El proyecto Grupo Río Bogotá, una alianza que busca proteger y potenciar el afluente, sensibilizar a la ciudadanía y poner al río en la agenda nacional, quiso investigar cómo ve la gente a este cuerpo de agua que abarca 46 municipios de Cundinamarca y la capital del país, y cuya cuenca responde por 32 por ciento del PIB y 26 por ciento de la producción nacional.

Una encuesta realizada por medio del Centro Nacional de Consultoría (CNC) les midió por primera vez el pulso a 1.200 habitantes, 83 industrias y empresas productivas, 20 universidades y organizaciones ambientales y 31 gobiernos locales que hacen presencia en las cuencas alta, media y baja. La idea era conocer las diversas opiniones y percepciones sobre el río sagrado de los muiscas.

El sondeo, realizado durante octubre a través de llamadas telefónicas y medios virtuales debido a la pandemia del coronavirus, indagó sobre la visión que la población tiene del río, las acciones que hacen sus habitantes para recuperarlo, las principales problemáticas y fuentes de contaminación, la percepción del uso y del trabajo de las entidades, así como los compromisos a futuro.

El 21 por ciento de los encuestados considera que el principal beneficio que provee el río es la conservación de la fauna y la flora.

Lo primero: la estampa de la cloaca sigue viva en los pobladores del afluente. Cerca de 28 por ciento de los ciudadanos y 18 por ciento de las industrias lo ven como un río sucio, mientras que 23 por ciento de las entidades, alcaldías y 20 por ciento de las universidades y organizaciones ambientales lo consideran como un afluente enfermo.

Esta percepción coincide con los certeros golpes que recibe el río en su trayecto, como las 690 toneladas de carga contaminante diarias que le son inyectadas en su paso por la capital; los químicos de las más de 400 curtiembres que albergan el barrio San Benito, en Bogotá, y los municipios de Villapinzón y Chocontá; y los vertimientos de más de 12 millones de habitantes de la cuenca.

De los 380 kilómetros del río, tan solo 11 cuentan con aguas cristalinas, un tramo que forma parte de su nacimiento en el páramo de Guacheneque. Según la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), 73 por ciento del afluente en la cuenca media cuenta con una calidad hídrica catalogada como mala. Esa categoría se extiende a 46 por ciento del agua de la cuenca baja y a 20 por ciento de la cuenca alta.

La vasta biodiversidad que ha sobrevivido en el territorio, representada en 542 especies de aves, mamíferos, reptiles, anfibios y peces, no es muy conocida por sus habitantes. De acuerdo con la encuesta, solo 14 por ciento de los ciudadanos resaltó como algo positivo la flora y la fauna presentes en la cuenca.

El 20 por ciento de los pobladores indicó que el río Bogotá no tiene nada positivo que resaltar. Entretanto, 22 por ciento de las compañías y 30 por ciento de los estudiantes aseguraron que el afluente presta servicios como turismo, agua potable y generación de energía, y 26 por ciento de las entidades resaltó el proceso de recuperación.

No lo ven descontaminado

En 2014, el Consejo de Estado ratificó la sentencia de descontaminación del río Bogotá, dada en 2004 por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, un hito sin precedentes en Colombia. La medida le impuso 154 órdenes a más de 70 entidades para recuperar el río de los muiscas.

Con un salvavidas financiero superior a los 6,5 billones de pesos, organismos como la CAR, el Acueducto de Bogotá y la Gobernación de Cundinamarca buscan devolverle lo más parecido a la cara original por medio de varias megaobras, como las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) Salitre y Canoas en la cuenca media y adecuaciones en su cauce para que recupere su forma natural.

La cuenca del río Bogotá aporta el 32 por ciento del PIB nacional.

La ampliación y optimización de la PTAR Salitre, que tratará 30 por ciento de los vertimientos que le llegan al afluente en la capital, empezarán a funcionar en marzo del año entrante, mientras que Canoas, que se encargará del 70 por ciento de las aguas residuales restantes, podría operar en 2028. Es decir que la posible transformación del río se daría a finales de esta década.

Sin embargo, los habitantes de la cuenca tienen poca fe en el proceso de recuperación del cuerpo de agua. La encuesta del Grupo Río Bogotá y CNC arrojó que 56 por ciento de los ciudadanos ve como poco probable que el río pueda restaurarse en los próximos diez años, panorama que en los estudiantes y organizaciones ambientales abarcó 63 por ciento de los entrevistados.

Ni siquiera las entidades y gobiernos locales ven con buenos ojos la futura descontaminación. El 55 por ciento de los encuestados cree que es poco probable, al igual que 65 por ciento de las industrias y empresas.

