El periodista Edward Fabián Álvarez se puso los zapatos de los migrantes que recorren la selva del Darién, entre Colombia y Panamá, con el fin de alcanzar el sueño americano o encontrar un terreno en el camino que les brinde mejores condiciones de las que hay en sus países. La travesía la registró en un video que se multiplica en las redes sociales.

“Quise vivir en carne propia la verdadera historia del tapón del Darién. Conocer el drama que sufren los migrantes en una de las selvas más peligrosas del mundo”, afirmó el comunicador.

Todo empezó en el municipio de Necoclí. Se montó en una embarcación que lo llevó hasta el departamento de Chocó. Cada puesto costó 170.000 pesos. Además, los viajeros invirtieron más de 100.000 pesos en los víveres para sobrevivir en la montaña: una carpa que puede llegar a costar 70.000 pesos junto a un veneno para espantar a las culebras.

Cada día cruzan hasta 300 personas por ese sector. Aunque hace dos semanas, el flujo fue protagonizado por venezolanos, hoy están pasando un número amplio de ecuatorianos, dominicanos y africanos. Varios de ellos llevan a niños en los brazos mientras batallan con el pantano para avanzar en la dolorosa travesía por el tapón de la muerte, como lo llaman.

En las imágenes registradas por el valeroso comunicador, se observa la densidad de la selva y los riesgos que hay en el trayecto. Las personas tratan de dar pasos hasta por 13 horas seguidas. Entre ellos, se dividen las cargas de los bolsos para reducir la tortura. En los rostros se detalla el miedo de no alcanzar el objetivo y el cansancio por sus estragos.

Uno de los tantos grupos que se encontró en el Darién estaba integrado por tres jóvenes colombianos que salieron del Valle de Aburrá para lograr un cupo en Estados Unidos. Les huyeron a los problemas que padecían, reconocieron. Entonando canciones y aludiendo a la improvisación de las melodías, trataban de despistar las angustias del camino.

“Si encuentras a personas en malas condiciones en las carreteras, siempre ayuda. Hay mucha gente con hambre. Todo el mundo quiere ir a la USA. No puede faltar la panela, esta es la energía. No olviden que tienen muchos riesgos. Todo lo que aparece en el celular es verdad”, afirmó uno de los paisas que se sumó a la travesía hacia Panamá.

Durante una hora caminaron sobre una montaña empinada. En los descansos soltaron los maletines que los acompañaban y sacaron un trozo de panela, que es interpretada en la selva como medicina, a razón de que les multiplica los ánimos para seguir caminando. En los parajes improvisados con carpas, venden jugos mientras las personas se recuperan.

Aunque el sitio anhelado es Norteamérica, al interior de la selva hay un punto que ya muestra los primeros triunfos: Las Banderas. En la cima del trayecto, los migrantes fijan los símbolos patrios de sus países para dar cuenta de su paso por el Darién. Álvarez mostró cómo sacaban sus teléfonos y posaban con el fin de guardar el recuerdo.

Ante las cámaras cambiaron los rostros. La cara de cansancio fue modificada por una sonrisa. Ese mismo sentimiento se repitió cuando empezaron a pisar el suelo panameño. En ese instante, reconocieron el valor del camino y los tormentos que soportaron para hallar mejores oportunidades al otro lado del continente. Lo peor ya había pasado.

Aunque lo más fatídico que podría ocurrir es que el Gobierno estadounidense les cierre las puertas de ingreso, tal como lo ha dicho el presidente Joe Biden ante el intento de cualquier persona de cruzar de manera irregular la frontera que comparte con México. Por esa razón, muchos venezolanos abortaron el paso por la selva del Darién.