Una de las debilidades del expresidente Álvaro Uribe son los caballos, una afición que parece llevar en la sangre, en su ADN, y que lo invadió desde la cuna, pues desde hace más de cinco décadas su familia, de vocación ganadera, también ha estado vinculada a la cría de caballos de paso fino. Por eso, en Antioquia no resulta extraño verlo en exposiciones equinas, con sombrero aguadeño, poncho terciado, y hasta de saco y corbata, sentado sobre los lomos de los mejores caballos de paso fino de la región. En YouTube son numerosos videos en los que se ve a Uribe como un experto chalán, incluso alguna vez se sometió a la más dura prueba de equilibrio, cuando jineteó un caballo con una tasa de tinto en la mano sin que se le regara. La pasión de Uribe por los caballos también ha llegado a tal punto que en muchas ocasiones ha recurrido a los secretos de la cría y la doma equinas en sus discursos. Pocos días después de haber sido elegido presidente, en 2002, comparó el Gobierno con la doma de los caballos, en una metáfora que se hizo célebre: “El caballo exige que, antes de pensar en disciplinarlo, uno tenga que disciplinarse a sí mismo para lograr el equilibrio. Porque el caballo no acepta zalamería ni maltrato; exige equilibrio. Lo mismo que exige el Gobierno”. Ahora, aunque suene paradójico, Uribe y sus caballos tienen frenada la ley contra el maltrato animal, proyecto que está a un solo debate de convertirse en ley de la República y al que sólo le falta la aprobación de la plenaria del Senado. El proyecto es del representante liberal Juan Carlos Losada y pretende imponer drásticas sanciones, desde penas entre 12 y 36 meses de cárcel y multas entre cinco y 50 salarios mínimos, para quienes maltraten animales. Además, busca ser la primera ley en el país que califica a los animales como seres sintientes y sujetos al reconocimiento de derechos. La semana pasada, el proyecto estuvo a punto de convertirse en ley. La ponencia fue aprobada, pero cuando se iban a empezar a discutir los artículos el senador Uribe, aunque anunció públicamente su respaldo a la iniciativa, se negó a votarla. La razón fue muy sencilla. Pedía que en la redacción del texto se excluyera la cría de caballos de las posibles sanciones por maltrato animal. Uribe, como buen conocedor del tema, explicó que la práctica de la castración es muy frecuente e indispensable para el manejo de los caballos. Desde tiempos ancestrales, la castración en la cría de caballos obedece a dos razones. La primera, como método de selección para el depuramiento de la raza. La segunda, para el manejo de los equinos, pues a veces la castración es el único método para hacerlos más dóciles y bajar su temperamento. De hecho, en las competencias de caballos de paso fino siempre existe una categoría para castrados, denominada caballos capones. Uribe llamó la atención de que, por esta ley, no fueran a ser castigados ganaderos y vaqueros que con frecuencia recurren a la castración, lo que podría ser visto como una conducta de agresión a los animales. El senador Juan Manuel Galán, ponente del proyecto, atribuyó al Centro Democrático el hecho de que no se hubiera votado este proyecto la semana pasada. “Les explicamos hasta el cansancio que el proyecto mantiene esas excepciones, pero las explicaciones no les sirvieron y prefirieron salirse en medio de la verificación del quórum para levantar la sesión. Es una lástima que no respalden decididamente el proyecto, en público anuncian su respaldo, pero en privado, ningún tipo de redacción les sirve, entonces es muy complicado trabajar así”, explicó Galán. Según el ponente, el proyecto contra el maltrato animal mantiene las mismas excepciones del estatuto animal de 1989, una ley que excluye de las sanciones las actividades económicas con animales como la ganadería y la piscicultura, el control de animales silvestres bravíos y salvajes, así como los espectáculos de tradición cultural con animales, como las corridas de toros, las corralejas, las riñas de gallos, o el coleo. Esta es la última tensión del proyecto que tiene en vilo a los animalistas que llevan varias semanas a la espera de que el Senado le dé vía libre a esta ley. La próxima semana tendrán una nueva oportunidad. Esta vez necesitan un acuerdo con Uribe.