Ningún alcalde y gobernador que se posesionó en enero imaginó que meses después se enfrentaría al mayor desafío de su vida: atender la emergencia sanitaria de la covid-19. Tampoco el presidente Iván Duque y sus ministros. Nadie estaba preparado para una pandemia que puso al mundo patas arriba.
El presidente y los mandatarios locales y regionales tuvieron que cambiar sus planes para 2020 y adaptarlos con el fin de dar la batalla contra el virus. El desafío fue mayor porque el aprendizaje se dio sobre la marcha. Los líderes conocieron de unidades de cuidados intensivos (ucis), de ventiladores, de sus diferencias de instalación dependiendo de las condiciones: que se deben calibrar, que es muy distinto si se necesitan en Bogotá o en Cartagena. Todo esto sumado a la realidad del precario sistema de salud colombiano. Regiones en donde no se contaba ni una uci ahora la tienen. En general, el trabajo de Duque y su ministro de Salud, Fernando Ruiz, en coordinación con alcaldes y gobernadores, fue bueno. Hubo una acción articulada para evitar el colapso del sistema de salud. Y las encuestas así lo evidencian. Cuando inició el confinamiento, el apoyo a la gestión de Duque subió. En la encuesta Invamer de abril aumentó 29 puntos y tuvo una aprobación del 52 por ciento. Claudia López, en Bogotá, alcanzó el 89 por ciento, y Daniel Quintero, en Medellín, el 84. Fue un voto de confianza a la institucionalidad.
Pese a las dificultades y carencias presupuestales, el Gobierno nacional y las administraciones departamentales y locales, sumado a los órganos legislativos y de control, han jugado un importante papel de liderazgo. Han tomado medidas impopulares para evitar el desborde de la enfermedad y de las consecuencias sociales que esta ha traído. Basta con decir que el país no ha vivido la imagen dantesca de Guayaquil. Por su parte, los organismos de control han ejercido un activo liderazgo para evitar que los dineros destinados a reducir los efectos de la pandemia sean robados o malgastados.
En general, a pesar de algunas críticas y a pocos lunares, en el cierre de 2020, el balance de todo el aparato institucional es positivo. Cada vida que se perdió dejará una huella profunda en cada familia. Los pronósticos de los epidemiólogos eran realmente catastróficos, pero la institucionalidad, aun con sus defectos, se puso a prueba, funcionó y evitó que la tragedia de la covid-19 fuera mucho mayor.
2021 será un año retador. A la par con el desafío de adquirir y distribuir la vacuna en Colombia, viene una reactivación económica más intensa. El reto de liderar la recuperación económica y social no es fácil, pero el aparato estatal ha dado muestras de poderlo hacer.