El jueves de la semana pasada el terrorismo regresó a Bogotá. A las 5:27 de la mañana un carro bomba cargado con más de 50 kilos de anfo estalló en la carrera séptima con calle 67, justo al frente de las instalaciones donde funciona la cadena Caracol Radio. La detonación dejó seis heridos y, según las cifras oficiales, produjo destrozos materiales en 1.100 apartamentos del sector. El ataque terrorista causó desconcierto. Desde hace varios años, la capital de la República no sufría un atentado de esas características. Bogotá estaba relativamente blindada contra este tipo de acciones por parte de la guerrilla. Los frentes que rodeaban la ciudad habían sido prácticamente desarticulados por la fuerza pública, y los intentos de ejecutar acciones por parte de comandos guerrilleros adscritos a redes urbanas o a columnas móviles enviados desde otras zonas del país generalmente eran frustrados gracias a una eficaz acción de la inteligencia del Ejército o la Policía, que lograban neutralizar los golpes y arrestar a los terroristas. En los últimos tres años, por encima de cualquier otra ciudad del país, Bogotá se había convertido en un lugar donde las Farc prácticamente no tenían margen de maniobra. Por eso sorprende tanto el atentado de la semana pasada. Pero no es lo único.Una hora después de la explosión, llegaron hasta el lugar del atentado el presidente Juan Manuel Santos; el ministro de Defensa, Rodrigo Rivera; el ministro del Interior y de Justicia, Germán Vargas, y la cúpula de la Policía. Tras rechazar enfáticamente el ataque, ninguno de los funcionarios se apresuró a señalar a las Farc como responsables, una actitud prudente que se extendió durante los siguientes días y que, de paso, contrastó fuertemente con lo que ocurría durante la era Uribe, en la que primero se señalaban responsables y después se investigaba. El único funcionario del gobierno que señaló a la guerrilla como responsable fue el director del DAS, Felipe Muñoz, quien dijo que unas grabaciones e información de inteligencia recolectada días antes del ataque señalaban que alias 'Grannobles' había impartido la orden de ejecutar ataques contra medios de comunicación. Hecho que no deja de ser curioso, por decir lo menos, ya que si era cierto que existía información sobre un eventual atentado, lo lógico era haber intentado evitarlo o por lo menos alertar a los principales medios nacionales.Si bien el gobierno fue prudente en señalar responsables, no pocos sindicaron a las Farc de la autoría del ataque. El vehículo usado, un Swift robado a finales de julio pasado a un suboficial del Ejército, había sido cargado con anfo y dos dispositivos para hacerlo estallar cuatro minutos después de dejarlo abandonado frente al edificio de Caracol Radio. Ese tipo de explosivo y el modus operandi ya habían sido usados por las Farc en varias oportunidades en el pasado. Aunque para algunos ese es un fuerte indicio que señalaría a la guerrilla, la realidad es que armar un carro bomba con esas características no es ni muy difícil ni exclusivo de las Farc. No menos extraña fue la hora en la que los terroristas programaron la explosión: 5:27 de la madrugada. A esa hora hay muy pocas personas en la calle en ese sector, lo cual hace pensar que el objetivo era causar la menor cantidad de muertos y heridos. En los ataques habituales de las Farc, tratar de minimizar víctimas no es prioridad. Y normalmente sus acciones tienen como objetivo primordial la fuerza pública o alguna entidad del Estado.A pocas horas del atentado, la página de Internet Anncol, que usualmente reproduce comunicados de las Farc, negó la responsabilidad de la guerrilla en el hecho. Sin embargo, en la bomba del club El Nogal o en la masacre de los diputados del Valle también se expidieron comunicados negando esas acciones, que tiempo después terminaron aceptando las propias Farc. No obstante, no deja de ser llamativo también el momento político en el que ocurrió el atentado.Hace tres semanas el jefe de las Farc, 'Alfonso Cano', divulgó un video en el que abría la posibilidad de buscar un acercamiento con el gobierno del presidente Santos. La propuesta fue acogida por el nuevo gobierno, que dejó abiertas las puertas de un eventual diálogo con condiciones. Aunque la lógica de la guerrilla no es la misma del país, y no pocas veces sus discursos van en una dirección contraria a sus acciones, no tendría ninguna lógica ejecutar un acto terrorista como el de la semana anterior que, de comprobarse la responsabilidad de las Farc, podría llevar eventualmente a que el gobierno se vea obligado a cerrar cualquier posibilidad de negociación, al menos a corto plazo. Hay otra hipótesis bajo consideración, que toma cada vez más fuerza y apunta, irónicamente, a que fuerzas oscuras de la extrema derecha pusieron la bomba. Los recientes anuncios del presidente Santos no han caído nada bien entre estos fanáticos. La puerta del diálogo que abrió con Cano sumado al restablecimiento de relaciones con Venezuela han generado inquietud. El carro bomba estalló a escasas 48 horas después de la cumbre entre Santos y Hugo Chávez, en la cual quedaron superadas profundas diferencias y las relaciones entre los dos países adquirieron una nueva dinámica. No es descartable que lo que el ex presidente Virgilio Barco llamó las "fuerzas oscuras" esté tras el ataque con la intención de enviar un mensaje al nuevo gobierno y tratar de torpedear cualquier intento de paz con las Farc o con Chávez. Es claro que los terroristas buscaban generar ruido y zozobra. En la zona están dos de las emisoras más importantes del país, Caracol Básica y W Radio, junto con la agencia internacional de prensa EFE.Una de las preguntas esenciales que hacen los investigadores cuando ocurre un atentado es: ¿a quién beneficia? A las Farc, evidentemente no. El rechazo fue total y hasta las personas más amigas del diálogo dijeron que si se confirmaba la autoría de la guerrilla, no se podría negociar. A simple vista, los que más ganan con el atentado son aquellos que quieren que el Presidente asuma una posición radical, o como dijo el ex candidato presidencial Gustavo Petro, "llevar al actual gobierno a la postura del anterior". Por eso es tan entendible y encomiable la prudencia del gobierno y la Fiscalía en el manejo de este asunto. Al cierre de esta edición, el fiscal general encargado, Guillermo Mendoza, insistía en que aún es aventurado señalar algún responsable del carro bomba. Dilucidar quiénes estuvieron tras el ataque se convierte en una prioridad para la justicia, el gobierno y el país.