En el municipio de Sabanagrande, Atlántico, se registró un caso de intolerancia que terminó siendo una tragedia, tras un ataque con un cuchillo a un prestamista.

De acuerdo con el informe de las autoridades, el hecho se registró en calle 6 N.° 13 – 87, en el barrio San Francisco, en Sabanagrande, pasado el medio día del domingo 2 de abril, hasta donde habría llegado la víctima a cobrar un dinero.

“Hechos presentados en la calle 6 N.° 13 – 87, barrio San Francisco del municipio de Sabanagrande, momentos en que la víctima llego a cobrar un dinero, de forma agresiva el victimario, quien en compañía de otros ciudadanos agredieron a la víctima, causándole las lesiones y posteriormente se dan a la huida”, dice el informe de la Policía.

El brutal ataque dejó el hombre gravemente lesionado, con cinco heridas de cuchillo en su cuerpo, fue auxiliado y llevado hasta el municipio de Soledad, al Hospital Universidad del Norte, donde se confirmó su muerte.

El reporte policial indicó que la víctima respondía al nombre de Eduardo Manuel Cantillo Martínez, de 41 años.

“Personal del MNVCC en coordinación con Sijín y Sipol Deata adelantan labores propias de la especialidad para dar con la captura de los responsables. Unidad de Criminalística de la Seccional de Investigación Criminal Deata adelanta diligencia de inspección técnica a cadáver”, señaló el informe del caso.

El hombre tenía cinco heridas con cuchillo Foto: Getty Images. | Foto: Getty Images

Mafias disfrazadas de ‘cobradiarios’

Una verdadera mafia, con hombres armados, dispuestos a amenazar, destrozar e incluso matar, está apoderándose del negocio informal del préstamo gota a gota, una actividad que pese a no estar regulada por ninguna entidad gubernamental, no se considera un delito de manera directa, sino hasta que comienzan a evidenciarse las tazas de interés de dichos créditos. Es allí que el Código Penal colombiano lo considera un delito llamado usura.

SEMANA conoció los mensajes amenazantes y los audios aterradores de los que es víctima una mujer de 59 años, luego de acceder a un crédito con los supuestos inversionistas y a quien en esta historia llamaremos Marta para proteger su identidad.

Un cobrador amenaza a la mujer con atentar contra su vida si no cancela el dinero | Foto: Suministrada a SEMANA

Desde el año 2021, en medio de la pandemia de covid-19, Marta decidió pedirle prestado dinero a una “empresa” recomendada por un vecino para recuperar algo de capital para su negocio de comidas ubicado en el norte de Valledupar.

Desde ese momento —asegura—, comenzaron las desdichas en su hogar, uno de sus hijos falleció a causa del virus, tiempo después otro de sus hijos sufrió un accidente y cada episodio trágico empeoraba la situación económica de la familia.

Todos terminaron envueltos en los préstamos gota a gota y lo que empezó con 200.000 pesos es ahora una deuda de más de veinte millones de pesos que le es cobrada de manera abusiva, bajo amenazas de muerte y sin piedad.

“Vienen aquí uno tras otro, me han dañado la reja de la casa, me partieron los vidrios y no los he mandado a arreglar porque sé que los volverán a partir. Vienen constantemente a cobrarme y me hacen escándalos amenazándome. Una noche vino uno y sacó un arma que parecía traumática y me hizo unos tiros en la ventana. Me le echan pegante instantáneo a los candados de la reja de mi casa y las cerraduras para que no entren las llaves. Yo no vivo tranquila, yo temo por mi vida y la de mi familia”, contó la mujer.

Su situación pasó de ser un problema a un drama y calvario, un laberinto al que no le ve salida. Asegura que solo vive pensando en cómo hacer la cuota diaria que debe entregarles a los cobradiarios y que de uno pasó a tener diez gota a gota. Todos se conocen entre sí y el uno fue quien le recomendó al otro.

Estas son las tarjetas que manejan los gota a gota en Valledupar | Foto: Suministrada a SEMANA

Las amenazas de muerte e insultos cada vez son peores y no sabe cómo terminar de pagar la deuda millonaria que le ha costado, no solo la tranquilidad, sino la unión familiar y de su matrimonio.

“Nosotros pasamos hambre porque, en vez de comer, preferimos darles el dinero a esos hombres para que no nos hagan daño. Cuando me dañan las cosas les digo que los voy a denunciar y me dicen que el dueño de una de las empresas es un sargento de la Policía”, aseguró la mujer.

Cierto o no quién sea el mando mayor de las “inversiones” en Valledupar, dedicadas al préstamo de dinero como gota a gota, ya parece ser una tormenta y hay múltiples empresas con razón social.

La Barca, Los Almendros, María Camila, Pantera, Domi rayed, La solución, Los Norteños, Los Mexicanos, Río Negro, La Roca que pasó a llamarse actualmente La Patrona y La Perla que antes se llamaba La Costa.

“Ellos, por las denuncias, como se meten a las casas a dañar las cosas, a destruir y a amenazar, cambian los nombres, pero todos se conocen, se llaman y se ponen de acuerdo para llegar a las casas. Son los mismos dueños de una los que ponen otras con otros nombres”, anotó la mujer.