Los cables diplomáticos de Washington revelan que el préstamo de bases militares en Colombia para permitir operaciones de los Estados Unidos cumplía tres propósitos. Por un lado, el gobierno colombiano buscaba congraciarse con ese país tras el vencimiento del acuerdo militar con Ecuador para el uso de la base militar de Manta. Así mismo, pretendía redoblar sus esfuerzos en la lucha contrainsurgente. Y además, pretendía enviar un mensaje para disuadir a Venezuela y a Ecuador. El estudio sobre la utilidad de las bases militares colombianas comenzó en el 2005. No obstante, en ese momento todavía no se hablaba de un acuerdo para el préstamo de instalaciones militares, sino simplemente de una cooperación en el marco de la ejecución del Plan Colombia.  Así lo registra una de las comunicaciones diplomáticas conocidas por Semana.com que resume la visita de una delegación militar del Comando Sur a la base militar de Apiay (Meta), en la que se describe el interés de Estados Unidos por coordinar junto con la Fuerza Aérea Colombiana algunas operaciones. En principio, según lo revelan los cables diplomáticos obtenidos por WikiLeaks, esa base era considerada fundamental en la estrategia contrainsurgente y contra el narcotráfico.  La delegación militar discutió la instrucción que los estadounidenses darían a los colombianos y la cooperación entre las Fuerzas Armadas. Una de las preocupaciones expresas de Washington es que “el general (Carlos) Fracica no está dispuesto a trabajar con los instructores estadounidenses”. Fracica era quien dirigía una de las operaciones militares más ambiciosas contra las FARC de ese momento: el Plan Patriota. Él era el comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega. Aunque el cable no da cuenta de las razones que podría argumentar Fracica para resistirse a la instrucción de Estados Unidos, cabe recordar que para la fecha, septiembre del 2005, ya habían renunciado cuatro oficiales de la cúpula militar por sus reparos al modelo estadounidense de operaciones conjuntas.  La propuesta de hacer un acuerdo formal para el préstamo del territorio nacional a militares estadounidenses, sin embargo, comenzó a cuajar solo en el 2006, como dijo El Espectador en la edición del pasado domingo.  Uribe propuso reemplazo de Manta  En mayo del 2007, el presidente Álvaro Uribe se reunió con el subsecretario de Estado, John Negroponte. En esa reunión, además de hablar de temas comerciales, Uribe reconoció que la falta de resultados ponía en entredicho el apoyo político a los acuerdos militares bilaterales.  “Dijo —Uribe, cuenta el cable— que el informe del año pasado de la CIA que muestra un aumento en el cultivo de coca en Colombia ha socavado el apoyo político para el Plan Colombia (tanto en Colombia como en Estados Unidos)”. El mandatario fue más lejos. Argumentó que los cultivos de coca habían crecido en los países de la región andina. Y agregó que la posición de Quito era “inquietante”. Se refería a las críticas del presidente Rafael Correa, de Ecuador, al Plan Colombia y también al hecho de que Correa estuviera concentrando el poder de su país, al igual que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.  Esta fue la antesala para el tema que siguió en la conversación: la caducidad, en el 2009, del acuerdo militar que le permitía a Estados Unidos utilizar la base militar de Manta, en el Pacífico ecuatoriano, para el control del narcotráfico.  “Uribe dijo que el gobierno colombiano estaría dispuesto a autorizar que Estados Unidos aumente su presencia en bases existentes en Colombia, como la de Tres Esquinas, para reemplazar la pérdida de Manta”, reportó el cable diplomático.  Uribe, además de explicarle a Negroponte cuáles eran los objetivos de “alto valor” (integrantes de las FARC, jefes de carteles de droga), expresó la necesidad de “redoblar los esfuerzos, pues “solo tiene tres años para derrotar a las Farc y a otros grupos delictivos”.  ¿Por qué Palanquero? El interés estratégico en la base de Palanquero comenzó a aumentar en el 2007, después de que un equipo militar de Estados Unidos viajó a Colombia para hacer estudios técnicos de la base.  Un cable diplomático enviado en febrero del 2008 reporta que el Comando Sur recomendó la instalación de una “base de cooperación en seguridad” en Palanquero (Puerto Salgar, Cundinamarca). Un equipo del Comando Sur que había visitado esa base en octubre del 2007 llegó a la conclusión de que “desde una perspectiva militar, sin duda es la mejor ubicación para llevar a cabo todo el abanico de operaciones militares y de inter-agencias de Estados Unidos”.  