La isla de San Andrés está ahogada en una crisis económica sin precedentes por cuenta del huracán aéreo que redujo en un 41 % el flujo de turistas. Algunas familias pasan el día con un plato de comida y los empresarios ven cómo se caen los negocios que construyeron por años.

El ciclón empezó cuando Viva Air y Ultra Air apagaron los motores de sus aviones: dejaron de movilizar a 5.400 personas cada fin de semana y la estadística se redujo, con muchas variables, a 2.700. Es decir, la región perdió la mitad de su negocio e ingresos.

Los datos de la Gobernación generan alarma en el mercado. Entre enero y octubre de este año, llegaron 64 mil viajeros, mientras que en el mismo período de 2022 la cifra superó los 108 mil.

No son tiempos buenos y la crisis se siente en todos los rincones de la isla. La sensación de inseguridad aumentó, costear un buen mercado se convirtió en un lujo y las deudas con las entidades bancarias están al límite.

Los habitantes ven las soluciones en una mesa que está a 1.211 kilómetros de distancia de su tierra: Bogotá. Hay duras críticas a la gestión del Gobierno nacional para aliviar el dolor de los isleños que promete agravarse.

Panorámica aérea de la isla de San Andrés. Foto: Fenoge.

Un mercado en agonía

El pesimismo por la actualidad de San Andrés es generalizado. Las 40 mil camas que hay en el departamento no se volvieron a llenar por completo y las temporadas de vacaciones han dejado el mercado en agonía.

El 95 % de los ciudadanos vive del turismo y, poco a poco, han sido desplazados por la nula demanda. Entre enero y septiembre se revocaron 12 mil vacantes en establecimientos comerciales. El Dane reveló que la tasa del desempleo es del 12,6 %.

Los viajeros nacionales y extranjeros prefieren otros destinos por los altos costos de la operación aérea. Un tiquete de ida y regreso desde Medellín, Cali y Bogotá pasó de $600.000 a $1.600.000.

El secretario de Turismo, Enrique Archbold, dijo que detrás de todos estos números hay un drama que no se puede calcular dado que los habitantes están haciendo esfuerzos mayúsculos para sobrevivir.

“Hay familias que comen una vez o dos veces al día. Están cerrando negocios, vendiendo lanchas, no se están pagando los créditos bancarios. Está grave la situación. Sentimos que, tal vez, la gente se empieza a dejar caer”, comentó el funcionario.

“Estamos en cuidados intensivos”

En los gremios de empresarios, tanto formales como informales, hay consenso en afirmar que San Andrés está en cuidados intensivos y la droga para salvarlo estaría lejos de llegar. Así lo manifestaron en SEMANA:

Julio García, vocero de los hoteleros, reveló que los ciudadanos están buscando la manera de sobrevivir al costo que sea: “robando, atracando, microtráfico” y hay nueve homicidios más que en 2023. “El final del departamento va a ser muy rápido”, agregó.

La misma posición asumió Cleotilde Henry, representante de la Asociación Posadas Nativas: “Hay menos turistas. Estamos de cuidados incentivos. Hay mucha inseguridad. San Andrés está un completo desastre. Hay una competencia desleal entre todos”.

En medio de la crisis, la asociación de Pesca Comercial Industrial encendió las alarmas por una resolución que emitió la Autoridad Nacional de Apicultura y Pesca donde les puso freno a los pesqueros: solo los residentes de San Andrés podrán ejercer la labor.

No pueden zarpar embarcaciones con foráneos hacia el mar y esto los ha puesto contra las cuerdas: “Es injusto que no podamos contratar a personas no residentes para trabajar. Esto es una afectación a la economía que merece ser estudiada”, dijo la organización.

Además de este reclamo, la Gobernación pide al Gobierno Petro mayor agilidad en la emisión de la normativa tras declarar al departamento como una zona de frontera.

Alerta de pesqueros de San Andrés.