Pasó lo que muchos temían: el coronavirus está vivito y coleando. Desde finales de abril, cuando Europa pudo controlar la pandemia, los expertos veían con nervios el espectro de una segunda ola de contagios. Todo indica que sus peores temores ya se hacen realidad. En los últimos días, varios países en Europa, comenzando por España, Francia, Alemania e Italia, han visto cómo se disparan los números de nuevos contagios y de muertes, y los sistemas de salud vuelven a desbordarse.

En Italia, el miércoles registraron 24.991 contagios en 24 horas. Francia reportó el martes 523 muertes en un solo día, una cifra que no veía desde abril. En Holanda, han tenido que enviar en helicóptero algunos enfermos hacia Alemania porque no tienen capacidad para atenderlos. Y Alemania registró esta semana un día con más de 11.000 contagios. Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, también hubo un récord de infectados este viernes cuando la cifra llegó a 97.000 en 24 horas.

Nadie anticipaba la rapidez con que se extendería la ola, que llevó a los Gobiernos de Francia, Alemania y Reino Unido a divulgar nuevas medidas de confinamiento que consideraban superadas. Esto provocó el desplome de algunas bolsas de valores del mundo. El índice Stoxx 50, de las empresas más grandes de once países de la eurozona, cayó 5 por ciento el miércoles. En Londres, el FTSE se redujo en 2,8 por ciento, y el golpe se sintió incluso en Wall Street, donde la caída alcanzó 3,5 por ciento.

El presidente francés, Emmanuel Macron, enfrentó la nueva realidad con franqueza. Advirtió que esta segunda ola podría resultar “más dura y asesina que la primera”. Sin embargo, aseguró que la economía no debe detenerse ni puede colapsar. Por eso, aclaró que, aunque cerrarán en noviembre restaurantes, bares y sitios de entretenimiento, seguirán abiertas las fábricas, escuelas, comercios minoristas e incluso las peluquerías. En Alemania, la canciller, Angela Merkel, hizo planteamientos parecidos. Notificó que habrá cierres preventivos ante el aumento de contagios, mientras reconocía que pueden ser muy duros y costosos para la economía.

Otros países de la Unión Europea también comienzan a evaluar decisiones y a contemplar la posibilidad de adoptar un sistema más coordinado para enfrentar esta nueva etapa. La cooperación internacional se vuelve indispensable, pues con la llegada del invierno las medidas de confinamiento podrían afectar mucho más la economía mundial. Y todo indica que el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, anunciará la próxima semana cuarentenas en noviembre para “salvar la Navidad”.

El espectro de lo que pasa en Europa y el aumento de los contagios en el país tiene con los pelos de punta a los empresarios colombianos. Cuando apenas sentían los efectos de una incipiente recuperación, ahora ven en la llegada de una segunda ola la amenaza de medidas de confinamiento que darían al traste con los pocos avances alcanzados después del colapso. El Gobierno nacional y algunos alcaldes han descartado volver a las duras cuarentenas de abril y mayo, pero no todo el mundo les cree. Eso, al fin y al cabo, no depende de su voluntad, sino de la evolución del virus.

Lo mismo, pero distinto

Se trata de la misma pandemia, pero de circunstancias diferentes. Esta vez habrá más personas contagiadas que en la primera ola por el efecto multiplicador, ya que hay una base mayor de infectados. Preocupa, además, que la cantidad de contagiados vuelva a sobrepasar la capacidad de las unidades de cuidados intensivos, como sucedió a mediados de este año. Y hay un elemento adicional: la gente está exhausta.

Sin embargo, existen algunas ventajas. Por un lado, la ciencia conoce mejor al virus y los médicos han aprendido a tratarlo, lo cual se traduce en menores índices de mortalidad. Por el otro, aunque ha mutado, no se ha vuelto más ni menos virulento. Asimismo, la gente más vulnerable adopta mayores precauciones, lo que ha significado menor mortalidad. Y ayudó que en los últimos meses los hospitales no se sobrecargaron de casos, lo que les permitió tratar con más eficiencia a los enfermos. Pero el nivel de fatiga podría ir en contra de las medidas para controlar los contagios.

Ya la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que la gente está menos dispuesta a seguir las reglas porque ya llevan casi un año con tapabocas, restricciones de movilidad y sin ver a sus familiares. Eso podría desencadenar brotes de desobediencia y más contagios.

