La malicia de los colombianos está más que demostrada en todos los rincones del mundo; pero lo que hace Yimi Arley Escobar Rosero es sencillamente sorprendente e ingenioso.Desde hace dos años este joven emprendedor, casado, padre de un niño de seis años y dueño de un pequeño puesto estacionario donde comercializa plátano maduro relleno con queso, revolucionó el concepto de las ventas informales y de paso mejoró sus ingresos.En su humilde carrito ambulante puso un aviso bien particular: “se aceptan Bitcoin”. Es decir, Yimi recibe la famosa cibermoneda en forma de pago por su producto que no supera los $3.000 (un plátano relleno con queso).Como se recordará, el Bitcoin es una moneda virtual (un medio de intercambio electrónico), que como cualquier divisa, sirve para adquirir productos y servicios. En la actualidad esa cibermoneda está revoluciuonando el mundo y casuando polémica por su exagerada valorización y que a diferencia de las divisas, es una moneda descentralizada, por lo cual no existe una autoridad o ente de control que sea responsable de su emisión y registro de sus movimientos. (ver nota http://www.dinero.com/economia/articulo/que-es-y-como-funciona-bitcoin/242272¿Cómo es posible transar en una venta ambulante con esa moneda virtual? Todo parece indicar que Yimi lo está logrando, al menos por ahora y gracias a su humildad, creatividad y buen olfato para los negocios.La historia de este joven arrancó hace dos años cuando apenas se reponía de la trágica muerte de su padre y un hermano mayor, quienes perecieron en un accidente de tránsito en Nariño, su tierra natal. Agobiado por la pérdida y con algunas deudas acosándolo, escuchó con mucha atención la invitación que un amigo le propuso para que invirtiera en lo que ellos mismos denominan “el futuro económico del mundo”.En esa charla escuchó por primera vez el término Bitcoin y luego de prestarle atención a su amigo sobre todas las bondades y la forma cómo se transformaría el concepto del dinero, “me decidí a invertir; arranqué con 250 dólares que era el costo de la membresía más barata; algo así como $732.000 que tenia ahorrados para esa fecha”, dijo a este portal el joven emprendedor que apenas ronda los 33 años.Parea entonces, esa suma de dinero solo le daba derecho a adquirir medio Bitcoin, ya que para la fecha la cibermoneda bordeaba los 500 dólares por unidad, increiblemente el valor actual de esa misma moneda es de 8.100 dólares.El verdadero ingenio de Yimi vino meses después cuando lleno de confianza y convencido del potencial que esconde ese nuevo mecanismo de comercio electrónico, decidió poner un aviso en su puesto de maduros con la siguiente descripción: Aceptamos Bitcoin; y junto al letrero el famoso código RQ para escanear con el celular y poder ejecutar la transacción electrónica.“Llevar el valor de la venta al valor de la cibermoneda es sencillo porque lo hago a través de una aplicación llamada Satochi y que me convierte pesos a Bitcoin en tiempo real y con la tasa de cambio vigente”, dijo a este portal el joven Escobar que antes de vender plátanos maduros con queso, se ganaba la vida como cotero (cargador) en una ferretería.El propio Yimi reconoce que esa estrategia comercial, más allá de la rentabilidad, trajo consigo un mayor reconocimiento y publicidad gratuita, “La verdad, en un día vendo un promedio de tres maduros que me pagan con Bitcoin; pero en los clubes con membresías para transar con esa moneda me mencionan como ejemplo y muchas veces me llegan clientes en cantidad luego de las reuniones”, reconoce este emprendedor oriundo de Linares, Nariño.Gracias a esa estrategia de ventas, Yimi se está convirtiendo en un asesor de futuros inversionistas en moneda virtual, “desde este puesto de plátanos maduros, me pude enterar que al menos en Armenia el tema del Bitcoin no es tan desconocido y que mucha gente ya tiene nociones y la mayoría de los clientes se acercan más por curiosidad y a preguntar cómo usarla”, explicó. En su puesto de comida rápida maneja un inventario diario de 160 plátanos maduros cuyo valor arranca en $3.000 si lo sirve solo con queso; $5.000 si va con chicharrón y $7.000 si el cliente lo pide mixto (pollo, carne, chicharrón y queso). El puesto está ubicado en una de las esquinas céntricas de Armenia y él mismo lo atiende desde las 2:00 pm y hasta las 10:00 pm.Sus ganancias se multiplican decenas de veces si el cliente paga con Bitcoin y la razón es simple: como Yimi guarda la cibermoneda, es decir no la cambia a pesos, ese mismo plátano maduro que desde hace dos años viene comercializando a un promedio de 0,0003 Bitcoin, en realidad lo vendió a $35.000, porque muchas de sus ventas las hizo cuando el Bitcoin costaba 500 dólares y hoy esa misma cibermoneda cuesta alrededor de 8.100 dólares.Aquí viene la mejor parte; desde que Yimi invirtió en esa moneda virtual y empezó a vender sus plátanos maduros recibiéndola como forma de pago, ya tiene un acumulado de tres Bitcoin. Suena muy poco, pero si multiplicamos ese valor por 8.100, eso nos arroja un total de 24.300 dólares, algo así como 72 millones de pesos.“Esas tres monedas las pienso dejar quietas durante diez años hasta que se valoricen lo suficiente para cumplir mi sueño de mejorar mi negocio, delegar a alguien para que lo administre y dedicarme a viajar con mi esposa y mi hijo para conocer el mundo y desde luego traer a mi mamá a vivir conmigo en Armenia”, confesó emocionado a esta revista.Pero no todo ha sido color de rosa en esta experiencia con el dinero electrónico. Yimi reconoce que detrás de este nuevo auge también surgen falsos intermediarios “que montan sus pirámides y engañan a la gente para robarla. He conocido muchos casos”.De ahí que la primera recomendación que hace es saber distinguir bien las membresías o clubes que ofrecen las billeteras o monederos virtuales y una vez la tenga, se dirija a la mejor esquina de Armenia y pague con Bitcoin el famoso ´Plátano Q´sudo´ más famoso de la ciudad.