El manejo que le ha dado el Gobierno al recurso hídrico también está en saldos rojos. Más de 65 por ciento de los ciudadanos, 85 por ciento del mundo académico y 64 por ciento de las industrias manifestaron sentirse insatisfechos o muy insatisfechos con las acciones desarrolladas en el río Bogotá.

Sus verdugos

Para Rafael Mamanché, gobernador de la comunidad muisca Hijos del Maíz de Sesquilé, el río Bogotá representa una serpiente: la cabeza es el páramo, las curvas y los cultivos de quinua y maíz son la energía, las lagunas son las venas y la cola, su desembocadura. “Nosotros veneramos al río Funza. Por eso nunca nos situamos en las zonas de ronda, y veíamos como algo sagrado sus crecidas. Pero todas sus áreas de recarga fueron invadidas por el hombre, y lo contaminaron con sus descargas. Todos los golpes de los ciudadanos lo debilitaron, pero no está muerto, sino dormido. En cualquier momento despertará para reclamar lo que le quitaron”.

Los habitantes de la cuenca son culpables de las heridas y cicatrices que exhibe el río Bogotá en todo su cuerpo, lo que fue corroborado por el primer sondeo de percepción del afluente. Cerca de 52 por ciento de los 1.200 ciudadanos encuestados indicó que el principal problema del río es la contaminación causada por el hombre, seguido por la falta de cultura ciudadana (44 por ciento).

Los otros sectores también responsabilizan a la contaminación generada por el ser humano de ser la peor desgracia del río: 55 por ciento de los académicos, 63 por ciento de las empresas y 48 por ciento de las entidades y alcaldías.

“Si bien hay un acuerdo general de que el mayor problema del río es la contaminación, la cultura ciudadana, representada en el arrojo de basuras, es vista como un gran impacto. Los ambientalistas también ponen el foco en los vertimientos que se hacen directamente al río”, cita la encuesta.

El 97 % de las aguas del río Bogotá palidecen por cuenta de la contaminación. | Foto: Nicolás Acevedo Ortiz

Para el 41 por ciento de los habitantes, la principal fuente de contaminación son las basuras que le llegan al afluente, como bolsas plásticas y botellas. El 30 por ciento de la población del común le atribuyó el mayor impacto a las aguas vertidas al sistema de alcantarillado, al igual que 65 por ciento de las instituciones pedagógicas y 52 por ciento de los gobiernos locales.

Los industriales y empresarios concluyen que los productos químicos, como pesticidas, aceites de cocina, detergentes y jabones, que ingresan al río a través del alcantarillado, son su peor desgracia. Así lo manifestó el 39 por ciento de las compañías encuestadas.

El 60 por ciento de los ciudadanos informó que vive cerca de un cuerpo de agua, como ríos, humedales, canales, caños, quebradas y lagunas. El 21 por ciento de esta población manifestó que estos ecosistemas prestan servicios para la conservación de la flora y la fauna, y 13 por ciento brinda agua potable.

No obstante, los problemas ambientales también pululan en estos sitios acuáticos. El 30 por ciento de la ciudadanía aseguró que sus cuerpos de agua cercanos padecen por las basuras; 29 por ciento, por olores nauseabundos; y 11 por ciento, por vertimientos.

Parte del cambio

Para Carolina Urrutia, secretaria Distrital de Ambiente de la capital, la gestión y descontaminación del río Bogotá no pueden centrarse únicamente en el cumplimiento de las obligaciones dadas por la sentencia. “Esta discusión debe ampliarse a la responsabilidad diaria y cotidiana que tenemos los habitantes de la cuenca. Todas las obras que ya marchan para su descontaminación no serán efectivas si la ciudadanía no deja de darle la espalda al río y sigue arrojándole sus desechos”.

Urrutia recalcó que el renacer del río Bogotá no es tarea única de las autoridades, sino un trabajo de corresponsabilidad donde los ciudadanos, con cambios de hábitos sencillos, le aporten a su descontaminación, “como la separación y el reúso de residuos, uso de detergentes biodegradables, ahorro y uso eficiente del agua, y no verter grasas y aceites al sistema de alcantarillado”.

La encuesta de percepción del Grupo Río Bogotá y CNC arrojó que 76 por ciento de los habitantes considera que sí puede hacer algo para ayudar al afluente. El 87 por ciento de las empresas informó que cuenta con estrategias de producción limpia, y 60 por ciento de las instituciones educativas y ambientales ha desarrollado acciones pedagógicas que repercuten en la recuperación.

Los encuestados están dispuestos a cambiar varios de sus hábitos contaminantes, como no botar basura (44 por ciento de los ciudadanos), crear conciencia ambiental (34 por ciento) y hacer jornadas de aseo y limpieza por la ronda del río.