No obstante, las ayudas de Estados Unidos para Palanquero estaban suspendidas, pues en diciembre de 1998 un avión bombardeó a un grupo de civiles en Santo Domingo (Arauca), hecho por el cual fueron condenados dos oficiales de la Fuerza Aérea.  En septiembre del 2007, sin embargo, la embajada pidió a Washington levantar la sanción. En el cable en mención, la embajada reiteró esa solicitud, dada la importancia estratégica de la base militar, y pidió una autorización para entablar un acercamiento oficial con el gobierno colombiano para llegar a un acuerdo. Al parecer, la celebración de un encuentro para hablar de la instalación de la base en Palanquero no tardó mucho.  ¿Una provocación?  El 4 de abril del 2008, el general Freddy Padilla de León, entonces comandante de las Fuerzas Militares, recordó a Estados Unidos el interés de Uribe por ratificar un acuerdo en ese sentido. Así lo revela uno de los cables diplomáticos enviados desde Bogotá diez días más tarde. “Padilla —dice el cable— recordó al embajador que el primero de abril, el presidente Uribe destacó su deseo de concluir un acuerdo para una base militar en Palanquero en el 2008”. El general Padilla tenía claro que, una vez fuera de público conocimiento que se reactivaría la base militar de Palanquero para la utilización de Estados Unidos, Venezuela y Ecuador lo interpretarían como una amenaza.  La comunicación de la embajada reporta que en la conversación del comandante de las Fuerzas Armadas con el embajador, “Padilla dijo que el gobierno colombiano entiende que el anuncio de una base militar (Cooperative Security Location -CSL-) en Palanquero provocaría una reacción de venezolanos y ecuatorianos”.  “El gobierno colombiano nunca lo diría públicamente, pero eso es lo que está buscando”, agrega el cable.  Del texto del cable también se infiere que el gobierno colombiano no esperaba que la base de Palanquero comenzara a funcionar en el 2008, pero sí que “quería un acuerdo” al respecto.  La revelación de la negociación, sin embargo, no se dio sino en julio del 2009, cuando la Revista Cambio publicó un informe especial que reveló apartes del borrador del acuerdo. Cambio indicó que la propuesta no incluía operaciones en una sola base, sino al menos en tres de las más importantes, y en dos instalaciones de la Armada. La cifra aumentó con el paso del tiempo a siete, e incluso se habló de 13.  La revelación, como lo previó Padilla, desató una de las crisis diplomáticas más graves de Colombia con Venezuela. Chávez cerró la frontera y sugirió que Bogotá fraguaba un ataque en su contra.  Otros cables diplomáticos revelados por SEMANA en su más reciente edición registran que la crisis fue una especie de 'guerra fría' en el que la paranoia dominaba tanto en Caracas como en Bogotá, mientras que Washington desestimaba la posibilidad de una guerra de verdad.  No obstante, para la época en la que Padilla se reunió con el embajador William Brownfield, tras la crisis diplomática por el bombardeo al campamento de ‘Raúl Reyes’, el general fue interrogado sobre cómo veía las fuerzas militares venezolanas.  El militar colombiano, dice el cable, “dio cuenta de que las Fuerzas Armadas venezolanas eran considerablemente más débiles de lo que había creído”. Esa opinión contrasta con la que Padilla tenía de los militares ecuatorianos, a quienes calificó de disciplinados.  El préstamo de las bases militares colombianas a los Estados Unidos era clave en la estrategia de Uribe contra las FARC. No obstante, su instrumentación también era vista por un amplio sector que acompañaba a Uribe como un arma de disuasión ante la “amenaza de Venezuela”.  Lo que pensaba Washington sobre las bases, sin embargo, no es explícito en los cables de WikiLeaks. La clave está en una expresión de Brownfield cuando Padilla le preguntó cuál era el aporte de los servicios de inteligencia que Estados Unidos podía proveer sobre Ecuador y Venezuela. Dice el cable del 14 de abril del 2008: “El embajador se comprometió a revisar el tema, pero le recordó a Padilla que ambos países se beneficiaban manteniendo silenciosas sus relaciones de inteligencia”. Vea en información relacionada los cables sin editar