Un joven en el suelo sostiene un rifle de asalto. Mira tímidamente un objetivo que no existe mientras dos exguerrilleros a cada lado le dan indicadiones sobre cómo usar el arma. Atrás, otros uniformados armados están en medio de la selva y se convirtieron en la mañana de este miércoles en la imagen con la que The New York Times decidió ilustrar su artículo ‘Una paz frágil‘, un reportaje que narra los detalles de cómo según una investigación del medio, algunos exguerrilleros de las Farc empiezan a alzarse en armas nuevamente. "Desilusionados con la vida civil y ante la amenaza continua de los paramilitares, un grupo de exguerrilleros de las Farc han vuelto a tomar las armas y ponen en peligro la permanencia de un acuerdo de paz también cuestionado por el presidente Iván Duque", inicia el artículo que apareció en la portada del NYT. El informe contiene detalles que solo se pueden conocer accediendo a la espesa selva del país. Hasta allí llegaron Nicholas Casey y Federico Ríos para describir cómo uno de los temores más fuertes del proceso de paz con la exguerrilla se hizo realidad.Puede leer: El abecedario guerrillero, el origen del mundo y cómo tomarse un pueblo: los manuales de las FarcUn grupo de disidentes, escondidos en unas montañas al norte de Medellín, decidió contarles los motivos por los que abandonaron el proceso de reintegración. "El gobierno prometió llegar a las tierras antes controladas por rebeldes de las Farc para proveer salud, educación y agua potable, pero apenas si tiene presencia en el país", se lee en los primeros párrafos. Según el medio, aunque el gobierno prometió una nueva vida en la sociedad, los exguerrilleros se sintieron acorralados por grupos paramilitares "que intentaron hacerse del control que habían abandonado los rebeldes". Uno de los integrantes le comentó a los periodistas que aunque las Farc dijo haber entregado todas las armas, en realidad todavía conservaban en su poder algunas otras, las viejas. Otra de las preocupaciones resaltadas en el artículo no solo es que ellos vuelvan a tener armas sino que creen alianzas con fuertes estructuras delincuenciales. "El regreso al campo de batalla fue difícil. La estructura central de comando de las Farc, que era la que transmitía los mensajes y órdenes entre los frentes, ya no existía, y el grupo disidente estaba solo. Pero pronto encontraron reclutas", escriben.Puede leer: La revolución epistolar de las FarcEl reportaje recoje los últimos traspiés que ha sufrido la Farc ya como fuerza política. El paradero de varios alfiles de la extinta guerrilla se desconoce y esto ha generado zozobra en los militantes que han decidido apartarse del proceso. “Si Iván Márquez deja el proceso de paz y se une a los disidentes, entonces todo el proceso podría fracasar”, les dijo Jeremy McDermott, codirector de Insight Crime.Según la investigación, uno de los primeros retos del grupo fue encontrar protección. Y por eso, empezaron a buscar aexcompañeros que también han retomado las armas en otros sitios, entre ellos alias Guacho, el retor del Pacífico quien controla el tráfico de cocaína en la frontera con Ecuador. El día a día de este grupo es descrito con minucia en el reportaje. "El día comienza antes del amanecer. Los milicianos se despiertan en sus hamacas, toman café y empiezan sus clases, en las que discuten los escritos de Karl Marx y de revolucionarios latinoamericanos, como el cubano José Martí. Cada uno o dos días levantan el campamento y marchan durante horas en la selva", narra el artículo.Puede interesarle: El dosier secreto de las FarcAunque la investigación reconoce la amenaza de estas nuevas figuaras, afirma que las disidencias llegan debilitadas y con ambiciones menos grandes que las que antes. "No queda claro si esta nueva rebelión en Colombia crecerá, será aplastada o se desvanecerá. El camino es complicado sin importar el resultado", finaliza el artículo.