El 63 por ciento de las industrias pondrá su lupa en ahorrar materias primas en sus procesos productivos y 54 por ciento, en reducir la cantidad y peligrosidad de los vertimientos. La mitad de los estudiantes considera que el compromiso debe girar en programas de pedagogía y 48 por ciento de las entidades, en la recuperación de las rondas de los ríos.

“Los habitantes de la cuenca planean realizar comportamientos a favor de la recuperación del río. Los compromisos ciudadanos están enmarcados en reciclar y ahorrar agua, mientras que las empresas, entidades y organizaciones quieren aumentar la conciencia ambiental de otros”, concluyó la encuesta.

La población recomienda principalmente dos acciones para el renacer del río: sensibilizar y generar conocimiento sobre el manejo del agua e implementar controles ambientales para los vertimientos al alcantarillado y las aguas superficiales. “Además, los ciudadanos piden gestionar integralmente los desechos como las basuras para evitar que estos lleguen al agua”.

Fuente de desarrollo

Por lucir denso, oscuro y oloroso, la mayoría de los colombianos piensa que el río Bogotá no le presta ningún tipo de beneficio al país. Todo lo contrario; sin embargo, es visto como uno de los focos más contaminados en todo el planeta, una zona que nadie quiere mirar de frente.

Lo que muchos ignoran es que la cuenca del Bogotá le aporta casi 32 por ciento al producto interno bruto (PIB) nacional, debido a las actividades agrícolas, pecuarias e industriales que concentra. Según la CAR, basada en datos de la Cámara de Comercio, en los 24 municipios de las cuencas alta y media hay unas 20.600 industrias manufactureras, que les brindan empleo a más de 211.000 ciudadanos.

Agregado Norte, Chingaza y Tunjuelo, tres sistemas de la cuenca conformados por los embalses del Neusa, Sisga, Tominé, Chuza, San Rafael, Chisacá y La Regadera, son los encargados de abastecer con agua a más del 95 por ciento de la población de Bogotá y la sabana. Por su parte, en el embalse del Muña se produce energía para 2,4 millones de habitantes.

De acuerdo con gran parte de los encuestados, el principal uso del río Bogotá es el riego en agricultura y dar de beber al ganado. Así piensa 33 por ciento de los ciudadanos, 30 por ciento de los ambientalistas, 36 por ciento de las empresas y 35 por ciento de los gobiernos locales.

El río como fuente de energía y la industria para procesos de producción, fábricas y talleres aparecen como los otros usos que más predominan en la zona, según la percepción de la población, mientras que menos del 10 por ciento de los entrevistados lo ve como un sitio para el deporte o pasar el tiempo libre.

De frente al río

Aunque los habitantes de la cuenca no creen mucho que la descontaminación por fin llegue al río Bogotá a finales de esta década, sí consideran que con varias acciones se puede acelerar su recuperación.

Entre las recomendaciones dadas por la población están dar a conocer la gestión y los usos correctos del agua en la cuenca, como las conexiones que hay entre las aguas sanitarias y lluvias y el impacto de la escorrentía y la filtración en el suelo, además de crear beneficios o aprovechamientos directos para las personas que viven cerca del río.

Los grupos encuestados coincidieron en que es urgente aumentar el sentido de pertenencia que tienen hacia el río Bogotá y su cuenca, al igual que sintonizar a las personas para hacer limpiezas y acciones de recuperación ambiental. El 37 por ciento de los ciudadanos le pide al Gobierno identificar a los responsables de la agonía del río, mientras que 32 por ciento considera necesario fortalecer la presencia del Estado y el control de las entidades.

Sin embargo, cada uno de los grupos se comprometió a llevar a cabo acciones puntuales para apoyar la descontaminación del afluente, como reciclar papel, vidrio, aluminio y plástico y ahorrar agua; principales apuestas de los ciudadanos.

Para las industrias, empresas, universidades, organizaciones ambientales, entidades y gobiernos locales, el principal compromiso debe ser aumentar la conciencia ambiental mediante el conocimiento.

“Los habitantes de la cuenca consideran que tienen un alto nivel de conciencia ambiental, como es el caso de 57 por ciento de los ciudadanos y 64 por ciento de las industrias y empresas. Por su parte, las organizaciones educativas y ambientales y entidades y alcaldías aseguraron contar con un plan específico de cultura ambiental”.

Para Alejandro Santos, presidente del Grupo Semana, el primer pulso sobre la percepción que tienen los pobladores de la cuenca del río Bogotá permitirá fortalecer las acciones de educación ambiental en la cuenca. “La ciudadanía debe conocer la verdadera cara del río Bogotá, al igual que su historia y lucha por sobrevivir. La estampa como cloaca en el imaginario de la población tiene que desaparecer, para así empezar a ver de frente”.

