En la entrevista que Tomás Uribe le dio a SEMANA, se le preguntó cuál era su opinión sobre los precandidatos del Centro Democrático. La respuesta fue enumerar, uno por uno, a la mayoría de los aspirantes, omitiendo a Carlos Holmes Trujillo. Tampoco mencionó en ese momento a Rafael Nieto, otro de los precandidatos, pero al final de la entrevista le hizo un reconocimiento con elogio.
Que el hijo del líder absoluto del uribismo, en una entrevista de dos horas, no haya mencionado una sola vez al que, para la mayoría de la opinión pública, iba de primero entre los potenciales uribistas presidenciables no puede ser un simple olvido. Es más bien un mensaje.
Y no era el primero, sino el tercero, porque anteriormente en diferentes entrevistas con los periódicos El Tiempo y El Mundo de España el propio expresidente Uribe había expresado sus reservas sobre el ministro de Defensa del actual Gobierno. En esas dos ocasiones dejó claro que está preocupado con la inseguridad del país, que quería ver al ministro más en acción en los territorios que en las oficinas de Bogotá y que aunque gana batallas en el Congreso, tiene que ganarlas en la opinión pública.
Los enviones no muy sutiles de Uribe y Tomás sobre Holmes Trujillo han causado sorpresa. El candidato del Centro Democrático no va a ser escogido a dedo por Uribe, pues él no se va a echar encima a los rechazados que quedarían resentidos. Por eso se va a recurrir a un sistema de encuestas parecido al utilizado en la última elección, en el que el ganador fue Iván Duque.
Ante esa circunstancia, los comentarios de los Uribe sobre uno de sus alfiles suenan innecesarios. Si la seguridad en Colombia anda mal, que lo expresen los que van a ser encuestados y castiguen al ministro. Si creen que no es suficientemente activo en el terreno, lo mismo. Dejarle la decisión a la opinión pública fue lo que sucedió en 2018, cuando compitieron en franca lid Holmes Trujillo, María del Rosario Guerra, Paloma Valencia, Rafael Nieto y la imagen renovadora de Duque los derrotó.
Atribuirle exclusivamente a Holmes Trujillo las fallas de la seguridad en Colombia es injusto. Detrás de esta hay problemas estructurales, el aumento de los cultivos de coca que dejó Santos, las disidencias de las Farc, las máquinas de guerra del ELN y las bacrim.
Sin embargo, como él está al frente del Ministerio de Defensa, se ha convertido en el símbolo de ese desastre no solo para la opinión pública, sino para muchos en su propio partido. Tal vez la verdadera razón por la cual el expresidente y su hijo le envían mensajes a Holmes Trujillo no es tanto por su gestión, sino porque por su edad y trayectoria él encarna más el pasado que el futuro.
Eso parece confirmarlo la última encuesta de Invamer, la cual le da al futuro candidato una intención de voto del 2,1 por ciento, casi diez veces menos que Petro, Fajardo y la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez.
Pero Holmes Trujillo no está dispuesto a tirar la toalla. Él considera que no solo ha sido leal en todo momento tanto con Uribe como con Duque, sino que tiene la mejor hoja de vida de todos los candidatos, lo cual es verdad. Ha manejado cuatro ministerios, media docena de embajadas y ha sido constituyente y alcalde, entre otros cargos. En ninguna de esas responsabilidades ha desempeñado un rol fuera de lo esperado, pero el hecho es que sus otros rivales, con excepción de Óscar Iván Zuluaga, no tienen su experiencia.
Hablando de Óscar Iván Zuluaga, hay bastante sentimiento en el partido de que podría ser el gallo para 2022. Pero no es fácil, pues aunque tiene las condiciones de estadista, también tiene pendientes definiciones judiciales sobre Odebrecht y su hijo David. Por otra parte, si algunos creen que Holmes no representa la renovación, Zuluaga tampoco.
El verdadero problema del Centro Democrático es que no tiene ningún candidato que emocione. Algunos son demasiados viejos, otros son muy inexpertos y hay uno que otro demasiado desconocido. Por eso ha surgido el nombre de Tomás Uribe, cuyo lanzamiento ha sido objeto de gran controversia.
Sus comentarios de que no le interesa la política han sido recibidos con bastante escepticismo. Aunque para la mayoría de los colombianos Tomás es percibido como un delfín dinástico, dentro del Centro Democrático cuenta con mucho aprecio y respeto.
El expresidente Uribe es consciente de que ni siquiera su hijo le permitiría al Centro Democrático ganar solo. De ahí que esté hablando de la necesidad de una coalición de centro derecha. Esta tendría que ser conformada por el uribismo, los conservadores, buena parte de La U y de pronto algún liberal.
El candidato del Centro Democrático tendría que medirse con rivales como Federico Gutiérrez, Alejandro Char, Marta Lucía Ramírez, Juan Carlos Pinzón y otros que se consideran de centro derecha. En ese escenario, no es seguro que al final el elegido para enarbolar la bandera antipetrista acabe siendo el uribista.