Luego de los resultados de las elecciones presidenciales en Brasil, que dan como ganador Luis Ignacio Lula Da Silva por un estrecho margente del 2%, el presidente Gustavo Petro se mostró complacido por sucedido en el país vecino.

“Viva Lula”, fue la breve, pero condundente reacción del jefe de Estado colombiano, quien desde hace varios años ha mostrado simpatía por el ahora mandatario brasileño.

El presidente Petro es abiertamente conocido por su ideología de izquierda. Brasil estuvo gobernada durante décadas por esta línea política con mandatarios como Lula Da Silva y su sucesora, Dilma Rousseff, para luego dar el salto hacia Bolsonaro.

Sin embargo, en medio de un panorama de profunda polarización y una campaña marcada por las acusaciones entre los candidatos, las ideas de izquierda vuelven al poder en Brasil.

El apoyo entre el nuevo presidente de los brasileros y el mandatario colombiano es mutuo y viene de tiempo atrás. Cuando Petro ganó las elecciones en Colombia, pocos minutos después, recibió un sentido mensaje por parte del ahora jefe de Estado brasileño.

“Felicito calurosamente a mis compañeros Gustavo Petro, Francia Márquez y a todo el pueblo colombiano por la importante victoria en las elecciones de este domingo. Le deseo éxito a Petro en su gobierno. Su victoria fortalece la democracia y las fuerzas progresistas en América Latina”, escribió Lula en su momento

Con la coincidencia de varios líderes de izquierda en América Latina, se espera una estrecha alianza regional. Se espera que ambos mandatarios trabajen codo a codo en temas comunes como la lucha contra el cambio climático y la igualdad.

Nueve países latinoamericanos son gobernados por la izquierda, corriente política que arrasó con cuatro de las cinco elecciones celebradas en los últimos 12 meses.

En el sur del continente, la derecha solo gobierna en Uruguay, Paraguay y Ecuador, cuyos mandatarios parecen estar excluidos de la amistad regional que se ha forjado entre los líderes de la izquierda.

Sin lugar a dudas, el sueño de Gustavo Petro y el progresismo colombiano es consolidar un “bloque latinoamericano” de izquierda para accionar una colaboración internacional sin precedentes. El mandatario es un optimista de la región, después de varios años de hostilidad y unión en contra del régimen venezolano. Propuso el regreso de Venezuela al juego diplomático y propuso que, junto a Chile, se reintegrara a la Comunidad Andina.

Además de las motivaciones económicas, el presidente colombiano también quiere una unión en bloque para replantear la lucha contra las drogas y cambiar el modelo energético de una región predominantemente extractivista,, idea que incluso iría en contra de Lula da Silva, quien ha resaltado la importancia del petróleo para la economía brasileña. En su primer gobierno, ese modelo económico lo ayudó a llevar a Brasil a ser la sexta economía mundial.

De acuerdo a lo que Petro dijo en la Asamblea General de Naciones Unidas, también quiere una lucha conjunta contra el cambio climático y la destrucción de la selva amazónica, la cual también comparte con Brasil.

¿Quién es Lula?

Luis Inácio Lula da Silva regresa al Palacio Presidencial de la Alvorada, con 76 años, para liderar su tercer presidencial en Brasil, dejando atrás una de las más polarizadas campañas presidenciales en las que venció este domingo 30 de octubre a Jair Bolsonaro, actual presidente y un nacionalista de derecha.

La foto se repite justo después de 20 años, cuando Lula se convirtió por primera vez en el mandatario de los brasileños. El epílogo de una larga carrera política que había comenzado a finales de los años 70, cuando, siendo un combativo líder sindical del sector metalúrgico, agitó una de las mayores huelgas obreras del país.

Pocos creían que Lula da Silva podría acariciar siquiera el sueño de convertirse de nuevo en presidente del gigante suramericano.

El líder de izquierda hizo campaña con el desgaste a cuestas de un proceso judicial por corrupción en el sonado caso Lava Jato, en el que fue acusado de corrupción pasiva y lavado de dinero, que lo tuvo en la cárcel durante año y medio y le costó su candidatura en 2018.

A ese desgaste se sumaron también los sucesivos escándalos de corrupción que se destaparon en su gestión –el más mediático, relacionado con la supuesta entrega de sobornos de la multinacional Odebrecht, entre ellos un apartamento, a cambio de contratos públicos– y en la de su sucesora, Dilma Rousseff.

Sin embargo, Lula se sobrepuso a todos estos escándalos, e incluso a la muerte de su esposa, Marisa Leticia, en febrero de 2017,