SEMANA.: Antes del acuerdo de paz, en 2014, Human Rights Watch documentó abusos perpetrados por los grupos armados en Tumaco, ¿cambió la situación para las comunidades tras la firma del acuerdo con las Farc? José Miguel Vivanco.: La situación de derechos humanos en Tumaco no ha mejorado en lo más mínimo desde la última vez que estuvimos en el municipio, en 2014, antes del acuerdo de paz. De hecho, la tasa de homicidios aumentó de cerca de 70 asesinatos cada 100,000 personas en 2014 a 100 en 2017. Y las estadísticas preliminares de 2018 muestran un aumento de casi 50 por ciento en la cantidad de homicidios con respecto a 2017. Además, las disidencias de Farc cometen otros abusos aberrantes, incluidas desapariciones, violaciones sexuales y reclutamiento de menores, y siguen imponiendo un férreo control sobre las comunidades. También hemos confirmado que continúa el fenómeno de las “fronteras invisibles” en el municipio. Los residentes de ciertos barrios de Tumaco no pueden visitar otros barrios porque corren el riesgo de ser amenazados, asesinados o desaparecidos. SEMANA.: ¿Qué abusos se vienen presentando en este territorio por parte de las disidencias de la Farc? J. M. V.: Nosotros documentamos una selección de 120 casos de graves abusos cometidos en Tumaco, incluyendo 21 asesinatos, 14 desapariciones, 11 casos de violación sexual o intento de violación sexual y 24 casos de reclutamiento o intento de reclutamiento, entre otros. Estos abusos, sin embargo, son apenas una muestra de la enorme cantidad de crímenes generalizados que cometen en el municipio las disidencias de las Farc. Le puede interesar: En Tumaco se cocina la tormenta para que la violencia se recicle la violencia SEMANA.: En ningún otro lugar del territorio, como ustedes dicen, los hechos de violencia sexual registrados son un fenómeno extendido como viene sucediendo en el puerto, ¿qué está pasando? J. M. V.: En Tumaco, las mujeres y niñas están expuestas a riesgos serios de sufrir abusos sexuales por parte de grupos armados. En muchos casos, los disidentes de las Farc que controlan los barrios y veredas creen que simplemente tienen el derecho de tener relaciones sexuales con la mujer que ellos elijan. Para colmo, la respuesta estatal ante estos casos es absolutamente deficiente. En la práctica, no existen medidas de protección para las mujeres que sufren abusos, ya sea porque la fuerza pública no va a los barrios o veredas a protegerlas o porque los grupos armados mediante amenazas y con total impunidad obligan a las víctimas a retirar sus solicitudes de protección. Además, sólo hay una fiscal investigando estos casos y no cuenta con ningún médico, psicólogo, ni trabajador social que se encarguen de atender debidamente a las víctimas. En definitiva, el desamparo de las víctimas de violencia sexual en Tumaco es prácticamente absoluto. Por ello, un pedido que le haremos esta semana al gobierno nacional es que es imprescindible construir a la mayor brevedad un refugio para las mujeres desplazadas por violencia sexual en Tumaco. SEMANA.: ¿Hay similitudes con las prácticas de las que echaba mano la exguerrilla? J. M. V.: En efecto, existen similitudes con algunas de las prácticas abusivas que realizaba las Farcen Tumaco. Déjeme darle dos ejemplos: Primero, las normas de control social son similares. Estas prácticas incluyen prohibir que algunas personas visiten ciertos barrios de Tumaco, imponer horarios para la entrada y salida a las comunidades, y establecer “multas” a los residentes que no respetan las “reglas” del grupo armado. Segundo, es evidente que el Frente Oliver Sinisterra, al igual que las Farc en su momento, utiliza minas antipersonales para impedir la erradicación de cultivos de coca. Esto impone un riesgo enorme para las comunidades; por ejemplo, en la zona de Alto Mira y Frontera. En contexto: Guacho, la cara de la violencia en el Pacífico SEMANA.: Ustedes hablan de que una de las prácticas que se está usando lo grupos armados es arrojar los cuerpos de las víctimas al mar, ¿se había reportado antes? Los residentes de Tumaco creen que los cuerpos de los desaparecidos son lanzados al mar, a esteros o a ríos. Nosotros recibimos denuncias serias sobre al menos 15 cuerpos encontrados en estos sitios desde septiembre de 2016. Esta práctica, por supuesto, causa un dolor enorme a los familiares de los desaparecidos porque ellos no logran hacer el duelo hasta que no encuentran los cuerpos de sus familiares. Muchas de las víctimas que entrevistamos nos contaron los largos periplos que hacen por la ciudad y las zonas rurales de Tumaco para buscar a sus familiares desaparecidos. Es una situación verdaderamente desgarradora. SEMANA.: ¿Cuál es el perfil de los perpetradores de los abusos: guerrilleros que nunca se desvincularon del proceso, reincidentes, nuevo hombres reclutados? J. M. V.: Los distintos grupos que operan en Tumaco, incluyendo las Guerrillas Unidas del Pacífico y el Frente Oliver Sinisterra, están formados por combatientes de las Farc que nunca se desmovilizaron; otros que se desmovilizaron, pero luego decidieron retomar las armas; y nuevos hombres reclutados. Es evidente que en Tumaco existen tasas altas de reclutamiento, las cuales permiten que estos grupos operen, a pesar de las acciones de la fuerza