El ‘lobby‘ es una de las actividades más comunes e importantes de la política. Los parlamentarios, funcionarios, empresas y particulares frecuentan reuniones entre las diferentes ramas del poder para exponer sus necesidades y sus intereses por los que han sido elegidos o por los cuales resultan afectados. Algo apenas normal en una democracia. Sin embargo, algunas de estas reuniones derivan en hechos de corrupción y episodios cuestionables desde el punto de vista ético. A veces hay intercambios de dinero, puestos y favores por debajo de la mesa. Por eso, siempre ha surgido la necesidad de regular el ‘lobby‘ o cabildeo, una idea que cada tanto un congresista se atreve a presentar, pero al final es una pelea que parece imposible de ganar, entre otras cosas porque resulta un tema complejo que no genera votos y al cual todos dicen apoyar, pero en últimas se oponen.
Andrés García Zuccardi será quien dé la pelea de nuevo. El senador del partido de La U buscará recoger lo que ya han presentado sus colegas en el pasado. El proyecto busca crear un Registro Obligatorio de Actividades de Cabildeo (ROC), en el que los ‘lobbistas‘ se inscriban y detallen los intereses de su labor. Entre los requisitos se encuentra que deberán identificarse, decir a qué se dedican, a quién representan, la frecuencia de su actividad, los gastos de su gestión, las fuentes de financiación, las contribuciones políticas, los cargos públicos que han ocupado y los fondos públicos recibidos. El primero en presentar esta idea fue el entonces senador Germán Vargas Lleras en 1999. Según dice, en esa ocasión ni el Gobierno ni los gremios ayudaron. “Por debajo de la mesa se encargaron de cabildear para que no pasara el proyecto de cabildeo”, recuerda. Carlos Fernando Galán volvió a intentarlo en 2014. En ese mismo año, Alfredo Rangel y Rodrigo Lara lo tramitaron en Cámara. Ninguno de los dos logró prosperar. En 2016 Galán quiso dar la pelea de nuevo y contó con el apoyo de Rosmery Martínez, su hermano Juan Manuel Galán, Angélica Lozano y el hoy presidente Iván Duque. Pero tampoco prosperó. En 2018 José David Name lo presentó y Lara lo acompañó de nuevo. En esencia, pedían lo mismo que en las ocasiones anteriores: crear un registro en el que los cabildantes detallen su actividad. Pero esa vez tampoco pasó.
Lara dice que un proyecto de ‘lobby‘ nunca se va a regular en el país porque el debate en Colombia es muy superficial e idealista, y que nunca se verá con buenos ojos esta práctica apenas normal en otras democracias como la estadounidense. Tampoco considera que funcione importar el modelo anglosajón al sistema colombiano, porque allá los políticos reconocen que tienen intereses y no está mal visto, y acá sí. Por eso, comenta que lo primero que se debe hacer es “reformar la pérdida de investidura; si no, es imposible”. Considera que el problema radica en los conflictos de interés de los parlamentarios, que no se pueden negar, pero que deberían ser claros públicamente y no verse tan mal como son percibidos en la actualidad. “El conflicto de interés es inevitable, lo grave es el delito”, dice. Según comenta, un proyecto de ‘lobby‘ como está el panorama en el país nunca se va a poder regular porque es incompatible con el sistema actual. “No se puede pedir a la gente que haga una declaración que al otro día va a servir para que le corten la cabeza”, asegura Lara. García Zuccardi dice que este proyecto no ha logrado prosperar por dos razones. La primera es que hay particulares tan poderosos, más allá de los congresistas, que gozan del beneficio del anonimato para moverse entre las ramas del poder y que su influencia es tanta que los mismos congresistas les tienen pavor. La otra razón es que la actividad del ‘lobbista‘ ha sido estigmatizada como algo particularmente malo, pero precisamente es lo que la ley quiere cambiar. En Estados Unidos, por ejemplo, el cabildeo es legal desde 1995, pero también es una discusión que empezó tiempo atrás y es una ley que se ha ido reformando.
Para lograrlo esta vez, García ha planteado una estrategia. Dice que antes de radicar la ponencia en la comisión para que inicie el trámite, buscará que cada partido declare ante la secretaría por escrito si apoya o no el proyecto. Con esto busca evitar que los congresistas le digan verbalmente que lo acompañan, pero que al momento de votar lo hundan. Esta pelea no le representa muchos votos a Zuccardi y sí un gran desgaste, más en estos momentos en los que las personas esperan proyectos que reduzcan directamente el efecto de la pandemia. Sin embargo, un proyecto de ‘lobby‘ sería fundamental para darle transparencia al Estado en un momento en el que las personas poco confían en sus representantes y en las ramas del poder. Pero, como en años anteriores, el panorama no parece muy favorable para su aprobación.