La pandemia, no obstante, no tiene los mismos efectos en todos los países. En Colombia, tras siete meses de la crisis sanitaria, los expertos creen que la situación no es comparable con Europa, aunque algunas lecciones del Viejo Continente pueden servir mucho.

Martha Ospina, directora del Instituto Nacional de Salud, le dijo a SEMANA que “el comportamiento de la pandemia y las estrategias para abordarla han sido muy distintas”. En Europa hubo un pico muy ascendente y acelerado, al que le siguieron estrictas medidas de confinamiento. “Lograron pasar de 2,5 a 0,3 en el número de contagios por persona. Por eso, ahora que esa cifra comenzó súbitamente a aumentar, sí puede hablarse de una segunda ola”, explica Carlos Álvarez, coordinador nacional de estudios sobre covid-19 para la OMS.

Pero en Colombia hasta ahora la situación ha sido menos drástica que en Europa. El país ha tenido una curva mucho más plana y todavía no ha salido de la primera ola. El ministro de Salud, Fernando Ruiz, dice que la pandemia viene mostrando un decrecimiento prolongado. El número de contagios y muertes está en una especie de meseta en el ámbito nacional, aunque algunos departamentos, como Antioquia o Casanare, vienen registrando un repunte. Álvarez explica que esto obedece a que en el país ciertos territorios han vivido el pico de la pandemia en momentos diferentes. Los primeros fueron la costa caribe y pacífica; los segundos, Cali, Bogotá y Bucaramanga; y en este momento, el Eje Cafetero, Antioquia y Tunja experimentan la situación más crítica. “Seguramente, ahora tendremos una cuarta, muy relacionada con las zonas más dispersas geográficamente”, dijo el ministro.

Muchos expertos coinciden en que es poco probable que el país vuelva a una cuarentena estricta. La estrategia del aislamiento selectivo ha mantenido en equilibrio el número reproductivo de contagios (Rt), la velocidad con la cual el virus puede infectar. Hoy está en 1,02 y antes de la cuarentena obligatoria se encontraba en 2,4, lo que indica que el país va en una fase de crecimiento de casos, pero no de manera exponencial. “No hemos eliminado la transmisión, como en China, pero se mantiene el rango. No hay desbordamiento de las camas en cuidados intensivos”, dice Álvarez.

Martha ospina Directora del Instituto Nacional de Salud

Al 29 de octubre, de las 11.025 ucis en el país, 6.458 estaban ocupadas. Eso significa una cifra del 59 por ciento. Pero solo 2.376 de esos pacientes corresponden a covid-19. Por ahora, el país continuará con el proceso de reapertura con medidas de bioseguridad. Mantendrá el control sobre las aglomeraciones en espacios públicos o privados y las alertas sobre los eventos familiares extensos. También, ciertas ciudades y municipios que hasta ahora empiezan su primer pico y tienen una gran población vulnerable experimentarían cierres más estrictos a final de año.

Las eventuales medidas de aislamiento dependerán del resultado de la estrategia actual. En otras palabras, si los colombianos se portan bien, se ponen los tapabocas, se lavan las manos y mantienen la distancia física, el rebrote estaría controlado. De no ser así, el ministro aclara que sería necesario apretar las medidas de aislamiento. Teniendo en cuenta que los colombianos son más dados a violar las reglas que a respetarlas, las apuestas sobre nuevas cuarentenas están abiertas.

fernando ruiz Ministro de Salud

Apertura por fatiga

El gran interrogante no es si la segunda ola llegará a Colombia, sino cuándo. Hay indicios preocupantes. Entre el 18 y el 24 de octubre, la covid-19 fue la primera causa de muerte en el país. Esta semana, incluso, la curva de contagios no bajó, sino que comenzó a subir de nuevo. Este jueves llegaron a 11.187 casos, niveles no registrados desde agosto. El número de muertos en el país superó ya los 31.000, y el de contagios pasa de un millón.

La preocupación por los rebrotes ha llevado al Gobierno central y a los alcaldes a tomar medidas preventivas, como la ley seca y toques de queda. Al cierre de esta edición, les preocupaba el Halloween, el día del año en que más colombianos salen a la calle. Y las nuevas medidas de confinamiento cayeron como un baldado de agua para esa celebración.

Pero no todos están convencidos con esa salida. El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, ha dicho que cerrar de nuevo la ciudad no es una opción. Lo afirma en buena medida porque el sistema de salud está preparado y porque su administración apuesta por mantener un seguimiento detallado de casos, rastreo y aislamiento para reducir contagios y muertes. En los últimos días, subieron estas cifras en la capital antioqueña y varios municipios del departamento, pero todo indica que no aplicarán un confinamiento duro por el tremendo impacto que tuvo el anterior en la economía.

