros de recorrido. Ecosistemas como el bosque de niebla, lagunas, cascadas y bosque seco, además de varias especies de animales, aún luchan por sobrevivir.

Esta riqueza natural, sin embargo, necesita de manos solidarias que ayuden a preservarla. Es por eso que este proyecto visibilizó a los personajes y proyectos impulsados desde la sociedad civil que trabajan sin descanso con este objetivo. Vidal González, el primer guardabosque del páramo de Guacheneque; María Victoria Blanco, guardiana del salto del Tequendama; Jorge Emmanuel Escobar, director de la Fundación Humedales Bogotá; Darwin Ortega, director del Ecoparque Sabana; Luis Leguízamo (MacGyver), defensor del río en el municipio de Cachipay; Roberto Sáenz, director de la reserva Tenasucá de Pedro Palo, y la Fundación Étika Verde son solo algunos ejemplos de ello.

El cambio de hábitos y prácticas de los cerca de 12 millones de habitantes de su cuenca es fundamental para la recuperación del río Bogotá. Foto: Nicolás Acevedo

Pero la recuperación del río Bogotá no debe hacerse de manera aislada. Todos los actores que están involucrados en este proceso deben articularse y trabajar de manera conjunta para lograrlo. “Recuperar el río Bogotá es posible en la medida que cada vez más actores aumenten su sentido de pertenencia. La articulación, trabajo y esfuerzo direccionado hacia un mismo objetivo tiene mayor impacto cuando nos unimos actores de diversos orígenes”, dice Juan Sebastián Jiménez, director de Asuntos Públicos, Comunicaciones y Sostenibilidad de Coca-Cola.

Es por eso que Grupo Río Bogotá llevó a cabo seis eventos que, por cuenta de la pandemia, se hicieron de manera virtual. Estos encuentros fueron fundamentales para articular sectores públicos y privados, sociedad civil, organizaciones ambientales e instituciones. Así mismo, mediante una encuesta hecha con el Centro Nacional de Consultoría, que convocó a 1.200 habitantes, 83 industrias y empresas productivas, 20 universidades y organizaciones ambientales y 31 gobiernos locales, fue posible conocer la percepción que tienen diferentes actores frente a este afluente.

Otro de los puntos más importantes en este proceso es crear conciencia en la ciudadanía. De nada sirven las inversiones o la ejecución de megaobras si no hay un cambio real en el comportamiento de los cerca de 12 millones de habitantes de su cuenca. “Se necesita un cambio en la cultura y las costumbres de nuestros hogares para que así podamos conservar y mejorar las condiciones. En este caso, el objetivo primordial es lograr que, en un mediano plazo, se empiece a mejorar la calidad de agua del río Bogotá”, afirma Gloria Giraldo, representante legal de la PTAR Salitre.

Es por eso que fue clave producir contenidos de educación ambiental con el fin de crear sentido de pertenencia en la ciudadanía. También fue importante mostrar iniciativas pedagógicas impulsadas desde otras instituciones o empresas como Apartamentos El Río, del Banco de Bogotá. “Amoblamos un apartamento con algunos de los desechos que se encuentran diariamente en el río Bogotá para llamar la atención y generar conciencia sobre cómo estamos contaminándolo”, explicó Ana Alejandra Jiménez, gerente de Sostenibilidad de la entidad financiera.

Aún prevalecen muchos retos en este camino. Sin embargo, cada vez son más las personas que se suman a la protección de este afluente, que debería convertirse en una prioridad a lo largo de toda su cuenca. Solo así sus habitantes podrán seguir beneficiándose de sus servicios ecosistémicos, sociales, económicos y culturales.

¿Qué es el Grupo Río Bogotá?

El Grupo Río Bogotá es una iniciativa de la Fundación Coca-Cola; el Banco de Bogotá, del Grupo Aval; el consorcio PTAR Salitre y SEMANA, que, por medio de contenidos periodísticos, eventos y foros a lo largo de un año posicionó en la agenda nacional la importancia y el potencial del afluente. Un esfuerzo que comienza por conocer y entender su pasado, su origen y su lucha por sobrevivir. Este grupo trabaja en la articulación de sectores y actores que inciden en la cuenca, desarrollando alianzas para establecer su estado y uso, sensibilizando a la población y dando a conocer proyectos comunitarios. También sirve de puente entre autoridades ambientales, campesinos e industriales, y de esta manera promueve iniciativas en pro del río, apoya la veeduría a las inversiones y consolida proyectos de investigación y educación ambiental.