En Yo también sobreviví Carlos Acosta cuenta cómo fueron los días para Yaneth Molina —su esposa— después de que el vuelo Lamia 2933, que ella dirigía desde la torre de control del aeropuerto José María Córdova, de Rionegro, se precipitara a tierra la noche de 28 de noviembre de 2016, accidente en el que murieron 77 personas y casi en su totalidad el equipo de fútbol brasilero Chapecoense, que dos noches después se enfrentaría al Atlético Nacional por la final de la Copa Sudamericana. Puede leer: El clásico de la hermandad fue para Chapecoense El libro, que fue publicado con recursos propios de la familia, pues consideraban que era necesario contar la versión de Molina, quien los primeros días fue vista como una culpable —hipótesis ya descartada, pues se comprobó que actuó bajo todos los parámetros establecidos—, se presentó este viernes en la Academia Antioquia de Aviación. La voz desesperada del comandante Miguel Quiroga pidiendo “vectores a la pista” y la respuesta en tono tranquilo de Molina: “No lo tengo con la altitud”, fueron detonante para que durante meses Molina estuviera en el ojo del huracán por la opinión pública, desconociendo que la labor del gremio de controladores es mantener la tranquilidad con la línea de vuelo. Pero esa noche, luego de mandar a aterrizar los vuelos que tenía pendientes —Avianca y Viva Colombia—, la carga emocional que se le sobrevino le impidieron continuar en las condiciones calificadas con las que llegó a cubrir el turno: “Fue bastante difícil para mí. Era un turno normal donde realmente no tenía que estar ahí porque no estaba asignada, pero por cosas de mi trabajo terminé cubriéndolo", dijo Molina en la presentación. En contexto: Avión del Chapecoense voló de Bolivia a Colombia sin seguro  La catástrofe área se tradujo en una tragedia en tierra para la controladora, quien tuvo que tolerar las tensiones motivadas por el audio que se filtró a los medios, en el que se escuchó las condiciones con las que venía el avión y las orientaciones entregadas por la torre de control. “Yo quería hablar con Yaneth y no fue fácil por obvias razones, pensaba: ‘¿Qué le puedo trasmitir a ella en este momento?’. Cuando la vi solo le trasmití el sentimiento que tenía Brasil: la abracé", recordó con la voz quebrada Jorge Zuluaga, actual cónsul de Brasil en Bucaramanga. En el conversatorio de experiencias de la tragedia del Chapeco —en cuyo evento se presentó el libro—, Andrés Botero, presidente del Atlético Nacional, dijo que lo sucedido golpeó fuertemente a los jugadores y al equipo técnico y que ahora la intención del club es realizar un monumento de memoria en el lugar del accidente. Además, exaltó la labor de Molina: “Yo soy piloto comercial, sé cómo son esos procedimientos y la forma como Yaneth manejó la situación y mantuvo la calma fue la adecuada". Sobre la escritura del libro, Yaneth Molina contó: “yo quería ponerme en la tarea de escribir la historia, pero yo era una sola lágrima, así que mi esposo, que también es controlador, y es periodista de formación y sabía todo lo que yo sentía, pudo plasmar toda la historia”.   Semana.com publicó una entrevista con Yaneth Molina el pasado jueves titulada, en primer lugar, como “Una hipótesis en mi libro es que el avión fue secuestrado”, hipótesis que no se encuentra en el libro y de la que Yaneth Molina y Carlos Acosta dudan, su única certeza es que “algo raro sí pasaba en la cabina del avión”.