No se sabe si los bogotanos están más afectados por el lento avance que han tenido algunas de las obras de valorización que pagaron hace dos años, o más bien por el anuncio de que 704.000 predios tendrán que hacer un nuevo aporte para realizar el primer anillo vial que busca integrar 2.014 hectáreas rurales y semiurbanas del norte a la ciudad. La semana pasada, el Concejo Distrital aprobó por inmensa mayoría el cobro de una nueva valorización por 379.000 millones de pesos para ampliar la avenida Boyacá y la avenida Novena, entre las calles 170 y 200. Además, sobre la 200, conocida como avenida Polo, que hoy es una trocha, será construida una nueva vía a tres carriles que se convertirá en un nuevo eje para articular el occidente con el oriente. Pocos comprendieron que estas obras y este cobro nada tienen que ver con la famosa valorización aprobada en 2005 por 2,1 billones de pesos para realizar 137 obras, repartidas en cuatro fases. De hecho, las 40 obras de la primera fase fueron cobradas hace dos años, de las cuales apenas cuatro ya se terminaron y la mayoría se encuentran en ejecución, salvo el cruce de la calle 94 con avenida Novena, que debido a los sobrecostos de redes, apunta a quedarse en planos y convertirse en un nuevo escándalo. Según los cronogramas, este año debía comenzar a cobrarse la Fase II de valorización, estimada en 620.000 millones de pesos, a ser pagada por un poco más de un millón de predios. Pero ocurrieron dos hechos que cambiaron ese cronograma. El primero fue la expedición del famoso Plan de Ordenamiento Zonal (POZ) del norte de la ciudad, que tras muchos años de discusión permitió reglamentar el uso y protección de 2.014 hectáreas rurales y semiurbanas. De esas, solo 466 hectáreas serán para desarrollar planes de vivienda, comercio y usos múltiples, mientras que las demás son humedales, rondas de ríos y de protección. Para comenzar a desarrollar esta zona y desahogar el norte de la ciudad, el Concejo y la administración acordaron construir un primer anillo vial mediante el cobro de valorización. Fue así como, tras meses de estudios y discusiones, el cabildo aprobó cobrar los 379.000 millones de pesos a las personas que vivan entre la calle 72 y el norte de la ciudad, entre la Séptima y la avenida Ciudad de Cali. En total serán unos 704.000 predios urbanos y 2.168 rurales y dotacionales. El valor de la contribución depende del avalúo del predio y la distancia de las obras (ver tabla). Los predios urbanos contribuirán con el 65 por ciento y los rurales con el 35 por ciento del total de las obras. “El 60 por ciento del valor de las obras lo van a pagar los residentes del norte y los predios rurales que, como los de San Simón, Floresta de la Sabana, muchos colegios y zonas rurales de Usaquén o Suba, no habían aportado a la valorización. Y si bien el norte de la ciudad va a aportar, esta nueva zona lo empezará a hacer a partir de la Fase II de Valorización”, dijo la Secretaría de Planeación. El segundo factor complicado es el momento actual de la ciudad. Las traumáticas obras de la Fase III de TransMilenio de la calle 26 y la carrera 10, unidas a las 35 obras de valorización, tienen a la ciudad colapsada. Y si a eso se le suma que el próximo año comenzará la construcción del TransMilenio Ligero, es claro que a los bogotanos se les agotará la paciencia si comienzan 40 obras adicionales. Tampoco parece lógico que se les obligue a desembolsar más plata, cuando ni siquiera han visto el resultado de las obras que ya pagaron. De mantenerse el cronograma, cientos de miles de bogotanos hubieran tenido que pagar el próximo año dos valorizaciones, la del POZ Norte y la Fase II, algo que pocos bolsillos pueden aguantar. Y no solo eso: no tenía presentación dados los múltiples problemas que se han originado por los retrasos de las obras y los inconvenientes ocasionados por la mala contratación o ejecución de algunas de ellas, como por ejemplo el caso de los Nule en la avenida Eldorado. Por eso, en una decisión acertada, impulsada por el director del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), Néstor Eugenio Ramírez, y la directora de Planeación, María Camila Uribe, prácticamente se decidió apretar a los contratistas para terminar todas las obras a mitad del próximo año, y dejar, con la aprobación del Concejo, que el próximo alcalde contrate y cobre la Fase II de Valorización en 2012, cuyos diseños están prácticamente listos. En vez de abrir nuevos frentes en el corazón de la ciudad, se trabajará en el norte, donde el impacto de las obras será menos traumático, los habitantes las recibirán con agrado y la valorización recobrará su valor frente a tantos traumatismos y demoras. En un proyecto de acuerdo que fue radicado en las sesiones extras del Concejo también se busca cambiar el Estatuto de Valorización para modernizarlo y corregir algunos problemas. Por ejemplo, se busca que sea la Secretaría de Hacienda y Catastro, y no el IDU, el que haga las liquidaciones y cobros. De igual manera, que a los bogotanos se les cobre cuando las obras estén en ejecución y no antes, como pasa actualmente. Si hay algo claro es que a muy pocos les gusta pagar impuestos, pero en general los bogotanos lo han hecho. Pero de la forma como Moreno logre rematar las obras en ejecución y comenzar las del POZ Norte no solo le permitiría salir un poco del fondo de las encuestas, sino salvar la figura de la valorización, que ha sido fundamental para salir del atraso en el que se encontraba la ciudad. Pagos con valor Aunque cada predio pagará de acuerdo con el avalúo, el tamaño y la cercanía a las obras, estos son los promedios que en general pagarán los bogotanos afectados con la valorización del POZ Norte. Estrato y pago promedio 1: 98.0002: 192.0003: 330.0004: 374.0005: 428.0006: 520.000