La imagen tiene en máxima alerta a las autoridades. En medio de dos pequeñas carpas para acampar, están tres personas, el primero viste camisa blanca, sombrero del mismo color, tiene un morral negro y un machete en el cinto; lo acompaña una mujer afro con blusa roja, pantalón rosado y chaqueta blanca con puntos negros. Pero la atención se posa sobre el tercer hombre, alto, de contextura gruesa, con gorra, camisa blanca y también tiene un machete. Lo más sorprendente, busca algo en su carpa y al asomar el cuerpo se le ve una botella de agua en una mano y en la otra un poderoso fusil que encaleta en un costal.
No se trata de una zona rural, por el contrario, el campamento donde están estas personas está ubicado en todo el centro de Medellín, en el parque de los Pies Descalzos, al frente de EPM y a pocos metros de la Alcaldía de la capital antioqueña. Ahí, en esa concurrida zona, en medio de la legítima protesta en la que reclaman sus derechos, cámaras de seguridad captaron al hombre que porta esta poderosa arma sin que pueda tener una explicación razonable.
El parque está siendo ocupado en este momento, y desde hace tres días, por cerca de cien personas del colectivo Ríos Vivos, originarios de Valdivia, municipio cercano a la zona de influencia de la represa de Hidruituango, que viajaron hasta Medellín para protestar por las duras condiciones en que subsisten en la región y por los riesgos que -consideran- puede representar la puesta en funcionamiento de la megaobra.
Llegaron en buses, no se sabe quién financia el viaje y su estadía en el parque, pero lo que resulta insólito es que, en medio de la gente, haya armamento de alto poder. ¿Para qué lo necesitan? ¿Hay algún tipo de infiltración en la protesta? Son algunas de las dudas que tiene las autoridades.
SEMANA corroboró el video con autoridades de la ciudad y no hay duda; sin embargo, desde la administración se abstuvieron de dar declaraciones porque reconocen que entre estas personas hay justas reclamaciones que la Alcaldía y EPM están dispuestos a escuchar, pero ahora el temor porque algo se salga de las manos o que haya una tragedia es una prioridad.
Habla Ríos Vivos
Este medio habló con Francisco Fernando Posada, guardián del río Cauca, y vocero de Ríos Vivos, sobre la posibilidad de que haya infiltraciones de ilegales que expliquen la presencia de este armamento, con vehemencia respondió “que respeten al movimiento. Eso es falso”.
Al ser preguntado por la presencia de armas, como se documenta en el video, Posada respondió que “No señor, las armas de los campesinos siempre han sido un machete que se usa para trabajar y para cortar la leña, esas son las únicas herramientas que tenemos, que usted las quiera llamar armas, eso es otra cosa”.
Dijo que están cansados de los incumplimientos, que se financian con recursos propios y que es tan triste la situación que estamos pidiendo plata con alcaldías, “que son miserias, eso no va a ayudar a la comunidad que está ejerciendo el derecho a la manifestación”.
SEMANA corroboró el video con autoridades de la ciudad y no hay duda, sin embargo, desde la administración se abstuvieron de dar declaraciones porque reconocen que entre estas personas hay justas reclamaciones que la alcaldía y EPM están dispuestos a escuchar, pero ahora el temor porque algo se salga de las manos o que haya una tragedia es una prioridad.
Incluso, según conoció este medio, los representantes de Ríos Vivos entre sus peticiones reclaman que el mismo alcalde Daniel Quintero les dé la cara y hable con ellos. La cita estuvo a punto de cumplirse, pero ahora la cita resulta incierta. El motivo, uno solo, seguridad.
Estas comunidades aseguran que se sienten en una total incertidumbre, debido al riesgo que podría generar, en sus comunidades, el funcionamiento de las primeras unidades de la hidroeléctrica en los próximos días. Son puntualmente las ubicadas en la ribera del río Cauca. Además, dicen que con la pasada contingencia del proyecto en 2018, EPM no les ha devuelto los puentes que se cayeron y las adecuaciones en infraestructura de este territorio.
Los protestantes quieren vivir en paz, en su territorio, recuerdan cuando fueron víctimas de los paramilitares que les pidieron desalojar porque iba a empezar ese proyecto. “Con los acuerdos de paz con los paras y la guerrilla el asunto se ha calmado un poco y podemos manifestarnos, hacer nuestros planteamientos, pero ahora lo que queremos son respuestas, que nos cumplan”, afirmó Posada.