Las esperanzadoras noticias de los últimos días en torno a la efectividad de las vacunas contra la covid-19 han despertado el entusiasmo, la ilusión y la confianza en el planeta. Distintas iniciativas como las de Pfizer, AstraZeneca y Moderna han anunciado que la eficacia de sus vacunas supera el 90 por ciento. Estas novedades inyectaron optimismo en los mercados.
La semana pasada, el ministro de salud, Fernando Ruiz, anunció por medio de un tuit que el país ya había asegurado 20 millones de dosis de vacunas mediante el mecanismo Covax. Por esos mismos días, en el Congreso se discutía un proyecto de ley del representante Ricardo Ferro, del Centro Democrático, denominado ‘Vacunas para todos’. Aunque en el proceso de debate se incluyó una propuesta para que los estratos 5 y 6 pagaran la vacuna, al final de la discusión en su tránsito legislativo quedó garantizada su gratuidad para todos los colombianos, independientemente de su estrato social y de la ubicación geográfica. Además, la iniciativa contempla otros aspectos, como el mecanismo de vacunas por impuestos para que los empresarios hagan donaciones y tengan reducciones en sus tributos, y uno muy sensible: la cobertura en eventuales efectos secundarios por parte del Gobierno.
Sin embargo, a pesar de las buenas noticias y las habilitaciones jurídicas que se empiezan a abrir con el proyecto de ley –que deberá quedar para sanción presidencial en los próximos días–, hay inquietudes.
“Nos preocupa el tema de la oferta: que acudamos a los laboratorios y nos digan que pueden producir un número limitado de vacunas cuando se necesitan 50 millones. Ese es el cuello de botella: cómo garantizamos que no nos vaya a dominar la especulación en el mundo”, le dijo Ferro a SEMANA.
Y, por su parte, el ministro Ruiz puso en blanco y negro la situación. Explicó que el principal problema que se debe resolver es el de la cláusula de indemnidad. Por tratarse de una vacuna que no va a tener todo su desarrollo completo –que en condiciones normales demoraría otros dos o tres años–, los laboratorios no quieren asumir ninguna responsabilidad en el caso de que el producto genere efectos colaterales adversos en una parte de la población.
“Los laboratorios lo que plantean es que este riesgo sea asumido por los Gobiernos”, comentó el funcionario. Esto es así en el caso de las negociaciones directas con cada laboratorio.
Ruiz insistió en que hay unas 180 iniciativas de desarrollo de vacunas en todo el planeta, y que solo entre seis y nueve de ellas se encuentran en fase tres, que es la más avanzada. Advirtió que cualquier adquisición que haga un país va a ser en el marco de resultados parciales. Es claro que el mundo no puede esperar años a que se tengan los resultados definitivos, incluida la fase de estudios de efectos adversos.
La manera como se va a resolver el caso en Colombia es que, por medio del proyecto de ley, se faculta al Gobierno para adelantar la negociación en esas condiciones y se asigna al Instituto de Evaluación de Tecnologías en Salud para establecer efectos adversos y dictaminar estas situaciones desde el punto de vista clínico y científico. “En términos generales, un proyecto de desarrollo de vacuna demora ocho años, y estamos enfrentando procesos de adquisición y de uso de vacuna con iniciativas que solo toman seis, diez o doce meses y cuya aprobación se va a hacer en el ámbito de resultados parciales”, insistió el ministro.
Resaltó que el país no va a adquirir vacunas que no tengan un rango de efectividad aceptable y que no hayan sido aprobadas por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos o la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), así como por el Invima de Colombia.
De otra parte, también se van a adquirir vacunas en el marco del Covax, un mecanismo de demanda agregada en el marco de la Organización Panamericana de la Salud. Sin embargo, dijo que este instrumento tiene una limitante, y es que solo cubrirá las vacunas hasta el 20 por ciento de la población y solo estarían disponibles en el segundo semestre de 2021. Por ello, la negociación con los laboratorios se hace indispensable, para contar con al menos 15 millones de dosis durante el primer semestre de 2021.
Con este panorama, y sin contar el reto logístico para la vacunación, lo único claro es que el camino apenas va a empezar y su recorrido no será fácil.