En la tarde del martes 14 de junio, Lorieliys del Carmen Vilchez de 33 años, fue asesinada en la sala de su casa en el barrio La Esmeralda, al suroccidente de Barranquilla, en Atlántico. La mujer, que se dedicaba al espiritismo, era conocida como Mayito.
El reporte de la Policía indica que el agresor escondía un arma en el cinturón de su pantalón; al llegar al domicilio de Mayito, preguntó por ella, entró al sitio donde se realizaban las consultas y, mientras la mujer se encontraba en medio de una sesión, el hombre le disparó.
Vilchez se desplomó al suelo con varios impactos de bala en la cabeza, mientras el asesino emprendió la huida junto a su cómplice en una motocicleta que estaba a la espera de él afuera de la casa.
La inspección del cuerpo estuvo a cargo del personal del CTI de la Fiscalía, que hasta el momento no se ha pronunciado ante los hechos; sin embargo, lo único que ha sido descartado es que el crimen se relacione con un feminicidio.
Cárcel para hombre de 66 años que abusó de niña
En otros hechos, un hombre de 66 años, cuya identidad aún se desconoce, fue enviado a la cárcel por orden de un juez con función de Control de Garantías, luego de dictar medida de aseguramiento intramuros. El capturado estuvo implicado en delitos sexuales contra una niña.
De acuerdo con la investigación realizada por las autoridades competentes, los hechos tuvieron lugar en una vivienda ubicada en el barrio Me Quejo, al suroccidente de Barranquilla, el pasado 4 de junio, donde el procesado, presuntamente, le habría realizado actos sexuales abusivos a una menor de 13 años.
El presunto agresor era amigo de la familia y habría aprovechado esa confianza para presuntamente acercarse a la pequeña.
De otro lado, el pasado 9 de junio los padres de una menor de 11 años descubrieron un posible caso de abuso sexual contra su hija. La niña es estudiante de la Institución Educativa Técnica Industrial Blas Torres de la Torre (Itida) y los hechos habrían ocurrido a la hora de su descanso en uno de los patios del colegio ubicado en Soledad, Atlántico.
El cambio en el comportamiento de la menor fue la primera señal de alarma para los padres que identificaron algo que no estaba bien en la pequeña. Como primera medida se llevó a consulta psicológica a la niña con la hipótesis de que podría presentar dislexia, ya que en poco tiempo sus calificaciones bajaron de forma abrupta y en sus tareas su madre notó que olvidaba escribir algunas letras. Además, uno de sus hobbies era dibujar, pero desde hace un tiempo lo dejó de hacer. Por otro lado, la menor presentó cambios en sus hábitos de sueño.
Sin embargo, esa primera teoría duró muy poco, ya que al realizarle diferentes exámenes la niña no presentó síntomas de dislexia. Al presentar otras pruebas, la menor mostró irregularidades en los trazos de algunos dibujos. La psicóloga le pidió a la niña representar a su familia y una figura humana, al entregarlos, la profesional notó cómo en cada uno de los dibujos escondían las manos; inmediatamente se les informó a los padres la posibilidad de un caso de abuso.