Piedad Córdoba se convirtió en uno de los más grandes cimbronazos de la campaña de Gustavo Petro. El Pacto Histórico decidió incluirla en su lista cerrada para Senado y su alta votación la dejó dentro de la bancada como el miembro más incómodo. Los problemas la han perseguido desde hace años, pero en 2022 le explotaron todos en cascada.
Casi que no hay semana en la que Córdoba no sea protagonista de las noticias por un escándalo: sus polémicas como la “madrina” de Álex Saab y los negocios que habría tenido con él, el llamado que le hizo la Corte Suprema, su misteriosa detención en Honduras por llevar fajos con miles de dólares, la captura de su hermano, las supuestas asesorías a las Farc para que dejaran de últimas la liberación de secuestrados como Ingrid Betancourt y, la peor para la campaña, sus visitas a los extraditables.
Dentro del Pacto Histórico, este último hecho se vivió con angustia y rabia. En una de las reuniones, Roy Barreras advierte que conocen de esos movimientos y que este escándalo puede aparecer en cualquier momento.
“Hay visitas a las cárceles, al pabellón de extraditables, de gente del Pacto Histórico, ofreciéndoles la no extradición a los extraditables... En los pabellones se reunieron”, señala Roy ante Clara López Obregón y Eduardo Noriega. Y ahí se adelanta a lanzar una propuesta: “prepararse” para la tormenta y anticiparse al estallido político y judicial, como quien “estalla controladamente” un explosivo.
En otra reunión del comité directivo de la campaña, en la que participan más personas, y cuando ya el escándalo ha estallado, el tema se vuelve una discusión más acalorada. Alfonso Prada advierte: “En el tema de la extradición y las cárceles, hay identificación, seguimiento, grabaciones, tienen todas las horas de las reuniones”. Luis Fernando Velasco pega el grito y dice: “No sea pendejo”.
En la reunión se plantea una suspensión para la senadora. Ahí interviene Velasco. Para él, esa salida es equivalente a decirle “quédese con la curul y siga haciendo barbaridades”. Agrega que justo “esas son las cagadas que se hacen por escoger mal. Y por haberle entregado a unos irresponsables”. Velasco habla visiblemente molesto y concluye: “No joda, es que nos metieron unos goles muy berracos… No es ir a pedirle el favor, es ir a hablarle duro”. Para Velasco lo que debe hacer este comité directivo es rodear a Gustavo Petro y decirle que cuentan con su apoyo para tomar medidas.
¿Qué hacía Piedad Córdoba buscando a los extraditables? En principio, su versión fue la siguiente. “Como es de público conocimiento, mi hermano Álvaro (Freddy Córdoba) se encuentra privado de su libertad con fines de extradición por una acción de entrampamiento, orquestada por agentes de la DEA para afectar la campaña electoral del Pacto Histórico, como ha denunciado el mismo Gustavo Petro”.
SEMANA publicó las imágenes que prueban que ella entraba a este pabellón de la cárcel, pero que esa versión de afecto fraternal no era del todo cierta. La senadora electa había registrado un permiso para visitar al narcotraficante Juan Carlos Cuesta, conocido con el alias de Gordo Rufla, integrante del Clan del Golfo y pedido en extradición por Estados Unidos. Este ingreso está documentado y sucedió el sábado 19 de febrero. Se trataba de una visita a un criminal peso pesado.
Cercano a Otoniel, Cuesta sembró terror en el país. Las autoridades lo señalan del “acopio de cocaína para ser traficada a Estados Unidos y en la ubicación de lanchas y medios de transporte marítimo para que esa cocaína fuera transportada”. El Tío Sam lo llamó a responder allá también. En otra visita, su contertulio fue Antonio Gómez López, un empresario venezolano al que le expidieron orden de captura en su país de origen en 2013.
El hombre fue señalado por varios delitos, como asociación para delinquir, legitimación de capitales, contrabando agravado y obtención de divisas de manera fraudulenta. ¿Qué hablaban? ¿Tenía algo que ver con la campaña? Son preguntas que quedan abiertas. La senadora emitió una aclaración pública. “No he negociado nada a nombre del Pacto Histórico ni de Gustavo Petro”, dijo. Agregó que efectuó esa visita en su calidad de abogada y haciendo uso de su tarjeta profesional.
“Álvaro tiene derecho a su presunción de inocencia y a ser juzgado acorde a las leyes colombianas, por lo que lo he respaldado familiar y legalmente, pero ello no implica ningún acuerdo clientelar con capos del narcotráfico para conseguir apoyo electoral ni para ofrecer promesas incumplibles, máxime si se habla de privados de libertad en cárceles distintas a La Picota”, afirmó. Días después, ella misma publicó una carta de Cuesta en la que el narco decía que el “objetivo de dicha visita consistía en dialogar conmigo para establecer si yo tenía conocimiento sobre algunos aspectos de interés para la defensa del señor Álvaro Córdoba”.
La efectividad y rapidez de la carta del delincuente, lejos de aclarar las dudas, las amplió. A finales de abril, Gustavo Petro decidió zafarse definitivamente de Piedad y apartarla de su campaña “hasta que pueda resolver, ojalá favorablemente, las sindicaciones jurídicas que se le hacen”.
En el debate de SEMANA y El Tiempo, el candidato fue aún más duro. Ante la pregunta de si extraditaría a Piedad Córdoba, contestó con un tajante sí, mientras las pruebas fueran contundentes. Luego, cuando la senadora electa fue detenida en Honduras, agregó: “¿Qué diablos se fue a hacer allá y cómo se le ocurrió hacer una cosa de esas...? A mí me pareció algo absurdo. Ella debe asumir la defensa de los procesos que está enfrentando, mientras no salga de eso no estará en nuestra campaña”. Piedad contestó con cierta ironía a esa sacada.
“Nada más lejano a mi interés que ser usada como excusa de los enemigos de la democracia para que se empañe nuestra inminente victoria electoral”, dijo en su cuenta en Twitter. Ya lo había advertido antes en uno de los comunicados en los que trató de explicar qué hacía en la cárcel: “Esta palenquera de la política prolongará su batallar”.