En los comerciantes de Barranquilla, Valledupar y otras zonas del Caribe colombiano, al igual que en Cúcuta, hay una alerta constante, un miedo intrínseco que no les permite estar tranquilos. No lo estaban antes y tampoco ahora con las recientes amenazas del Negro Ober, quien desde una cárcel juró que los mataría, en represalia por la captura de su esposa. Y aunque se tratan de amenazas de un tipo que paga una condena, todos saben que estar dentro de las rejas no es problema.

El Negro Ober y su estructura delincuencial, los Costeños, están en muchas partes y sus sentencias de muerte se cumplen. Por eso, muchos ya contemplan dos caminos: cerrar sus negocios o armarse para hacerle frente a quien llegue a asesinarlos. No hay de otra, porque, según ellos, si no toman alguna de estas dos decisiones terminarán muertos, acribillados por emisarios de los Costeños.

Ya pasó antes y, seguramente, pasará ahora. “Los caminos están ahí, solo debemos decidir: en mi caso, no me voy a dejar matar y tampoco voy a cerrar mi negocio, porque si lo cierro es condenar a mi familia a morir en vida. Me voy a armar, porque si el Estado es incapaz de protegerme, tengo que hacerlo yo”, dice un comerciante de Valledupar.

El pago permanente de dinero a los extorsionistas tiene contra las cuerdas a los comerciantes. | Foto: Getty Images

Asegura que las extorsiones son pan de cada día: “Y ese no es el problema, siempre nos han cobrado y lo seguirán haciendo, ahora el problema es que no quieren plata, sino nuestras vidas… Yo vivo en alerta constante, persona sospechosa que veo cerca a mi negocio, de una monto mi arma”, agrega.

Otro de los comerciantes consultados por SEMANA en Barranquilla hizo una escalofriante denuncia: “La sensación mía es que algunos policías están confabulados con estos extorsionistas. Hay un dicho que reza: siembra miedo y obtendrás lo que quieres. Cuando me llamaron a extorsionar, claro que hubo reacción de la Policía, vinieron, pero ellos me cobraron. Es decir, la vigilancia permanente que tuve en diciembre a mí me la cobraron los policías; ‘cuánto va a dar’, me decían”.

En el relato también señaló: “Venían desfiles de policías, y a todos tuve que darles aguinaldo. Uno escucha a uno y otro colega comerciante y todos están amenazados y muchos pagan a la Policía. Qué ironía, tener que pagar a la Policía para poder estar tranquilos, además de que uno pagó un impuesto de seguridad y otra cantidad de impuestos.

Ober Ricardo Martínez Gutiérrez, alias el Negro Ober, amenaza desde la cárcel a los comerciantes. | Foto: Captura de video.

El problema es que estamos condenados”. El comerciante dice que los cobros y pagos a la Policía son constantes: “Por qué todo funciona así y nadie dice nada, y nadie hace nada, y todos quedamos inmersos en una ola de corrupción: o pagando a la policía para que nos cuide, o pagando a los delincuentes para que no nos maten”.

Otro, menos optimista, señaló que la única salida es cerrar los negocios. “A mi manera de interpretar la situación por la que estamos pasando los comerciantes de Barranquilla, creo que estamos en tendencia a desaparecer. Yo cerré tres locales en el año 2022; y este 2023 tengo dos más en proceso de cierre: tenía 32 empleados, ahora quedo solo con diez. La inflación, las secuelas pospandemia, la volatilidad del dólar, la incertidumbre política con las reformas, el sobrecosto de la energía eléctrica y, para sumar este calvario, amenazas, extorsiones”.

De acuerdo con las autoridades de Barranquilla, en marzo hubo 123 denuncias de comerciantes por posibles extorsiones. Los principales señalados son alias Otón, Negro Ober, Oreja, Cachetes, Fabianes, Bebo, Digno Palomino (quien tiene casa por cárcel) y Castor (que está prófugo en Venezuela). Así las cosas, los comerciantes barranquilleros enfrentan una encrucijada que puede poner en serios aprietos a la institucionalidad en esta región, en la que las bandas delincuenciales parecen sentenciar el rumbo de la economía y la vida.

Los comerciantes de Barranquilla buscan cómo hacerle frente a las extorsiones. | Foto: Gobernación de Atlántico