En rueda de prensa en la Fundación Buen Gobierno, el presidente Juan Manuel Santos hizo el anuncio oficial en el que nombra a Germán Vargas Lleras como su fórmula vicepresidencial. "Germán Vargas cumple todos los requisitos necesarios para este cargo y el principal es que tenga todas las capacidades para ser presidente. Las tiene y además tiene la experiencia", dijo Santos. El mandatario también fue enfático al aclarar que la decisión no corresponde a ningún cálculo político ni a ninguna alianza electoral de última hora, "corresponde a una profunda convicción. En persona y como hombre público tiene cualidades, las cuales he podido ratificar y conocer mejor en los últimos cuatro años que hemos trabajado juntos. Hemos trabajado en la lealtad y la honestidad. Esas virtudes, cada vez son mas escasas en la política, las tiene Germán Vargas Lleras y por eso las aprecio en sobremanera". Santos destacó la labor de Vargas en su paso por los ministerios del Interior y de Vivienda, recalcó que en su paso por minIiterior logró hacer aprobar en el Congreso importantísimas reformas, entre las cuales se destacan la Ley de víctimas y restitución de tierras, ley que motivó un gran debate, pero que "al final ha sido señalada por el mundo entero como una ley ejemplar, pensada en el largo plazo, el bien común y aprobada en situaciones muy difíciles. También están la Ley de ordenamiento territorial, y podría seguir porque son 79, pero quiero resaltar su capacidad para lograr que esas leyes sean una realidad", concluyó el mandatario. Vargas Lleras agradeció la confianza brindada por el presidente. "Quiero acompañarlo en sus tareas de gobierno y es muy grato escucharlo. Colombia es un país con muchos problemas y la Vicepresidencia puede contribuir mucho si se le asignan funciones definidas, objetivos y metas en las cuales pueda consagrar el trabajo y el esfuerzo", aseguró. El exministro también aprovechó para destacar la importancia del tema de vivienda en el país, "qué bueno que pudiéramos fijarnos una meta de construir 1.200.000 casas más y continuar con el programa de gratuidad". En un análisis de Semana.com se dijo, cuando existía el debate entre el exministro de Vivienda y el general(r) Óscar Naranjo, que Germán Vargas Lleras era la opción más fuerte a la fórmula vicepresidencial de Santos. Germán Vargas Lleras inicialmente había rechazado cualquier posibilidad de ser vicepresidente, pero ha cambiado esa posición. Desde el momento en que decidió ignorar los cantos de sirena de quienes lo presionaban para lanzarse ya a la Presidencia, se la ha jugado lealmente por este gobierno. Eso lo ha puesto a pensar qué hacer con su vida en los próximos cuatro años si Santos es reelegido. El sector privado está descartado, pues nadie se lo imagina a él de banquero, gerente de una empresa o dirigente gremial. Él lo que sabe es hacer política y ejecutar. Y esos dos atributos son unos activos enormes para cualquier gobierno. Tradicionalmente, la antesala de la Presidencia de la República había sido la embajada en Washington. Incluso la de España, que fue la que escogió Ernesto Samper, consciente de que como la mayoría de los parlamentarios no hablan inglés, todos quieren ir a Madrid a visitar a un candidato opcionado. Allá, atendiéndolos de uno en uno, armó el tinglado que lo llevó a la Casa de Nariño. Vargas, desde un inicio, dejó saber que no había nacido para el mundo diplomático. Él no se siente de champaña y sacoleva, sino de cerveza y guayabera, que es lo que le ha tocado en las giras. Por eso se había pensado que era más probable que aceptara un ministerio. Se habló del de Transporte por los billones de pesos de presupuesto que tiene esa cartera o de la Cancillería para darle a Vargas un toque de estadista internacional. Él contempló esas posibilidades, pero últimamente decidió no descartar la Vicepresidencia. Esto siempre y cuando el cargo no sea un papel protocolario como lo ha sido en algunas ocasiones en el pasado, sino con áreas de responsabilidad concretas que le delegue el presidente. Como Vargas es un ejecutor, estas podrían incluir transporte y vivienda, y lo que el primer mandatario considere conveniente. En esas no sólo hay presupuesto sino que el látigo de Vargas es más feroz que el de Santos y eso no le sobraría a un gobierno que ha sido criticado por la falta de ejecución. Al presidente le podría interesar una fórmula de esta naturaleza, pues le permitiría concentrarse en la paz y en el posconflicto sabiendo que los frentes de ejecución estarían bajo control. La anterior es la parte buena, pero también hay una mala: Vargas tiene muchos enemigos. El Partido Liberal y el Partido de la U no lo quieren. El Partido Conservador no tiene esas prevenciones, pero por ahora está fuera de la mesa de Unidad Nacional. En Cambio Radical, que es su propio partido, obviamente sí, aunque eso no tiene mucho misterio. El presidente Uribe lo detesta, pero eso a estas horas no le importa mucho a Juan Manuel Santos. El hecho es que el nombramiento de Germán Vargas Lleras, en términos políticos, es más lo que divide que lo que une. En parte el cúmulo de distinciones que el presidente le ha venido otorgando ha producido esa animadversión. Ha sido el ministro estrella, el presidente de la Fundación Buen Gobierno y ahora el director estratégico de la campaña. Eso ha generado fricciones entre los benedettis y los roy barreras de La U, y en Simón Gaviria y en uno que otro liberal, que ven una falta de equilibrio en la repartición de la mermelada. No obstante, ningún partido va a pararse de la mesa de Unidad Nacional porque Vargas Lleras sea vicepresidente. Y Santos ha demostrado durante sus primeros cuatro años de gobierno que le importan más los resultados que las susceptibilidades individuales. Y si bien Vargas despierta resistencias en el ámbito político, también despierta gran simpatía en el empresarial, donde su nombre es considerado un activo importante. Para los empresarios, el binomio Santos-Vargas es una fórmula ganadora para un segundo gobierno. Como el exministro ha llegado a ganarle al presidente en algunas encuestas, es evidente que su nombre aportaría votos. Esa, sin embargo, no es una consideración de vida o muerte para Santos, pues, como se ven las cosas hoy, con todos sus contrincantes con menos de diez puntos, su triunfo está asegurado con o sin Vargas.