En la Comisión Primera de la Cámara, el representante Álvaro Hernán Prada (Centro Democrático) defendía la ponencia del proyecto de ley que pretende establecer la castración química para violadores de niños, niñas y adolescentes menores de 14 años en país. La iniciativa, de su autoría, parecía tener respaldo político. Pero una autoridad en la materia, el director de Medicina Legal, pareció dejarla sin piso en cuestión de minutos. Carlos Eduardo Valdés, médico cirujano y especialista en atropología forense, y desde el 2011 director del Instituto Colombiano de Medicina Legal y Ciencias Forenses, había sido invitado al debate, y allí afirmó que el procedimiento de la castración química no tendría efectos porque existen medicamentos de venta libre que podrían contrarrestarlos. Mencionó el caso del sildenafilo, fármaco utilizado para tratar la disfunción eréctil y la hipertensión arterial pulmonar, y que en las droguerías del país se consigue con el nombre de viagra. “Nada se obtiene promulgando una ley de castración química obligatoria si eso se revierte con sildenafilo, o viagra, que es de venta libre”, aseguró Valdés. El director de Medicina Legal indicó que solo el 2,3 por ciento de los casos de violencia sexual contra menores corresponden a acceso carnal violento, por lo que aseguró que el problema de la violación a menores no es de disfunción hormonal sino un asunto de disfunsión social. El proyecto del representante Prada busca que a todas las personas condenadas por violación a menores deban someterse de carácter obligatorio al tratamiento. Incluso, si se trata de menores de edad agresores, que se les practique después de cumplidos los 18 años. El congresista del Centro Democrático defendió su propuesta en que durante los últimos años se ha superado la escandalosa cifra de 54.000 menores abusados en el país, citando cifras del Instituto de Bienestar Familiar. Eso demuestra –dijo Prada- “que estamos ante un comportamiento enfermizo, psicópata, que no se cura solamente con la cárcel”. En el debate explicó que la castración química es una droga que inhibe el deseo sexual, reduce el nivel de testosterona por lo que disminuye el riesgo de la reincidencia contra los menores. La calificó como una herramienta “eficaz” que a sido utilizada en otros países, España, Francia, Inglaterra, en varios estados de los Estados Unidos, donde en su criterio ha dado resultados. Además, señaló que el aumento de los niveles de testosterona incrementan la agresividad de los abusadores, hipótesis que surge a raíz de un estudio realizado en 1972 por los científicos Kreuz y Rose con 21 jóvenes delincuentes encarcelados, y que fue citado en la exposición de motivos de su proyecto.