En Bogotá, la secretaria de Desarrollo Económico, Carolina Durán, asegura que han decidido no cerrar, a menos que los contagios y muertes suban de tal manera que sobrepasen la capacidad hospitalaria. En la misma tónica está el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, quien no piensa por ahora en el aislamiento obligatorio. Afirma que “tuvimos momentos muy duros que no deseamos repetir”.

¿Desobediencia civil?

Colombia, al contrario de lo ocurrido en Europa, no decidió reabrir porque bajaran los contagios y muertes, sino porque la economía no aguantaba más. Según la Anif, el índice que mide la actividad económica del país (ISE) cayó 10,6 por ciento en agosto cuando aumentaron las restricciones impuestas por los alcaldes, una cifra peor de la presentada en julio, de 9,7. Bogotá tuvo el mayor impacto por las medidas que tomó en algunas localidades la alcaldesa, Claudia López.

Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco, comparte la posición de la Anif en términos más drásticos. Para él, un cierre en las grandes ciudades daría la “estocada final” al incipiente proceso de reactivación. Agrega que hacerlo tendría efectos peores que los de la primera cuarentena nacional. Esto porque los empresarios hicieron enormes inversiones para cumplir los protocolos, mantener las nóminas y contratar nuevos empleados para echar a andar de nuevo sus negocios.

Muchos comerciantes están tan preocupados que han llegado a invocar la desobediencia civil. Ese lenguaje petrista ilustra más que nada la gravedad de la situación que ellos ven. “La verdad es que algunos comerciantes están dispuestos a incumplir, debo decir eso con toda sinceridad”, aseguró Cabal. Sin pelos en la lengua, critica a los alcaldes que, por un lado, castigan al comercio y, por el otro, permiten aglomeraciones de más de 5.000 personas en las calles.

El presidente de la Andi, Bruce Mac Master, cree que las medidas tomadas al principio de la pandemia no fueron las adecuadas y hoy la economía no ha logrado reponerse.

El presidente de la Andi, Bruce Mac Master, comparte con sus colegas gremiales el rechazo al cierre. Cuestionó si las estrictas medidas tomadas al principio de la pandemia fueron las adecuadas, pues lo cierto es que hoy, casi ocho meses después, el país no se ha podido reponer y las cifras de desempleo superan el 16 por ciento. “Si llegamos a tener un momento de altísimo contagio, los alcaldes tienen que ser inteligentes en términos de tomar decisiones para bajarlos sin que la economía pare. De no ser así, vamos a pasar muchos años tratando de recuperarlos. Ya la parada que hicimos ha sido el hecho económico más costoso de la historia del país”, asegura.

La presidenta de Acopi, Rosmery Quintero, tampoco cree que el país aguante un nuevo cierre. Señala que una reciente encuesta les mostró que 82 por ciento de las micros, pequeñas y medianas empresas creen que no soportarán esa medida.Preocupa de todos estos diagnósticos que todo el mundo está pensando con el deseo. El Gobierno quiere evitar una segunda ola, pero no depende de él. Los gremios y empresarios rechazan las medidas, pero, si llega, les va a tocar. Y pase lo que pase, el confinamiento y las cuarentenas no solucionan el problema, sino que simplemente lo aplazan. A nadie, por estar encerrado, le llega la inmunidad al virus. Si ese monstruo regresa, todos serán víctimas.

rosmery quintero Presidenta de Acopi

Parecidas, pero no…

Existen varias razones por las que la segunda ola será diferente.

1. Hoy se sabe más del virus.

2. La gente está exhausta y no aguanta más medidas de confinamiento.

3. Viene el fin de año y eso implica vacaciones y reuniones.

4. En el hemisferio norte hay invierno y, aunque no se sabe si al virus le gusta más el frío que el calor, la gente estará más encerrada.

5. La OMS considera las cuarentenas como uno de los últimos recursos.

6. Hay más capacidad de diagnóstico y rastreo, por lo que las cifras serán mayores.

7. El número de contagiados estaría concentrado en jóvenes y no adultos ni ancianos.

8. La mayoría serían asintomáticos y no casos graves, lo que bajaría la mortalidad.

9. La primera ola comenzó con pocos portadores. La segunda tendrá muchas cadenas de infección, lo que haría más difícil contenerla.