Hace una semana, después del bombardeo del Ejército y la Policía en la vereda Santa Rita, en zona rural de San Vicente del Caguán, Caquetá, contra alias Iván Mordisco y su gente, se desató una tormenta que impidió que las tropas pudieran ingresar inmediatamente al área de la operación.

Ese fue el tiempo que habría aprovechado un comando de las disidencias, bajo órdenes de alias Calarcá, para entrar y llevarse varios cadáveres. Entre ellos estaría el de Mordisco.

En la hierba quedó la evidencia de cómo fueron arrastrados los cuerpos ensangrentados. Varias horas después, cuando llegó la fuerza pública, hallaron solo diez cadáveres, entre ellos el de la compañera sentimental de Mordisco y varios integrantes de su primer anillo de seguridad.

En el lugar había una boina con los distintivos de la organización criminal de Mordisco. También estaba su celular y varios computadores que ya permanecen en cadena de custodia.

Por eso, fuentes de inteligencia aseguran que el cabecilla estaba en el sitio en el momento del bombardeo. Como si todo esto fuera poco, las interceptaciones a las comunicaciones de las disidencias de las Farc dan cuenta de los reportes y las conversaciones de la gente de Mordisco, en las cuales dicen que hay que informarle inmediatamente a Calarcá, quien sería el reemplazo de Mordisco y quedaría al mando de la organización delincuencial. Además, se escucha, entre lamentos, que ojalá “Mordisco descanse en paz”.

Desde el mismo instante de la llegada del Ejército y la Policía a la zona del bombardeo se inició un rastreo en toda el área. Informaciones de inteligencia confirmarían que Calarcá y sus secuaces se habrían llevado el cadáver de Mordisco para sepultarlo. Por esa razón, las autoridades están empeñadas en encontrar la tumba.