pública para combatirlos. A su vez, este reclutamiento se ve facilitado por la pobreza y falta de oportunidades que existen en el municipio. SEMANA.: ¿Cuál es el nivel organizativo de los grupos criminales que ustedes identificaron en el territorio? J. M. V.: Existen varios grupos armados que operan en Tumaco. El más conocido es el Frente Oliver Sinisterra, comandado por Guacho. El Frente Oliver Sinisterra opera en el sur del municipio (por ejemplo, en Alto Mira y Frontera) y en zonas urbanas, en alianza con exmiembros de una disidencia que se formó a mediados de 2016 llamada Gente del Orden. Sin embargo, el Frente Oliver Sinisterra no es el único grupo que opera en la zona, quizás ni siquiera el más importante. También operan en la zona urbana y en el norte del municipio, las Guerrillas Unidas del Pacífico. Este grupo estaba comandado por David, que fue dado de baja por la fuerza pública en septiembre de este año. Al parecer, ahora lo remplazaría un tal Borojó. Además, en los últimos meses ha llegado a Tumaco un grupo comandado por un exmiembro de las Farc y Los Rastrojos conocido como Mario Lata. Mario Lata había estado preso por homicidio, pero fue liberado en abril de 2018 por vencimiento de términos y ahora está haciendo de las suyas en Tumaco. Puede ver: Viaje al corazón de Tumaco SEMANA.: Ustedes hablan de un fenómeno de la violencia reciclada cuál es la tendencia en una coyuntura como la que actualmente vive Colombia, ¿qué se está conjugando en Tumaco? ¿Es un fenómeno que se puede extender o son violencias focalizadas? J. M. V.: Mire, no creo que sea adecuado extrapolar completamente la situación de Tumaco a otros municipios y zonas del país. Sin embargo, creo que la situación en ese municipio es quizás el mejor ejemplo de lo riesgoso para el país que puede ser no adelantar planes adecuados de reincorporación de exguerrilleros de las Farc, en particular en zonas con enormes economías ilegales, ya sea por drogas o por minería ilegal, y altas tasas de pobreza y falta de oportunidades. Además, Tumaco es una demostración de que sólo enviando fuerzas de seguridad no se va a lograr una mejora para las comunidades. Me temo que el gobierno de Duque podría estar cometiendo el mismo error en el Catatumbo que consiste básicamente despachar más soldados para la Fuerza de Tareas Conjunta creada en la zona. La experiencia en Tumaco debería ser una demostración de que eso es una condición necesaria pero no suficiente para proteger a las comunidades. SEMANA.: Nariño es uno de los departamentos más militarizados del país, aun así el Estado no ha podido recuperar el control del territorio, ¿dónde está fallando? J. M. V.: El gobierno del expresidente Santos anunció que cerca de 11.000 hombres de la Fuerza Pública protegerían a Tumaco y otros municipios de Nariño como parte de la campaña militar Atlas. Sin embargo, esta poderosa campaña no ha logrado reducir las tasas de abusos. Cómo le señale, los homicidios han aumentado casi en un 50 por ciento, y los índices sobre otros abusos, como desapariciones y casos de violencia sexual, continuaron ocurriendo a tasas similares a las de 2017. Lo que hace falta y debe ocurrir de forma urgente es que, además de estos 11, 000 hombres, se pongan en práctica planes igualmente ambiciosos para garantizar los servicios públicos, para sustituir los cultivos de coca y para aumentar la cantidad de operadores de justicia en la zona. Sin ello, los grupos van a poder seguir operando y cometiendo todo tipo de atrocidades. Puede ver: Minería ilegal: el cáncer que mata la tierra SEMANA.: Prácticamente ustedes se encontraron que la justicia es inoperante en Tumaco, ¿por qué? J. M. V.: Las estadísticas de impunidad en Tumaco son realmente impresionantes. De los más de 300 homicidios cometidos en el municipio desde 2017, la Fiscalía sólo ha condenado a una persona por un solo caso. Además, no ha logrado imputaciones, ni mucho menos condenas, por casos de desapariciones forzadas, reclutamiento ilícito o desplazamiento forzado ocurridos en ese período. Una de las falencias es la falta de operadores de justicia para investigar y procesar estos casos. Por ejemplo, en el municipio solamente hay un juez especializado a cargo de juzgar abusos graves, como homicidio agravado o secuestros. Este juez tiene más de 500 causas y entiendo que agenda audiencias los sábados para poder lidiar con esta enorme tarea. SEMANA.: Así las cosas, ¿fracaso el proyecto piloto del posconflicto que tenía el gobierno pasado? J. M. V.: Era evidente que Tumaco iba a ser uno de los grandes desafíos del posconflicto, pues allí existía una columna especialmente brutal de las Farc como era la columna móvil Daniel Aldana y altísimas tasas de cultivos de coca, que, de hecho, son unas de las más altas del mundo. Creo que el general Naranjo tomó una decisión valiente al priorizar este municipio durante su tiempo como vicepresidente y ayudar a darle tanta visibilidad a la situación. Lamentablemente, la excelente iniciativa del vicepresidente no fue suficiente para compensar los atrasos del gobierno nacional en ocupar este territorio luego de la salida de las Farc ni el olvido que ha sufrido históricamente Tumaco en materia de acceso a servicios públicos y oportunidades básicas de desarrollo para la población.