Esta mañana, el director de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, Carlos Iván Márquez, anunció que las cerca de 11.000 personas evacuadas en Cáceres y Tarazá por la emergencia en Hidroituango ya pueden regresar a sus casas, pues el nivel de riesgo por el colapso de la represa pasó de rojo a naranja. Pese a la noticia, los habitantes de esta región mantienen una mezcla de indiferencia e indignación. Pase lo que pase con el proyecto, ellos difícilmente volverán a tener tranquilidad.“Nosotros no sabemos en qué momento se puede venir la avalancha, solo le pedimos a Dios que pase en el día, para poder llegar a alguno de los cinco puntos de evacuación. Pero si nos coge dormidos no tenemos nada que hacer”, dice Andrés Valencia, líder pescador de Caucasia, otro de los municipios aguas abajo de la represa que ha estado en riesgo permanente desde que empezó la tragedia.También puede leer: Hidroituango: Así ha sido huir y dejarlo todo en Puerto ValdiviaValencia estuvo este jueves en Bogotá junto a otros representantes de Ríos Vivos, la organización que aglutina a los afectados por Hidroituango. Vinieron a denunciar en una rueda de prensa la situación que se vive en esta región del norte de Antioquia. Según Isabel Cristina Zuleta, miles de personas han salido por cuenta de esta emergencia. “Todo el que ha tenido a dónde llegar ya se fue. Esto nos ha hecho más daño que el conflicto armado que vivimos por décadas”, afirma.La mayoría de los que se han quedado están en albergues que Zuleta califica como inhumanos. Rubiela Moreno, una habitante de Sabanalarga que tuvo que ser evacuada en medio del riesgo de avalancha, dice que los campamentos se han construido en potreros que con las lluvias se convierten en verdaderos barrizales. Además, que la comida está llegando en mal estado y en algunos momentos ya empieza a escasear.En los otros municipios aguas abajo de Hidroituango ocurre algo parecido. Dos videos publicados ayer por el Representante a la Cámara electo David Racero, grabados por personas evacuadas en Cáceres, muestran las condiciones que describe la mujer. “Los niños y las niñas son los más afectados. Hasta ahora nadie ha hecho siquiera un censo de cuántos son, ni mucho menos un plan para atenderlos en medio de esta tragedia”, dice Moreno.
También puede leer: Terminación de vertedero reduce riesgo de emergencia en HidroituangoEn los municipios aguas arriba la situación no es muy diferente. Milena Flórez vive en Briceño y dice que su casa está muy cercana al punto de presa, por lo que ha sido testigo principal de los cambios que han vivido el río y la montaña en medio de la emergencia. “Mi hijo de nueve años me preguntaba: ¿amá qué le pasa al río?, ¿dónde está el puente?”, recuerda. Así mismo, dice que en los últimos días ha visto tres derrumbes, los primeros en sus 30 años de vida.Flórez dice que desde que todo esto comenzó, no ha podido volver al río a barequear, que es lo que la mayoría hace para ganarse la vida en su pueblo. Por eso, según ella la economía está en decadencia y no hay razones para pensar que eso vaya a cambiar en el futuro. “Nosotros sabemos que ese proyecto fracasó, y así logren ponerlo a funcionar, nunca recuperaremos la tranquilidad porque en cualquier momento puede fallar. Por culpa de Hidroituango siempre vamos a estar en alerta roja”.