El indígena muisca Rafael Mamanché concluye que es necesario reactivar el río Bogotá, pero de una manera armoniosa. “Debemos devolverle su cauce original, sus cientos de humedales desecados; dejar la construcción en sus rondas y sembrar árboles en sus tierras. Pero ante todo, tenemos que reconocerlo como una fuente sagrada de vida”.

*La encuesta, además de consultar a los habitantes de la cuenca hidrográfica, le midió el pulso a tres sectores estratégicos:

Pedagogía y educación: hace referencia a universidades y organizaciones ambientales.

Reguladores: gobiernos locales y entes reguladores ambientales.

Beneficiarios: sectores productivos (industrias, agricultura y ganadería).

¿Qué es el Grupo Río Bogotá?

El Grupo Río Bogotá es una iniciativa de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y SEMANA, que, por medio de contenidos periodísticos, eventos y foros, desde hace más de seis meses posiciona en la agenda nacional la importancia y el potencial del afluente. Un esfuerzo que comienza por conocer y entender su pasado, su origen y su lucha por sobrevivir.

Solo 11 kilómetros del río Bogotá tienen agua cristalina.

Este grupo trabaja en la articulación de sectores y actores que inciden en la cuenca, desarrollando alianzas para establecer su estado y uso, sensibilizando a la población y dando a conocer proyectos comunitarios. También sirve de puente entre autoridades ambientales, campesinos e industriales, y de esta manera promueve iniciativas en pro del río, apoya la veeduría a las inversiones y consolida proyectos de investigación y educación ambiental.

La Fundación Coca-Cola es la principal rama filantrópica de la Compañía Coca-Cola. Se creó en Estados Unidos como una organización benéfica que apoya numerosas iniciativas comunitarias locales de arte y cultura, programas de desarrollo comunitario y económico en ese país, así como iniciativas de prevención y concientización sobre el VIH/sida en África y Latinoamérica.

La fundación trabaja en tres áreas prioritarias. Empoderamiento de las mujeres: en el fortalecimiento económico y emprendimiento; protección del medioambiente: acceso a agua potable, conservación y reciclaje del agua; mejora de las comunidades: educación, desarrollo de jóvenes y otras iniciativas comunitarias y cívicas.

Por su parte, durante 150 años, el Banco de Bogotá ha sido un actor activo en la construcción de una sociedad incluyente y sensible con las problemáticas sociales y ambientales del país. Crea alianzas para alcanzar objetivos comunes que generen valor en el entorno.

Estas entidades se unieron a la iniciativa del Grupo Río Bogotá con el fin de poner en marcha acciones sostenibles que permitan fomentar la mitigación del impacto del cambio climático, la conservación del medioambiente y la protección de la biodiversidad.

El Consorcio Expansión PTAR Salitre es una alianza estratégica conformada en 2013. Está integrada por dos empresas internacionales y una compañía nacional que sumaron experiencia en el ámbito mundial en tecnologías en procesos industriales, técnicos expertos y equipo colombiano con experiencia en construcción y administración de obras para sacar adelante la ampliación y optimización de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales El Salitre, proyecto liderado por la CAR Cundinamarca, con financiamiento del Banco Mundial, que apunta al saneamiento y la recuperación del río Bogotá.

Ficha técnica

Grupo Río Bogotá encomendó al Centro Nacional de Consultoría (CNC) la realización de esta encuesta, que se llevó a cabo entre el 13 y el 20 de octubre de 2020 con el objetivo de conocer las opiniones y percepciones de los ciudadanos sobre el proceso de recuperación que está teniendo el río Bogotá.

El sondeo fue realizado a 1.200 ciudadanos, con un margen de error de 2,8 por ciento y 95 por ciento de confianza, de manera telefónica. A su vez, dentro del público objetivo se llevaron a cabo encuestas a 83 beneficiarios (sector productivo, 53; proyectos de ganadería y agro, 30); a 31 reguladores (gobierno local, 21; regulador ambiental, 10); y a 20 de pedagogía y educación mediante una aplicación multimodal.

Dolientes: ciudadanos. Universo de estudio: mujeres y hombres mayores de 18 años que habitan en los municipios de Cundinamarca en la zona de influencia del río Bogotá. De Bogotá y Soacha se tomó la zona geográfica más próxima al río –franja de 1,5 kilómetros desde el río–. El marco de muestreo utilizado fue la base maestra (un gran directorio telefónico) del CNC. El diseño de muestreo fue probabilístico estratificado en dos etapas con selección aleatoria simple de unidades de muestreo.

Se establecieron seis zonas para la realización del operativo de campo. En la primera etapa de muestreo se seleccionaron municipios; en la segunda, hogares a partir del marco de muestreo (directorio telefónico) en cada municipio de la muestra, y en cada hogar se encuestó al adulto que respondió el llamado del encuestador.